/ domingo 7 de enero de 2024

El coronista sanjuanense | La Rosca de Reyes

De nueva cuenta llegaron los Reyes Magos a muchos hogares para dar regalos a las infancias que se portaron bien o cualquier cosa que eso signifique. Esta celebración se acompaña de la tradicional partida de la Rosca de Reyes.

Así concluye el puente Guadalupe-Reyes, que inició el 12 de diciembre con la conmemoración a la Virgen de Guadalupe. En el camino se celebran las posadas, la Nochebuena, la Navidad, la noche vieja y el recibimiento del año nuevo. En todo ello se van los sueldos, el aguinaldo, los fondos de ahorro y comienzan las visitas a las casas de empeño para librar la cuesta de enero. Pero qué más da, si somos felices. Ha quedado demostrado, según encuestas, que los mexicanos somos los más felices del planeta. México puede ser el país más feliz del mundo, aunque depende de a quién y cómo se lo pregunten.

Este 6 de enero, probamos a sorbos un delicioso chocolate caliente, acompañado de una rebanada de rosca, pero esta tradición, reflejada en la gastronomía, tiene un significado místico que va más allá de encontrarse con la figura del Niño Dios dentro de este pan, que compromete a quien lo obtiene a hacer una tamaliza para el 2 de febrero, día de La Candelaria.

La costumbre de la rosca, que conmemora la llegada de los Reyes Magos a honrar al recién nacido hijo de Dios, se dice que tiene su origen en las saturnales romanas, que eran fiestas dedicadas al dios Saturno; para esos festejos se elaboraban unas tortas redondas con higos, dátiles y miel que se repartían entre el pueblo. El origen de esta costumbre es medieval, cuando el 6 de enero se partía la rosca en nombre de los reyes, de ahí su nombre. Un trozo era para la Virgen, otro para el Niño Dios y, en algunos lugares, uno más para el ausente. El resto se distribuía entre los pobres.

Existe un testimonio del siglo XIV en el reino de Navarra, en España, donde se cortaba una rosca que contenía un haba seca. Fueron los romanos quienes iniciaron la costumbre de esconder un haba dentro del pan, el niño que la encontraba era declarado Rey del Faba.

La tradición de comer Rosca de Reyes se afianzó durante la Edad Media en países como Francia y España, donde la preparación ha variado con los siglos. A México, llegó la tradición en el siglo XVI con los europeos quienes trajeron el trigo; el haba se convirtió en un niñito que solía ser de porcelana o cerámica y que en la actualidad es de plástico. Según el tamaño de la rosca, va la cantidad de niños en ella.

Hay diversas variantes de este pan en el mundo. En Estados Unidos se llama King´s Cake y forma parte de las festividades del Mardi Gras en Nueva Orleans. En Bélgica, Francia, Canadá y Suiza se conoce como gâteau de Rois o la deliciosa variante galette. En Portugal se llama Bolo Rei, similar a la que conocemos en nuestro país, aunque más pequeña. En Grecia degustan la vasilopita, una especie de dona menos vistosa que la rosca que conocemos. En Hispanoamérica se le denomina rosca o roscón de Reyes, y en Cataluña, tortell.

En México, aunque han desaparecido muchas panaderías de barrio, principalmente por la acometida de los supermercados que también ofrecen pan, las roscas de reyes se encuentran por todos lados.

La Rosca de Reyes mexicana tiene una carga de simbolismos en sí: la forma del pan es el amor infinito de Dios a sus creyentes y viceversa, círculo sin principio ni fin; tiene la forma de corona, la de los Reyes Magos; las frutas cristalizadas, las más tradicionales: naranja, limón, higo y cereza, representan las joyas de la misma. La fecha en sí, 6 de enero, marca rigurosos doce días posteriores al nacimiento de Cristo, marca el ritmo de los tiempos (doce meses tiene el año; doce horas del día y doce de la noche; doce apóstoles; doce tribus de Israel…). La figura del Niño Dios, oculto en la rosca, significa la huída de la Sagrada Familia escondiéndolo de Herodes para no ser asesinado. El acto de cortar la rosca con un cuchillo representa a las víctimas del infame Herodes, así como los efectos de las decisiones personales, pues la rebanada debe ser elegida y cortada por el comensal quien, en caso de encontrar la figura del Niño Dios, se convierte en el afortunado de su gloria.


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De nueva cuenta llegaron los Reyes Magos a muchos hogares para dar regalos a las infancias que se portaron bien o cualquier cosa que eso signifique. Esta celebración se acompaña de la tradicional partida de la Rosca de Reyes.

Así concluye el puente Guadalupe-Reyes, que inició el 12 de diciembre con la conmemoración a la Virgen de Guadalupe. En el camino se celebran las posadas, la Nochebuena, la Navidad, la noche vieja y el recibimiento del año nuevo. En todo ello se van los sueldos, el aguinaldo, los fondos de ahorro y comienzan las visitas a las casas de empeño para librar la cuesta de enero. Pero qué más da, si somos felices. Ha quedado demostrado, según encuestas, que los mexicanos somos los más felices del planeta. México puede ser el país más feliz del mundo, aunque depende de a quién y cómo se lo pregunten.

Este 6 de enero, probamos a sorbos un delicioso chocolate caliente, acompañado de una rebanada de rosca, pero esta tradición, reflejada en la gastronomía, tiene un significado místico que va más allá de encontrarse con la figura del Niño Dios dentro de este pan, que compromete a quien lo obtiene a hacer una tamaliza para el 2 de febrero, día de La Candelaria.

La costumbre de la rosca, que conmemora la llegada de los Reyes Magos a honrar al recién nacido hijo de Dios, se dice que tiene su origen en las saturnales romanas, que eran fiestas dedicadas al dios Saturno; para esos festejos se elaboraban unas tortas redondas con higos, dátiles y miel que se repartían entre el pueblo. El origen de esta costumbre es medieval, cuando el 6 de enero se partía la rosca en nombre de los reyes, de ahí su nombre. Un trozo era para la Virgen, otro para el Niño Dios y, en algunos lugares, uno más para el ausente. El resto se distribuía entre los pobres.

Existe un testimonio del siglo XIV en el reino de Navarra, en España, donde se cortaba una rosca que contenía un haba seca. Fueron los romanos quienes iniciaron la costumbre de esconder un haba dentro del pan, el niño que la encontraba era declarado Rey del Faba.

La tradición de comer Rosca de Reyes se afianzó durante la Edad Media en países como Francia y España, donde la preparación ha variado con los siglos. A México, llegó la tradición en el siglo XVI con los europeos quienes trajeron el trigo; el haba se convirtió en un niñito que solía ser de porcelana o cerámica y que en la actualidad es de plástico. Según el tamaño de la rosca, va la cantidad de niños en ella.

Hay diversas variantes de este pan en el mundo. En Estados Unidos se llama King´s Cake y forma parte de las festividades del Mardi Gras en Nueva Orleans. En Bélgica, Francia, Canadá y Suiza se conoce como gâteau de Rois o la deliciosa variante galette. En Portugal se llama Bolo Rei, similar a la que conocemos en nuestro país, aunque más pequeña. En Grecia degustan la vasilopita, una especie de dona menos vistosa que la rosca que conocemos. En Hispanoamérica se le denomina rosca o roscón de Reyes, y en Cataluña, tortell.

En México, aunque han desaparecido muchas panaderías de barrio, principalmente por la acometida de los supermercados que también ofrecen pan, las roscas de reyes se encuentran por todos lados.

La Rosca de Reyes mexicana tiene una carga de simbolismos en sí: la forma del pan es el amor infinito de Dios a sus creyentes y viceversa, círculo sin principio ni fin; tiene la forma de corona, la de los Reyes Magos; las frutas cristalizadas, las más tradicionales: naranja, limón, higo y cereza, representan las joyas de la misma. La fecha en sí, 6 de enero, marca rigurosos doce días posteriores al nacimiento de Cristo, marca el ritmo de los tiempos (doce meses tiene el año; doce horas del día y doce de la noche; doce apóstoles; doce tribus de Israel…). La figura del Niño Dios, oculto en la rosca, significa la huída de la Sagrada Familia escondiéndolo de Herodes para no ser asesinado. El acto de cortar la rosca con un cuchillo representa a las víctimas del infame Herodes, así como los efectos de las decisiones personales, pues la rebanada debe ser elegida y cortada por el comensal quien, en caso de encontrar la figura del Niño Dios, se convierte en el afortunado de su gloria.


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