/ domingo 23 de febrero de 2020

Cabañuelas | Cuajiniquil especie antigua, importante en la actualidad

Cuajiniquil (Inga spuria) del náhuatl cuahuxinicuile y xonecuille, que alude a lo torcido de la vaina que contiene los frutos, también es conocido como agapote, algodoncillo, cola de zorro y jacanicuil alberga en su interior semillas verdes ovaladas, parecidas a las habas, rodeadas por una especie de algodón aterciopelado muy dulce que se come como golosina.

La presencia de esta planta se registra en el centro y sur del país, donde es reconocida por sus propiedades medicinales y nutrimentales. Existen diversas formas de utilizar las semillas en la gastronomía típica, sin embargo destacan las recetas que recomiendan hervirlas con sal para comerlas como botana o se muelen y con el puré se rellenan tacos o enchiladas; se utilizan también para dar consistencia a distintos platillos como calabacitas o verdolagas. Las semillas se tuestan para comerlas como golosina con sal y chile molido; en ocasiones son utilizadas secas y tostadas para elaborar mole y a veces se incluyen verdes como verdura en caldos de res.

Cultivada desde tiempos ancestrales, esta fruta fue utilizada por los indígenas precolombinos por sus propiedades y sabor dulce, y hoy en día todavía se usan las semillas y las hojas con fines medicinales, la goma del fruto para fijar colores en artesanías. La pulpa puede ser consumida fresca o como ingrediente en aguas frescas, postres o dulces. Además de su consumo, el uso comercial más importante es como árbol de sombra en plantaciones donde también resulta muy beneficiosa su capacidad de fijar nitrógeno, reciclar nutrimentos y mantener la humedad en la capa superficial del suelo.

Es también una importante especie melífera y produce leña de buen valor calorífico. La madera se usa de manera limitada en algunas zonas del país en la construcción de viviendas, contrachapeado ordinario, elaboración de cajas y otras actividades de carpintería, las ramas y hojas son usadas como abono orgánico.

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Heidy Wagner Laclette

Cuajiniquil (Inga spuria) del náhuatl cuahuxinicuile y xonecuille, que alude a lo torcido de la vaina que contiene los frutos, también es conocido como agapote, algodoncillo, cola de zorro y jacanicuil alberga en su interior semillas verdes ovaladas, parecidas a las habas, rodeadas por una especie de algodón aterciopelado muy dulce que se come como golosina.

La presencia de esta planta se registra en el centro y sur del país, donde es reconocida por sus propiedades medicinales y nutrimentales. Existen diversas formas de utilizar las semillas en la gastronomía típica, sin embargo destacan las recetas que recomiendan hervirlas con sal para comerlas como botana o se muelen y con el puré se rellenan tacos o enchiladas; se utilizan también para dar consistencia a distintos platillos como calabacitas o verdolagas. Las semillas se tuestan para comerlas como golosina con sal y chile molido; en ocasiones son utilizadas secas y tostadas para elaborar mole y a veces se incluyen verdes como verdura en caldos de res.

Cultivada desde tiempos ancestrales, esta fruta fue utilizada por los indígenas precolombinos por sus propiedades y sabor dulce, y hoy en día todavía se usan las semillas y las hojas con fines medicinales, la goma del fruto para fijar colores en artesanías. La pulpa puede ser consumida fresca o como ingrediente en aguas frescas, postres o dulces. Además de su consumo, el uso comercial más importante es como árbol de sombra en plantaciones donde también resulta muy beneficiosa su capacidad de fijar nitrógeno, reciclar nutrimentos y mantener la humedad en la capa superficial del suelo.

Es también una importante especie melífera y produce leña de buen valor calorífico. La madera se usa de manera limitada en algunas zonas del país en la construcción de viviendas, contrachapeado ordinario, elaboración de cajas y otras actividades de carpintería, las ramas y hojas son usadas como abono orgánico.

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Heidy Wagner Laclette

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