“Si te gusta tanto el trabajo de Oscar Niemeyer, debes darte una vuelta al CCBB (Centro Cultural Banco do Brasil)”, me dijo el conductor del uber el día de mi llegada a Río de Janeiro, hace apenas algunas semanas. Así fue como di con Athos Bulcão.
Athos Bulcão (1918-2008) es un artista brasileño originario de Río y justamente durante estos meses el CCBB celebra el centenario de su nacimiento con una exposición que abarca la diversidad de su trabajo y sus técnicas: desde cerámica (azulejos, sobre todo), pintura, diseño, dibujo y textiles, hasta el recuento de su obra pública de gran escala donde se acentúa su estrecha relación con la arquitectura.
Los primeros pasos del artista se dieron dentro de la pintura figurativa. Paralelamente, en esa época, desarrolló un interés especial por los azulejos portugueses que inspiró gran parte de su obra durante toda su vida. A los veintiún años, Candido Portinari, uno de los pintores brasileños más reconocidos a nivel mundial (recibió distinciones como la Legión de Honor francesa (1946), el Guggenheim´s National Award (1956) y la medalla al mejor pintor del año 1955 por el International Fine Art Council) lo invita a trabajar con él como asistente en el mural de la iglesia de São Francisco de Assis (proyecto de Oscar Niemeyer) en Pampulha, Belo Horizonte, y es ahí donde su carrera toma una nueva perspectiva. Si para muchos Pampulha es el antecedente de Brasilia, para Bulcão es el inicio de una serie de trabajos de escala urbana al lado de arquitectos como Niemeyer y João Filgueiras Lima, con quienes mantuvo, ademas, una estrecha amistad que duró el resto de sus días.
En 1955, Bulcão se une al equipo de colaboradores de Niemeyer para desarrollar el ambicioso proyecto de la ciudad de Brasilia donde trabajó en la concepción y realización de azulejería, vitrales, carpintería, murales, altorrelieves y fachadas de obras como la capilla de Nuestra Señora de Fátima, la capilla del Palacio da Alvorada, el Teatro Nacional Claudio Santoro, el Palacio de Itamaraty, el baptisterio de la Catedral de Brasilia, el aeropuerto Juscelino Kubitschek y el Instituto de Artes de la Universidad de Brasilia (posiblemente la más reconocida de sus obras en esa ciudad).
A partir de su experiencia en Brasilia, el artista se dedicó a consagrar su trabajo al público en general y no solamente al que va a los museos y galerías de arte. De ahí el carácter urbano y democrático de su creación artística que busca interactuar con la gente aunque sea de manera fortuita, ya sea al pasar en el trayecto cotidiano, ya sea mediante su contemplación y apreciación consciente como parte del escenario de la ciudad.
Acompaño este texto con algunas fotografías de la exposición, esperando que despierten su curiosidad por el trabajo y legado de este gran maestro carioca que logró integrar arte y arquitectura con tal armonía que llevó el espacio arquitectónico a una nueva dimensión.
———————————-
Texto y fotografías de Sandra Hernández, arquitecta y fotógrafa. Su pasión por el tema urbano y su acontecer cotidiano le ha llevado a explorar el mundo desde estas dos disciplinas cuya práctica está estrechamente ligada: una complementa a la otra.
Cuando no está de viaje trabajando en algún proyecto, divide su tiempo entre las ciudades de Quebec, Canadá y Querétaro, México.
www.vitaflumen.com
Instagram: @Vita_Flumen / Facebook: @VitaFlumen1
