/ miércoles 21 de marzo de 2018

El Bolígrafo - Afilando las estrategias electorales

Estamos a unos días del inicio de la Semana Santa, culturalmente son fechas muy significativas para la mayoría de la población y es un espacio en el que nuestros estados de ánimo se tranquilizan, especialmente los políticos. La ciudadanía descansa, sale de vacaciones, se olvida del mundo y sus problemas y, por unos días, se aleja de la excesiva propaganda electoral que nos ha invadido desde el 8 de septiembre de 2017 cuando el INE estableció el inicio del proceso electoral federal.

Sin embargo, para los actores políticos no hay punto de descanso, en esta ocasión la Semana Santa representa la semana previa al arranque formal de las campañas para alcanzar los puestos de representación popular, donde todos son importantes y se pelean con la misma intensidad. A partir del 30 de marzo, fecha de inicio de las campañas electorales, estaremos observamos la lucha por acaparar la atención ciudadana, descalificar a los demás y, por supuesto, lograr que la gente asista a las urnas y deposite el voto en favor de sus colores. La lucha por el poder alcanza todas las dimensiones políticas, desde la presidencia de la república hasta las regidurías de los municipios más pobres del país se constituyen en preciados premios, porque el poder se ejerce desde donde se pueda y como se pueda.

La clase política está muy nerviosa, las pugnas al interior de los partidos por alcanzar los primeros sitios en las listas plurinominales o la designación como candidato de mayoría, alcanzan niveles casi frenéticos. Los cambios de posiciones en las estructuras partidarias semejan un juego de damas en donde para ganar hay que saltarse el mayor número de fichas posibles, sólo que en la política a estas alturas ya no se respetan las reglas del juego y quienes están fuera de las nominaciones gritan, chantajean o amenazan tratando de cambiar las decisiones.

Quienes ya han sido designados, están contentos pero nerviosos porque mientras el Consejo General del Instituto Nacional Electoral no apruebe los registros, todo puede pasar, la fecha límite para dicha aprobación de candidaturas es el 29 de marzo, mientras tanto, como coloquialmente se dice, las patadas debajo de la mesa seguirán estando a la orden del día. PRI, PAN y Morena, cada uno con sus respectivas alianzas, velan armas y dan los últimos pasos para consolidar sus estructuras electorales, recuperan líderes, buscan atraer a figuras públicas, están a la caza de talentos ciudadanos y tratan de invertir lo más productivamente posible los recursos públicos para que su estrategia publicitaria se traduzca en votos.

Tanto a nivel federal, como en los casos locales, y Querétaro no es la excepción, el proceso electoral se ha venido caracterizando por las fuertes tensiones y conflictos al interior de los principales partidos políticos debido, principalmente, por las formas en que se vienen dando las designaciones de candidatos; las consecuencias seguramente se manifestarán con toda su amplitud después del primero de julio. Desde luego que dependiendo de los resultados alcanzados, dichas consecuencias se convertirán en anécdotas o abrirán profundas grietas al interior de los partidos y empezarán a definir la elección de 2021 donde habrá renovación en todos los niveles de decisión.

En mi opinión, el proceso sigue siendo más una lucha por el poder político que una apuesta por ofrecer alternativas ciudadanas, con propuestas claras y tiempos definidos, orientadas a resolver las grandes asimetrías económicas y sociales que prevalecen en el país.

Estamos a unos días del inicio de la Semana Santa, culturalmente son fechas muy significativas para la mayoría de la población y es un espacio en el que nuestros estados de ánimo se tranquilizan, especialmente los políticos. La ciudadanía descansa, sale de vacaciones, se olvida del mundo y sus problemas y, por unos días, se aleja de la excesiva propaganda electoral que nos ha invadido desde el 8 de septiembre de 2017 cuando el INE estableció el inicio del proceso electoral federal.

Sin embargo, para los actores políticos no hay punto de descanso, en esta ocasión la Semana Santa representa la semana previa al arranque formal de las campañas para alcanzar los puestos de representación popular, donde todos son importantes y se pelean con la misma intensidad. A partir del 30 de marzo, fecha de inicio de las campañas electorales, estaremos observamos la lucha por acaparar la atención ciudadana, descalificar a los demás y, por supuesto, lograr que la gente asista a las urnas y deposite el voto en favor de sus colores. La lucha por el poder alcanza todas las dimensiones políticas, desde la presidencia de la república hasta las regidurías de los municipios más pobres del país se constituyen en preciados premios, porque el poder se ejerce desde donde se pueda y como se pueda.

La clase política está muy nerviosa, las pugnas al interior de los partidos por alcanzar los primeros sitios en las listas plurinominales o la designación como candidato de mayoría, alcanzan niveles casi frenéticos. Los cambios de posiciones en las estructuras partidarias semejan un juego de damas en donde para ganar hay que saltarse el mayor número de fichas posibles, sólo que en la política a estas alturas ya no se respetan las reglas del juego y quienes están fuera de las nominaciones gritan, chantajean o amenazan tratando de cambiar las decisiones.

Quienes ya han sido designados, están contentos pero nerviosos porque mientras el Consejo General del Instituto Nacional Electoral no apruebe los registros, todo puede pasar, la fecha límite para dicha aprobación de candidaturas es el 29 de marzo, mientras tanto, como coloquialmente se dice, las patadas debajo de la mesa seguirán estando a la orden del día. PRI, PAN y Morena, cada uno con sus respectivas alianzas, velan armas y dan los últimos pasos para consolidar sus estructuras electorales, recuperan líderes, buscan atraer a figuras públicas, están a la caza de talentos ciudadanos y tratan de invertir lo más productivamente posible los recursos públicos para que su estrategia publicitaria se traduzca en votos.

Tanto a nivel federal, como en los casos locales, y Querétaro no es la excepción, el proceso electoral se ha venido caracterizando por las fuertes tensiones y conflictos al interior de los principales partidos políticos debido, principalmente, por las formas en que se vienen dando las designaciones de candidatos; las consecuencias seguramente se manifestarán con toda su amplitud después del primero de julio. Desde luego que dependiendo de los resultados alcanzados, dichas consecuencias se convertirán en anécdotas o abrirán profundas grietas al interior de los partidos y empezarán a definir la elección de 2021 donde habrá renovación en todos los niveles de decisión.

En mi opinión, el proceso sigue siendo más una lucha por el poder político que una apuesta por ofrecer alternativas ciudadanas, con propuestas claras y tiempos definidos, orientadas a resolver las grandes asimetrías económicas y sociales que prevalecen en el país.

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