/ miércoles 11 de noviembre de 2020

Ecos del Senado | La derrota del populismo

La expectativa generada por las elecciones en Estados Unidos mantuvo al mundo a la espera de los resultados por varios días. Desde el sábado pasado muchos mexicanos compartimos el entusiasmo, incluso el alivio de la mayoría de los estadounidenses al saber que Donald Trump no será reelecto en el cargo de presidente.

Después de un tenso escrutinio que comenzó desde el pasado martes por la noche, Trump se declaró “ganador de las elecciones con mucho” y amenazó con impugnar los resultados ante los tribunales, alegando fraude y cuestionando la legalidad de los sufragios anticipados emitidos vía correo, estimados en más de 100 millones.

Por su parte, Biden expresó que de confirmarse los resultados a su favor, sería presidente de todos los estadounidenses, independientemente de que hubieran votado o no por él.

En su discurso el candidato demócrata se refirió a una cuestión fundamental: la democracia puede arreglar en una elección lo que se desarregló en la previa. En efecto, los votantes pueden equivocarse en una elección, pero pueden corregir sus equivocaciones en el siguiente proceso.

Trump se acaba de convertir en el candidato perdedor que más votos ha obtenido, pero también en el primer mandatario en perder una reelección de los últimos 25 años, después de George Bush padre en 1992, y el tercero en sufrir semejante derrota desde la Segunda Guerra Mundial (Jimmy Carter en 1980).

Con todo, Biden no ganó abrumadoramente como pronosticaban las encuestas, tal parece que los norteamericanos no le cobraron a Trump la factura por su pésimo manejo de la pandemia, su racismo, misoginia y por el deterioro de la economía.

Trump y AMLO compartían una visión similar en la manera de gobernar, polarizando, dividiendo a la sociedad, despreciando a las instituciones, el cuidado del medio ambiente y la importancia de las energías limpias, descalificando a los medios de comunicación críticos y a sus adversarios; de igual manera comparten el desinterés por las relaciones internacionales y el propósito de acabar con los pesos y contrapesos de un sistema democrático.

Quizá por estas afinidades, el Presidente López Obrador ante la evidencia del triunfo de Biden declaró que esperará a que se resuelva legalmente el asunto de la elección, para pronunciarse sobre el candidato ganador, ya que si bien dice tener buena relación con los dos, padeció de las “cargadas” cuando le robaron –dice- la presidencia en el 2006.

Ciertamente los resultados de la Unión Americana ponen de manifiesto que se trata de un país dividido, pero también que el populismo puede ser derrotado.

Trump es uno de los gobernantes más emblemáticos de una serie de líderes populistas de izquierda y de derecha que se hicieron del poder con un discurso demagógico como es el caso de personajes que gobiernan en Rusia, Reino Unido, Turquía, Hungría y Polonia, y en Latinoamérica, Bolsonaro en Brasil; Daniel Ortega en Nicaragua; Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela; Evo Morales en Bolivia y López Obrador en México.

Se trata de gobiernos autoritarios, de un solo hombre, que no toleran la crítica y promueven la polarización, azuzando a sus bases contra quienes manifiestan una opinión distinta o no comulgan con sus ideas.

Vivimos tiempos inciertos frente a gobiernos populistas que hoy se sienten invencibles, pero es preciso decir que en democracia nadie gana todo y nadie gana para siempre.

Facebook: Lupita Murguía

Twitter: @LupitaMurguiaG

Instagram: @lupitamurguiag

*SENADORA DEL PAN

La expectativa generada por las elecciones en Estados Unidos mantuvo al mundo a la espera de los resultados por varios días. Desde el sábado pasado muchos mexicanos compartimos el entusiasmo, incluso el alivio de la mayoría de los estadounidenses al saber que Donald Trump no será reelecto en el cargo de presidente.

Después de un tenso escrutinio que comenzó desde el pasado martes por la noche, Trump se declaró “ganador de las elecciones con mucho” y amenazó con impugnar los resultados ante los tribunales, alegando fraude y cuestionando la legalidad de los sufragios anticipados emitidos vía correo, estimados en más de 100 millones.

Por su parte, Biden expresó que de confirmarse los resultados a su favor, sería presidente de todos los estadounidenses, independientemente de que hubieran votado o no por él.

En su discurso el candidato demócrata se refirió a una cuestión fundamental: la democracia puede arreglar en una elección lo que se desarregló en la previa. En efecto, los votantes pueden equivocarse en una elección, pero pueden corregir sus equivocaciones en el siguiente proceso.

Trump se acaba de convertir en el candidato perdedor que más votos ha obtenido, pero también en el primer mandatario en perder una reelección de los últimos 25 años, después de George Bush padre en 1992, y el tercero en sufrir semejante derrota desde la Segunda Guerra Mundial (Jimmy Carter en 1980).

Con todo, Biden no ganó abrumadoramente como pronosticaban las encuestas, tal parece que los norteamericanos no le cobraron a Trump la factura por su pésimo manejo de la pandemia, su racismo, misoginia y por el deterioro de la economía.

Trump y AMLO compartían una visión similar en la manera de gobernar, polarizando, dividiendo a la sociedad, despreciando a las instituciones, el cuidado del medio ambiente y la importancia de las energías limpias, descalificando a los medios de comunicación críticos y a sus adversarios; de igual manera comparten el desinterés por las relaciones internacionales y el propósito de acabar con los pesos y contrapesos de un sistema democrático.

Quizá por estas afinidades, el Presidente López Obrador ante la evidencia del triunfo de Biden declaró que esperará a que se resuelva legalmente el asunto de la elección, para pronunciarse sobre el candidato ganador, ya que si bien dice tener buena relación con los dos, padeció de las “cargadas” cuando le robaron –dice- la presidencia en el 2006.

Ciertamente los resultados de la Unión Americana ponen de manifiesto que se trata de un país dividido, pero también que el populismo puede ser derrotado.

Trump es uno de los gobernantes más emblemáticos de una serie de líderes populistas de izquierda y de derecha que se hicieron del poder con un discurso demagógico como es el caso de personajes que gobiernan en Rusia, Reino Unido, Turquía, Hungría y Polonia, y en Latinoamérica, Bolsonaro en Brasil; Daniel Ortega en Nicaragua; Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela; Evo Morales en Bolivia y López Obrador en México.

Se trata de gobiernos autoritarios, de un solo hombre, que no toleran la crítica y promueven la polarización, azuzando a sus bases contra quienes manifiestan una opinión distinta o no comulgan con sus ideas.

Vivimos tiempos inciertos frente a gobiernos populistas que hoy se sienten invencibles, pero es preciso decir que en democracia nadie gana todo y nadie gana para siempre.

Facebook: Lupita Murguía

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*SENADORA DEL PAN

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