/ sábado 24 de septiembre de 2022

India impulsa el turismo en Cachemira a pesar del conflicto

El gobierno anunció la apertura de una estación de esquí entre los 75 nuevos "destinos no explotados"

En una calle fortificada de Cachemira, una turista india sonriente y con una bandera nacional en cada mano posa triunfal junto a dos soldados mientras su marido inmortaliza la escena con su teléfono.

El destino turístico más solicitado de India en la actualidad es también terreno de una insurrección separatista, la más mortífera del país, con frecuentes escaramuzas entre rebeldes y las tropas nacionales.

Cachemira, región himalaya de mayoría musulmana reivindicada por India y Pakistán, ha sido escenario de varias guerras por su control desde la partición del Imperio británico de la India en 1947.

Pero desde el lanzamiento en 2021 de una campaña turística con un enorme presupuesto para promocionar sus impresionantes paisajes montañosos, sus estaciones de esquí y la belleza de los santuarios hindúes, los indios ahora viajan a esta región.

Después hubo una serie de eventos promocionales: festivales, congresos de viajes, giras de presentación y escaladas de montañas con operadores de viaje indios patrocinados por el gobierno local y las 21 grandes ciudades del país.

El gobierno anunció la apertura de una estación de esquí entre los 75 nuevos "destinos no explotados", algunos cerca de la línea de control ultramilitarizada que divide Cachemira entre India y Pakistán.

Más de 1,6 millones de turistas indios visitaron el territorio disputado durante los primeros seis meses del año, cuatro veces más que en el mismo periodo de 2019, lo que supone un récord según los responsables locales.

"Triunfalismo nacionalista"

Muchos confraternizan con los soldados y se toman fotos con ellos, ignorando los habituales intercambios de disparos que se producen lejos de los destinos turísticos.

"Ahora, todo va bien en Cachemira", afirma a AFP Dilip Bhai, un turista llegado de Guyarat, en el oeste del país, ante un restaurante custodiado por paramilitares.

"Las noticias de violencia de las que hablan los medios son más rumores que realidad", asegura, añadiendo que los enfrentamientos armados que se producen "al lado" no le preocupan en absoluto.

Las tensiones se acentuaron en la Cachemira bajo control indio desde que Nueva Delhi impuso en agosto de 2019 su autoridad directa sobre el territorio.

Este cambio constitucional dio el derecho a los indios residentes dentro y fuera de Cachemira a comprar tierras y postularse para empleos locales. Para los cachemires, esta llegada de turistas supone el último insulto.

"La promoción del turismo es algo bueno, pero va acompañada de una especie de triunfalismo nacionalista", dice a AFP un importante comerciante de Cachemira, que pide el anonimato por temor a represalias.

"Es la guerra por medios alternativos", añade. "La forma en la que se promueve el turismo por el gobierno dice a los indios: +Vayan a pasar el tiempo allí y aprópiense de Cachemira".

Hasta ahora los intentos periódicos de relanzar el turismo habían fracasado, lastrados por tres levantamientos populares entre 2008 y 2016 que dejaron más de 300 civiles muertos.

Las autoridades seducen también a los inversores, a quienes piden construir 20.000 habitaciones de hotel suplementarias para el parque de 50.000 habitaciones que ya existe en el territorio. Además han flexibilizado la política de acogida en casas particulares para animar a los residentes a recibir turistas.

Sarmad Hafeez, el responsable de turismo del gobierno local, declaró a AFP que el presupuesto para su cartera "se cuadruplicó" en los dos últimos años.

La economía se marchita

"Hemos cambiado las viejas percepciones de Cachemira", dice. "Los hechos han enviado un mensaje claro: se puede viajar a Cachemira con total seguridad", añade.

La voluntad de India de abrir Cachemira al turismo contrasta con la actitud respecto al resto de sectores económicos del territorio. Las restricciones drásticas en la vida cívica y la intensificación de la campaña contra la insurrección han ahogado a las empresas locales.

El gobierno también suprimió las barreras fiscales que habían contribuido a proteger la producción local de la competencia externa.

"Es el último clavo en el ataúd de nuestra industria manufacturera", lamenta a AFP Shahid Kamili, presidente de la Federación de la Cámara de Comercio y de Industria de Cachemira (FCIK).

La producción industrial representa el 15% de la actividad económica local, según datos de la FCIK. Eso triplica las cifras más optimistas de aporte del turismo.

Pero 350.000 obreros perdieron su empleo desde la revocación de la autonomía de la región, dice Kamili.

El potencial de crecimiento del turismo está lastrado por las tensiones y el descontento ante el dominio indio.

Algunos visitantes quedan desconcertados por la notable presencia de las fuerzas de seguridad, como un turista llegado de Bengala Occidental que se pregunta: "¿Si Cachemira forma parte de India, por qué hay tantas fuerzas de seguridad en todos lados?".

En una calle fortificada de Cachemira, una turista india sonriente y con una bandera nacional en cada mano posa triunfal junto a dos soldados mientras su marido inmortaliza la escena con su teléfono.

El destino turístico más solicitado de India en la actualidad es también terreno de una insurrección separatista, la más mortífera del país, con frecuentes escaramuzas entre rebeldes y las tropas nacionales.

Cachemira, región himalaya de mayoría musulmana reivindicada por India y Pakistán, ha sido escenario de varias guerras por su control desde la partición del Imperio británico de la India en 1947.

Pero desde el lanzamiento en 2021 de una campaña turística con un enorme presupuesto para promocionar sus impresionantes paisajes montañosos, sus estaciones de esquí y la belleza de los santuarios hindúes, los indios ahora viajan a esta región.

Después hubo una serie de eventos promocionales: festivales, congresos de viajes, giras de presentación y escaladas de montañas con operadores de viaje indios patrocinados por el gobierno local y las 21 grandes ciudades del país.

El gobierno anunció la apertura de una estación de esquí entre los 75 nuevos "destinos no explotados", algunos cerca de la línea de control ultramilitarizada que divide Cachemira entre India y Pakistán.

Más de 1,6 millones de turistas indios visitaron el territorio disputado durante los primeros seis meses del año, cuatro veces más que en el mismo periodo de 2019, lo que supone un récord según los responsables locales.

"Triunfalismo nacionalista"

Muchos confraternizan con los soldados y se toman fotos con ellos, ignorando los habituales intercambios de disparos que se producen lejos de los destinos turísticos.

"Ahora, todo va bien en Cachemira", afirma a AFP Dilip Bhai, un turista llegado de Guyarat, en el oeste del país, ante un restaurante custodiado por paramilitares.

"Las noticias de violencia de las que hablan los medios son más rumores que realidad", asegura, añadiendo que los enfrentamientos armados que se producen "al lado" no le preocupan en absoluto.

Las tensiones se acentuaron en la Cachemira bajo control indio desde que Nueva Delhi impuso en agosto de 2019 su autoridad directa sobre el territorio.

Este cambio constitucional dio el derecho a los indios residentes dentro y fuera de Cachemira a comprar tierras y postularse para empleos locales. Para los cachemires, esta llegada de turistas supone el último insulto.

"La promoción del turismo es algo bueno, pero va acompañada de una especie de triunfalismo nacionalista", dice a AFP un importante comerciante de Cachemira, que pide el anonimato por temor a represalias.

"Es la guerra por medios alternativos", añade. "La forma en la que se promueve el turismo por el gobierno dice a los indios: +Vayan a pasar el tiempo allí y aprópiense de Cachemira".

Hasta ahora los intentos periódicos de relanzar el turismo habían fracasado, lastrados por tres levantamientos populares entre 2008 y 2016 que dejaron más de 300 civiles muertos.

Las autoridades seducen también a los inversores, a quienes piden construir 20.000 habitaciones de hotel suplementarias para el parque de 50.000 habitaciones que ya existe en el territorio. Además han flexibilizado la política de acogida en casas particulares para animar a los residentes a recibir turistas.

Sarmad Hafeez, el responsable de turismo del gobierno local, declaró a AFP que el presupuesto para su cartera "se cuadruplicó" en los dos últimos años.

La economía se marchita

"Hemos cambiado las viejas percepciones de Cachemira", dice. "Los hechos han enviado un mensaje claro: se puede viajar a Cachemira con total seguridad", añade.

La voluntad de India de abrir Cachemira al turismo contrasta con la actitud respecto al resto de sectores económicos del territorio. Las restricciones drásticas en la vida cívica y la intensificación de la campaña contra la insurrección han ahogado a las empresas locales.

El gobierno también suprimió las barreras fiscales que habían contribuido a proteger la producción local de la competencia externa.

"Es el último clavo en el ataúd de nuestra industria manufacturera", lamenta a AFP Shahid Kamili, presidente de la Federación de la Cámara de Comercio y de Industria de Cachemira (FCIK).

La producción industrial representa el 15% de la actividad económica local, según datos de la FCIK. Eso triplica las cifras más optimistas de aporte del turismo.

Pero 350.000 obreros perdieron su empleo desde la revocación de la autonomía de la región, dice Kamili.

El potencial de crecimiento del turismo está lastrado por las tensiones y el descontento ante el dominio indio.

Algunos visitantes quedan desconcertados por la notable presencia de las fuerzas de seguridad, como un turista llegado de Bengala Occidental que se pregunta: "¿Si Cachemira forma parte de India, por qué hay tantas fuerzas de seguridad en todos lados?".

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