/ sábado 9 de octubre de 2021

Los migrantes, "humillados", solo quieren irse de Libia

Un gran número de migrantes, procedentes de Níger, Sudán o Eritrea, han huido de sus países, devastados por los conflictos, la pobreza y la corrupción, para intentar emprender la peligrosa travesía del Mediterráneo

"Estamos al límite". Arrestada en una redada policial, como otros miles de migrantes y refugiados en Libia, Halima se escapó el viernes de un centro de detención en Trípoli. "Humillada", no pide más que salir de este país después de una semana de calvario.

"Nos han agredido, humillado, muchos de nosotros hemos sido heridos", deplora Halima Mokhtar Bshara, una migrante sudanesa originaria de Darfur, una región devastada por la guerra.

"Todos estamos muy cansados. Pero no tenemos adónde ir, incluso nos echan de las aceras", cuenta a la AFP la joven, de 27 años, con voz triste.

Junto con cientos de personas, este sábado ha asistido a una sentada frente a la oficina local del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que suspendió temporalmente sus actividades esta semana debido a una presión migratoria creciente.

Frente al edificio del ACNUR, decenas de migrantes y refugiados, entre ellos niños pequeños, duermen en el suelo desde hace varios días, en total indigencia, con la esperanza de que les atiendan.

"Por nuestra seguridad, pedimos que nos evacuen", dice una de las pancartas. "Libia no es un país seguro para los refugiados", reza otra.

- Evasión colectiva -

Un gran número de migrantes, procedentes de Níger, Sudán o Eritrea, han huido de sus países, devastados por los conflictos, la pobreza y la corrupción, para intentar emprender la peligrosa travesía del Mediterráneo, en unas embarcaciones hinchables improvisadas que parten de Libia --centro de la inmigración ilegal-- rumbo a Europa.

Quienes no logran zarpar, se quedan atrapados en un país sumido en el caos desde 2011, sobre el que las oenegés suelen llamar la atención, por los malos tratos de los que son víctimas migrantes y refugiados.

El fin de semana pasado, las autoridades libias lanzaron una redada en un barrio pobre de la capital, Trípoli, donde viven principalmente migrantes y solicitantes de asilo, causando un muerto y al menos 15 heridos, según la ONU.

Varias oenegés aseguran que cerca de 5.000 migrantes fueron arrestados y detenidos durante esta operación, realizada oficialmente para luchar contra el tráfico de drogas.

"Éramos 39 viviendo en el mismo sitio. Mis tres hijos y yo somos los únicos del grupo que escapamos a los arrestos", recuerda Halima.

Después de "esconderse tres días", finalmente fue detenida junto con sus hijos e ingresada en un centro de detención,

El viernes, unos 2.000 migrantes y refugiados se escaparon de ese centro y seis de ellos murieron por disparos de los guardias libios, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que denunció ante la AFP las "terribles condiciones de vida" de este lugar superpoblado.

El sábado, el Ministerio del Interior libio desmintió cualquier uso excesivo de la fuerza tras esa evasión, afirmando en un comunicado "respetar los derechos humanos en la cuestión migratoria".

- Color de piel -

"Estábamos tan apretados que no podíamos dormir. No había suficiente espacio para tumbarse", explica Ismail Derrab, uno de los fugitivos. "Sólo queremos salir de este país", murmura este solicitante de asilo, empujado por la miseria a la ruta migratoria.

"Yo pido irme de Libia porque no es un país seguro", comentó por su parte Waffagh Driss, un compañero de viaje. Según él, durante la redada "antidrogas", las autoridades seleccionaron a los migrantes "según el color de su piel".

"La situación en Trípoli para los negros es terrible. Estamos expuestos a todos los peligros. Nuestra vida está amenazada", cuenta este sudanés de 31 años.

El viernes, pocas horas antes de la fuga colectiva, el ACNUR reiteró su llamamiento a las autoridades libias "para que autoricen la reanudación de los vuelos humanitarios fuera del país, suspendidos desde hace casi un año".

Las salidas irregulares hacia Europa -las costas italianas están a una distancia de 300 kilómetros- comenzaron bajo el antiguo régimen de Muamar Gadafi, expulsado del poder en 2011, a raíz de la Primavera Árabe.

Las migraciones han estallado después del caos que siguió a la revuelta y que favoreció el desarrollo del tráfico de seres humanos y la multiplicación de las travesías clandestinas.

"Estamos al límite". Arrestada en una redada policial, como otros miles de migrantes y refugiados en Libia, Halima se escapó el viernes de un centro de detención en Trípoli. "Humillada", no pide más que salir de este país después de una semana de calvario.

"Nos han agredido, humillado, muchos de nosotros hemos sido heridos", deplora Halima Mokhtar Bshara, una migrante sudanesa originaria de Darfur, una región devastada por la guerra.

"Todos estamos muy cansados. Pero no tenemos adónde ir, incluso nos echan de las aceras", cuenta a la AFP la joven, de 27 años, con voz triste.

Junto con cientos de personas, este sábado ha asistido a una sentada frente a la oficina local del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que suspendió temporalmente sus actividades esta semana debido a una presión migratoria creciente.

Frente al edificio del ACNUR, decenas de migrantes y refugiados, entre ellos niños pequeños, duermen en el suelo desde hace varios días, en total indigencia, con la esperanza de que les atiendan.

"Por nuestra seguridad, pedimos que nos evacuen", dice una de las pancartas. "Libia no es un país seguro para los refugiados", reza otra.

- Evasión colectiva -

Un gran número de migrantes, procedentes de Níger, Sudán o Eritrea, han huido de sus países, devastados por los conflictos, la pobreza y la corrupción, para intentar emprender la peligrosa travesía del Mediterráneo, en unas embarcaciones hinchables improvisadas que parten de Libia --centro de la inmigración ilegal-- rumbo a Europa.

Quienes no logran zarpar, se quedan atrapados en un país sumido en el caos desde 2011, sobre el que las oenegés suelen llamar la atención, por los malos tratos de los que son víctimas migrantes y refugiados.

El fin de semana pasado, las autoridades libias lanzaron una redada en un barrio pobre de la capital, Trípoli, donde viven principalmente migrantes y solicitantes de asilo, causando un muerto y al menos 15 heridos, según la ONU.

Varias oenegés aseguran que cerca de 5.000 migrantes fueron arrestados y detenidos durante esta operación, realizada oficialmente para luchar contra el tráfico de drogas.

"Éramos 39 viviendo en el mismo sitio. Mis tres hijos y yo somos los únicos del grupo que escapamos a los arrestos", recuerda Halima.

Después de "esconderse tres días", finalmente fue detenida junto con sus hijos e ingresada en un centro de detención,

El viernes, unos 2.000 migrantes y refugiados se escaparon de ese centro y seis de ellos murieron por disparos de los guardias libios, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que denunció ante la AFP las "terribles condiciones de vida" de este lugar superpoblado.

El sábado, el Ministerio del Interior libio desmintió cualquier uso excesivo de la fuerza tras esa evasión, afirmando en un comunicado "respetar los derechos humanos en la cuestión migratoria".

- Color de piel -

"Estábamos tan apretados que no podíamos dormir. No había suficiente espacio para tumbarse", explica Ismail Derrab, uno de los fugitivos. "Sólo queremos salir de este país", murmura este solicitante de asilo, empujado por la miseria a la ruta migratoria.

"Yo pido irme de Libia porque no es un país seguro", comentó por su parte Waffagh Driss, un compañero de viaje. Según él, durante la redada "antidrogas", las autoridades seleccionaron a los migrantes "según el color de su piel".

"La situación en Trípoli para los negros es terrible. Estamos expuestos a todos los peligros. Nuestra vida está amenazada", cuenta este sudanés de 31 años.

El viernes, pocas horas antes de la fuga colectiva, el ACNUR reiteró su llamamiento a las autoridades libias "para que autoricen la reanudación de los vuelos humanitarios fuera del país, suspendidos desde hace casi un año".

Las salidas irregulares hacia Europa -las costas italianas están a una distancia de 300 kilómetros- comenzaron bajo el antiguo régimen de Muamar Gadafi, expulsado del poder en 2011, a raíz de la Primavera Árabe.

Las migraciones han estallado después del caos que siguió a la revuelta y que favoreció el desarrollo del tráfico de seres humanos y la multiplicación de las travesías clandestinas.

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