/ miércoles 8 de mayo de 2024

Desde backstage | La cultura y el arte en el olvido de las campañas políticas


En el trajín de las campañas electorales, un par de temas parecen escurrirse entre las promesas y propuestas: la cultura y el arte. Mientras los candidatos despliegan sus estrategias en torno al combate a la corrupción, la seguridad, la economía y la salud, la relevancia de la cultura parece desvanecerse en el discurso político.

Si bien es cierto que algunos candidatos, tanto estatales como federales, incluyen la cultura dentro de sus programas políticos, lamentablemente esta no ocupa un lugar central en sus mítines y discursos. Esta falta de enfoque implica una pérdida de oportunidad para abordar de manera integral las necesidades y preocupaciones de la comunidad artística, que ha sido impactada de manera significativa por los recortes presupuestales y la falta de apoyo gubernamental.

La cultura no se limita únicamente a la producción artística y cultural, sino que también abarca aspectos como la preservación del patrimonio, la promoción de la diversidad cultural, el acceso equitativo a la educación artística y el fortalecimiento de la identidad nacional. Ignorar estos aspectos esenciales, significa perder la oportunidad de construir una sociedad más inclusiva, creativa y consciente de su riqueza.

Los recortes presupuestales en el ámbito cultural no solo afectan a los artistas y creadores, sino también a instituciones, proyectos comunitarios y programas educativos. Esta falta de inversión no solo tiene un impacto negativo en el progreso del país, sino que también representa una pérdida de oportunidades de empleo, crecimiento económico y desarrollo social.

Es cierto que, en la escala de prioridades, temas urgentes como la seguridad, salud y la economía pueden eclipsar la discusión sobre la cultura y el arte. Sin embargo, esto no debería restar importancia al rol crucial que juega en la identidad y cohesión social de un país.

El presupuesto destinado a la cultura es indicativo de esta tendencia. Con un monto que apenas alcanza el 0.21% del presupuesto federal total, de acuerdo con la organización Fundar, la inversión en cultura queda muy por debajo de las recomendaciones internacionales. Además, la asignación de recursos prioriza proyectos específicos, dejando en segundo plano otras necesidades básicas.

Las razones detrás de esta falta de prioridad son variadas y complejas. Desde la urgencia de obtener resultados inmediatos hasta la percepción arraigada de que la cultura es un ámbito menos apremiante en comparación con otros problemas nacionales, varios factores contribuyen a relegarla en la agenda política. Sin embargo, es crucial reconocer que la cultura no es un lujo, sino un derecho fundamental que merece ser protegido y promovido para el beneficio de toda la sociedad.

Para abordar esta situación, es imperativo pasar de las promesas abstractas a acciones concretas. Esto implica fortalecer la infraestructura cultural, asegurar salarios dignos para los trabajadores del sector y fomentar la participación ciudadana en actividades culturales. Solo así podremos aspirar a construir una sociedad más cohesionada e inclusiva, donde cada individuo tenga acceso y oportunidades equitativas en el ámbito cultural.

La cultura y el arte deben ocupar un lugar central en la agenda de las campañas, no como meros complementos de otras políticas, sino como pilares fundamentales para el desarrollo de las entidades. Pues el progreso real de un país se mide también por su compromiso con la preservación y promoción de su riqueza cultural y artística, que son elementos esenciales de su identidad y patrimonio.


  • @SoyMarioDuran


En el trajín de las campañas electorales, un par de temas parecen escurrirse entre las promesas y propuestas: la cultura y el arte. Mientras los candidatos despliegan sus estrategias en torno al combate a la corrupción, la seguridad, la economía y la salud, la relevancia de la cultura parece desvanecerse en el discurso político.

Si bien es cierto que algunos candidatos, tanto estatales como federales, incluyen la cultura dentro de sus programas políticos, lamentablemente esta no ocupa un lugar central en sus mítines y discursos. Esta falta de enfoque implica una pérdida de oportunidad para abordar de manera integral las necesidades y preocupaciones de la comunidad artística, que ha sido impactada de manera significativa por los recortes presupuestales y la falta de apoyo gubernamental.

La cultura no se limita únicamente a la producción artística y cultural, sino que también abarca aspectos como la preservación del patrimonio, la promoción de la diversidad cultural, el acceso equitativo a la educación artística y el fortalecimiento de la identidad nacional. Ignorar estos aspectos esenciales, significa perder la oportunidad de construir una sociedad más inclusiva, creativa y consciente de su riqueza.

Los recortes presupuestales en el ámbito cultural no solo afectan a los artistas y creadores, sino también a instituciones, proyectos comunitarios y programas educativos. Esta falta de inversión no solo tiene un impacto negativo en el progreso del país, sino que también representa una pérdida de oportunidades de empleo, crecimiento económico y desarrollo social.

Es cierto que, en la escala de prioridades, temas urgentes como la seguridad, salud y la economía pueden eclipsar la discusión sobre la cultura y el arte. Sin embargo, esto no debería restar importancia al rol crucial que juega en la identidad y cohesión social de un país.

El presupuesto destinado a la cultura es indicativo de esta tendencia. Con un monto que apenas alcanza el 0.21% del presupuesto federal total, de acuerdo con la organización Fundar, la inversión en cultura queda muy por debajo de las recomendaciones internacionales. Además, la asignación de recursos prioriza proyectos específicos, dejando en segundo plano otras necesidades básicas.

Las razones detrás de esta falta de prioridad son variadas y complejas. Desde la urgencia de obtener resultados inmediatos hasta la percepción arraigada de que la cultura es un ámbito menos apremiante en comparación con otros problemas nacionales, varios factores contribuyen a relegarla en la agenda política. Sin embargo, es crucial reconocer que la cultura no es un lujo, sino un derecho fundamental que merece ser protegido y promovido para el beneficio de toda la sociedad.

Para abordar esta situación, es imperativo pasar de las promesas abstractas a acciones concretas. Esto implica fortalecer la infraestructura cultural, asegurar salarios dignos para los trabajadores del sector y fomentar la participación ciudadana en actividades culturales. Solo así podremos aspirar a construir una sociedad más cohesionada e inclusiva, donde cada individuo tenga acceso y oportunidades equitativas en el ámbito cultural.

La cultura y el arte deben ocupar un lugar central en la agenda de las campañas, no como meros complementos de otras políticas, sino como pilares fundamentales para el desarrollo de las entidades. Pues el progreso real de un país se mide también por su compromiso con la preservación y promoción de su riqueza cultural y artística, que son elementos esenciales de su identidad y patrimonio.


  • @SoyMarioDuran