/ miércoles 22 de mayo de 2024

Desde backstage | La Sinfonía del Poder


La música y la política han entablado un diálogo constante durante las campañas electorales. Los partidos políticos y las autoridades han descubierto en los conciertos gratuitos, con artistas populares, una herramienta poderosa para influir en las preferencias políticas, transformando así la manera en que se conquistan los votos.

En el panorama actual de las campañas, estrategias tradicionales como el reparto de despensas, playeras o pinta de bardas han sido relegadas por una táctica más efectiva: atraer a cantantes, influencers y músicos que lideran las preferencias del público joven. La realización de eventos gratuitos no solo brinda entretenimiento, sino que también crea una conexión emocional accesible para aquellos que no pueden permitirse entradas costosas.

Un ejemplo destacado es la estrategia implementada hace varios meses por el Gobierno de la Ciudad de México, organizando numerosos conciertos masivos en el Zócalo capitalino. Estos eventos no solo han tenido éxito en términos de asistencia, sino que también han influido en las preferencias políticas de los ciudadanos. Por ejemplo, el concierto de Rosalía no solo fue un espectáculo musical, sino también una oportunidad para manifestar agradecimiento hacia una administración que eliminó las barreras económicas para acceder a espectáculos de artistas internacionales.

La influencia de figuras icónicas como los cantantes es innegable a la hora de transmitir mensajes políticos. Los artistas tienen credibilidad entre sus seguidores, y sus palabras en el escenario pueden tener un impacto significativo. Al seleccionar a los cantantes más queridos por el público, los partidos políticos canalizan sus mensajes a través de la música, utilizando a los artistas como plataformas ideológicas.

Figuras como Joaquín Sabina, Café Tacvba, Mercedes Sosa, Molotov o Pussy Riot han utilizado sus canciones para criticar a la sociedad y a los gobiernos. Estos artistas no solo entretienen, sino que también mantienen viva la conversación política a través de su influencia y plataforma, inspirando a la acción y la reflexión.

Un estudio muy interesante realizado por la organización sin fines de lucro Headcount, en colaboración con músicos para promover la participación en la democracia, revela resultados significativos. En una muestra de 10 mil asistentes a conciertos en Estados Unidos, el 80% escuchó sobre un asunto político o social en un concierto, y casi la mitad buscó registrarse para votar, firmar una petición o escribir a un congresista.

La música y la política han estado intrínsecamente vinculadas desde hace tiempo, y en las campañas electorales contemporáneas esta relación se hace aún más evidente y estratégica. Los conciertos y eventos gratuitos se han convertido en plataformas para influir en las preferencias políticas, ofreciendo una experiencia que va más allá del simple entretenimiento. Mientras que la música tiene el poder de unir y emocionar, la política busca dirigir y persuadir. En conjunto, forman un dúo poderoso que puede moldear el pensamiento y las acciones de la sociedad. Por ello, la próxima vez que veas anunciado un concierto o evento gratuito, sería interesante reflexionar sobre esta sinfonía del poder.


  • @SoyMarioDuran


La música y la política han entablado un diálogo constante durante las campañas electorales. Los partidos políticos y las autoridades han descubierto en los conciertos gratuitos, con artistas populares, una herramienta poderosa para influir en las preferencias políticas, transformando así la manera en que se conquistan los votos.

En el panorama actual de las campañas, estrategias tradicionales como el reparto de despensas, playeras o pinta de bardas han sido relegadas por una táctica más efectiva: atraer a cantantes, influencers y músicos que lideran las preferencias del público joven. La realización de eventos gratuitos no solo brinda entretenimiento, sino que también crea una conexión emocional accesible para aquellos que no pueden permitirse entradas costosas.

Un ejemplo destacado es la estrategia implementada hace varios meses por el Gobierno de la Ciudad de México, organizando numerosos conciertos masivos en el Zócalo capitalino. Estos eventos no solo han tenido éxito en términos de asistencia, sino que también han influido en las preferencias políticas de los ciudadanos. Por ejemplo, el concierto de Rosalía no solo fue un espectáculo musical, sino también una oportunidad para manifestar agradecimiento hacia una administración que eliminó las barreras económicas para acceder a espectáculos de artistas internacionales.

La influencia de figuras icónicas como los cantantes es innegable a la hora de transmitir mensajes políticos. Los artistas tienen credibilidad entre sus seguidores, y sus palabras en el escenario pueden tener un impacto significativo. Al seleccionar a los cantantes más queridos por el público, los partidos políticos canalizan sus mensajes a través de la música, utilizando a los artistas como plataformas ideológicas.

Figuras como Joaquín Sabina, Café Tacvba, Mercedes Sosa, Molotov o Pussy Riot han utilizado sus canciones para criticar a la sociedad y a los gobiernos. Estos artistas no solo entretienen, sino que también mantienen viva la conversación política a través de su influencia y plataforma, inspirando a la acción y la reflexión.

Un estudio muy interesante realizado por la organización sin fines de lucro Headcount, en colaboración con músicos para promover la participación en la democracia, revela resultados significativos. En una muestra de 10 mil asistentes a conciertos en Estados Unidos, el 80% escuchó sobre un asunto político o social en un concierto, y casi la mitad buscó registrarse para votar, firmar una petición o escribir a un congresista.

La música y la política han estado intrínsecamente vinculadas desde hace tiempo, y en las campañas electorales contemporáneas esta relación se hace aún más evidente y estratégica. Los conciertos y eventos gratuitos se han convertido en plataformas para influir en las preferencias políticas, ofreciendo una experiencia que va más allá del simple entretenimiento. Mientras que la música tiene el poder de unir y emocionar, la política busca dirigir y persuadir. En conjunto, forman un dúo poderoso que puede moldear el pensamiento y las acciones de la sociedad. Por ello, la próxima vez que veas anunciado un concierto o evento gratuito, sería interesante reflexionar sobre esta sinfonía del poder.


  • @SoyMarioDuran