/ domingo 17 de diciembre de 2023

El cronista sanjuanense | 800 años del Nacimiento


Se cumplieron ochocientos años del origen del Nacimiento, también llamado Belén o Pesebre, atribuido a Francisco de Asís, fundador de la orden monástica franciscana. Él fue el iniciador de los nacimientos.

Se sabe que, en el invierno del año 1223, el también diácono Asís pidió permiso al papa Honorio III para celebrar la Navidad en la campiña italiana cercana a la pequeña población de Rieti, en la ermita de Greccio, donde tuvo la inspiración de reproducir en vivo el nacimiento de Jesús. Para ello, construyó una casita con paja a modo de portal, puso el pesebre en su interior, trajo un buey y un asno que aportaron los vecinos del lugar e invitó a un pequeño grupo de personas para representar la escena de la adoración de los pastores.

Esas personas acudieron al lugar donde vivían los frailes, cantando y con antorchas cruzando alegremente el bosque. Aquella noche, como escribió el fraile Tomás de Celano en una hagiografía de Francisco de Asís: Se rindió honor a la sencillez, se exaltó la pobreza, se alabó la humildad y Greccio se convirtió en una nueva Belén. La homilía corrió a cargo de Francisco y mientras hablaba del niño de Belén “se relamía los labios y su voz era como el balido de una oveja”. Un hombre allí presente tuvo una visión de un niño que dormía recostado en el pesebre y Francisco de Asís lo despertaba del sueño. La gente volvió contenta a sus casas, llevándose como recuerdo la paja, que luego se demostró una buena medicina para curar a los animales.

La idea de recrear el nacimiento se popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano. De la escenificación con seres vivos, se pasó a la utilización de figuras. Los anales de la historia registran que el primer nacimiento exprofeso se construyó en Nápoles (Italia) a fines del siglo XV y fue confeccionado con figuras de barro. Carlos III, rey de España que tenía bajo su reinado también la mitad sur de Italia, ordenó que los belenes se extendieran y popularizaran en todo el reino itálico-español.

En América, en el siglo XVI, los frailes franciscanos introdujeron las costumbres navideñas cristianas utilizándolas para la evangelización de los indios, entre estas, los nacimientos cobraron un papel muy importante. En el códice franciscano, fray Pedro de Gante describe cómo preparaba cantos y rezos para los mexicanos: Hizo venir a los indios de toda la comarca y en un patio que se llenó a reventar, se cantó el himno “Ha nacido el Redentor”. Los templos contaban con capillas posas que utilizaban los religiosos y vecinos para solemnes procesiones de Navidad. De Gante, en la escuela que fundó en Texcoco, adiestró a los naturales en la elaboración de las figuras y los detalles de los nacimientos para estas procesiones. Cómo escribiría Salvador Novo.

Posiblemente, la celebración de las fiestas navideñas en México no sea la más importante, pero sin duda es la más popular. Antes no había familia, por humilde que fuera, que no gozara al poner el nacimiento. El misterio de la Natividad representado en el pesebre era indispensable en los hogares.

Hoy, existe un sinfín de ideas para montar los nacimientos, los hay de muchos materiales, incluso algunos que se han inspirado en personajes, zonas geográficas, series, juguetes, etnias y culturas. Mayormente son preferidos los artesanales, aunque todo depende del presupuesto, el entusiasmo y el ingenio. El objetivo es el mismo y es solo uno: conmemorar el nacimiento del niño Jesús, el niño Dios.

Una de las tradiciones decembrinas más importante es el Nacimiento, en el cual se puede colocar con la representación de la Natividad, es decir, sólo el niño Jesús, la Virgen María y San José, o una gama de personajes que incluye a los Reyes Magos, pastores, algunos animales, ángeles y hasta el diablo.

La mayoría de las familias católicas, colocan el Nacimiento en sus casas desde el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, y se conserva armado hasta el 2 de febrero, fecha de la presentación de Jesús en el templo. Aunque esta tradición se ha visto disminuida, principalmente por los altos costos que representa.

  • Síganme en Facebook: @cronistasanjuandelrio


Se cumplieron ochocientos años del origen del Nacimiento, también llamado Belén o Pesebre, atribuido a Francisco de Asís, fundador de la orden monástica franciscana. Él fue el iniciador de los nacimientos.

Se sabe que, en el invierno del año 1223, el también diácono Asís pidió permiso al papa Honorio III para celebrar la Navidad en la campiña italiana cercana a la pequeña población de Rieti, en la ermita de Greccio, donde tuvo la inspiración de reproducir en vivo el nacimiento de Jesús. Para ello, construyó una casita con paja a modo de portal, puso el pesebre en su interior, trajo un buey y un asno que aportaron los vecinos del lugar e invitó a un pequeño grupo de personas para representar la escena de la adoración de los pastores.

Esas personas acudieron al lugar donde vivían los frailes, cantando y con antorchas cruzando alegremente el bosque. Aquella noche, como escribió el fraile Tomás de Celano en una hagiografía de Francisco de Asís: Se rindió honor a la sencillez, se exaltó la pobreza, se alabó la humildad y Greccio se convirtió en una nueva Belén. La homilía corrió a cargo de Francisco y mientras hablaba del niño de Belén “se relamía los labios y su voz era como el balido de una oveja”. Un hombre allí presente tuvo una visión de un niño que dormía recostado en el pesebre y Francisco de Asís lo despertaba del sueño. La gente volvió contenta a sus casas, llevándose como recuerdo la paja, que luego se demostró una buena medicina para curar a los animales.

La idea de recrear el nacimiento se popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano. De la escenificación con seres vivos, se pasó a la utilización de figuras. Los anales de la historia registran que el primer nacimiento exprofeso se construyó en Nápoles (Italia) a fines del siglo XV y fue confeccionado con figuras de barro. Carlos III, rey de España que tenía bajo su reinado también la mitad sur de Italia, ordenó que los belenes se extendieran y popularizaran en todo el reino itálico-español.

En América, en el siglo XVI, los frailes franciscanos introdujeron las costumbres navideñas cristianas utilizándolas para la evangelización de los indios, entre estas, los nacimientos cobraron un papel muy importante. En el códice franciscano, fray Pedro de Gante describe cómo preparaba cantos y rezos para los mexicanos: Hizo venir a los indios de toda la comarca y en un patio que se llenó a reventar, se cantó el himno “Ha nacido el Redentor”. Los templos contaban con capillas posas que utilizaban los religiosos y vecinos para solemnes procesiones de Navidad. De Gante, en la escuela que fundó en Texcoco, adiestró a los naturales en la elaboración de las figuras y los detalles de los nacimientos para estas procesiones. Cómo escribiría Salvador Novo.

Posiblemente, la celebración de las fiestas navideñas en México no sea la más importante, pero sin duda es la más popular. Antes no había familia, por humilde que fuera, que no gozara al poner el nacimiento. El misterio de la Natividad representado en el pesebre era indispensable en los hogares.

Hoy, existe un sinfín de ideas para montar los nacimientos, los hay de muchos materiales, incluso algunos que se han inspirado en personajes, zonas geográficas, series, juguetes, etnias y culturas. Mayormente son preferidos los artesanales, aunque todo depende del presupuesto, el entusiasmo y el ingenio. El objetivo es el mismo y es solo uno: conmemorar el nacimiento del niño Jesús, el niño Dios.

Una de las tradiciones decembrinas más importante es el Nacimiento, en el cual se puede colocar con la representación de la Natividad, es decir, sólo el niño Jesús, la Virgen María y San José, o una gama de personajes que incluye a los Reyes Magos, pastores, algunos animales, ángeles y hasta el diablo.

La mayoría de las familias católicas, colocan el Nacimiento en sus casas desde el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, y se conserva armado hasta el 2 de febrero, fecha de la presentación de Jesús en el templo. Aunque esta tradición se ha visto disminuida, principalmente por los altos costos que representa.

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