Una tenue, fugaz y atípica brisa en el camposanto, secó por unos momentos las lágrimas de amigos y compañeros de trabajo del Policía Tercero Juan Manuel Correa Arellano, durante su funeral en el Panteón Municipal de la colonia Cimatario.
Pese al extenuante y sofocante calor, además de la fugaz ráfaga de viento, estos elementos no lograron secar las lágrimas de sus familiares, en especial de la madre, esposa e hijos del oficial Correa Arellano.
Sumidos en un mar de llantos, la muerte de su consanguíneo caló de manera profunda, dolorosa e inesperada, tras fallecer en un accidente de motocicleta ocurrido el pasado jueves.
Como sucede generalmente en estos casos, el Policía Tercero Juan Manuel Correa Arellano sólo fue víctima de las circunstancias y de la mala hora: salía de trabajar de su turno, subió a su moto, enfiló por la autopista México-Querétaro y en ese lugar un choque por alcance entre un taxi y un vehículo particular acabaron con una vida de auténtica vocación por los demás.
Con ello no sólo se fue un ejemplo de la tenacidad y entrega por su labor, se fue el orgullo de toda una familia, la cual ya no será igual después de la muerte de su ser querido.
En su sepelio, el policía tercero Juan Manuel Correa Arellano fue despedido como los grandes, sólo que esta vez no hubo una banda de guerra que acompañara el valor civil y a la disciplina marcial que caracteriza a los uniformados.
Una banda de norteños a ritmo de tambora y acordeón, tocaba las piezas musicales favoritas del oficial Juan Manuel, a petición de quienes en vida disfrutaron con él los buenos tiempos, pero esta vez el ambiente festivo y de camaradería entre sus compañeros, amigos y familiares, se vio ensombrecida por un manto de luto, desolación y tristeza.
Antes de ser sepultado, sus compañeros en la Policía Municipal de Querétaro le dieron el adiós con el último pase de lista de su Grupo por parte de su comandante, al unísono una columna de seis policías al escuchar su nombre gritaron ¡Presente!
Acto seguido las motopatrullas de la Policía Municipal de Querétaro encendieron sus torretas y durante más de un minuto el estruendo de las sirenas se fundieron con las decenas de aplausos de los ahí presentes para despedir al policía tercero Juan Manuel Correa Arellano.
Una cuadrilla de trabajadores del panteón bajaron lentamente el féretro donde se encontraban los restos mortales del policía, hasta ponerlo al fondo de la fosa, tras atorar una pesadas lozas de concreto en la estructura de la lápida, echaron paladas de tierra negra para sepultar el cuerpo.
Amigos y compañeros, se despidieron de los deudos del oficial Correa Arellano y así como fueron llegando, abandonaron el cementerio.