En el templo de la Santa Cruz yace una de las leyendas más famosas de Querétaro, el extraño árbol con espinas en formas de cruz, que inicia con el monje franciscano Antonio Márgil de Jesús en 1697 clavando su bastón en el huerto de este recinto, el cual creció como árbol con espinas en forma de este símbolo católico.
En el llamado Cerro del Sangremal, el 25 de julio de 1531 la población chichimeca local y españoles se enfrentaron en una batalla que se vio concluída cuando apareció una luz resplandeciente y una cruz, donde se podía ver al apóstol Santiago, sobre un caballo blanco.
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Este mito marca el inicio de la ciudad de Querétaro, pues los chichimecas al ver dicho fenómeno decidieron rendirse y con ello dar pauta a la ocupación de la zona donde, en el siglo XVII, se edificó el templo de la Santa Cruz en honor a este suceso, por los franciscanos.
Fue el franciscano Antonio Márgil de Jesús, también conocido como "el fraile de los pies alados" quien en su visita al convento de la Santa Cruz clavó su bastón en el patio del monasterio hasta que retoñó en un árbol que produce espinas con forma de cruz, por lo que se consideró a dicho árbol en un milagro viviente.
Cabe señalar que el padre Márgil de Jesús evangelizó durante 14 años parte de Centroamérica, desde El Salvador, Nicaragua, posteriormente Costa Rica y la selva Lacandona, hoy Chiapas, en México, sitios donde se tiene la creencia de que pudieron brotar plantas similares.
Aunque la leyenda persiste en la entidad, diversos científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han descrito que este árbol es una acacia de tres espinas, de la familia Fabaceae; no produce fruto y puede llegar a medir hasta 20 metros de altura en menos de 40 años, resistente a la sequía.
La historia ha cobrado la atención de propios y extraños, de creyentes que adquieren estas espinas dentro del templo de La Cruz, como parte de su financiamiento, así como de personas no creyentes a quienes estas narraciones les envuelve y que da cuenta de un sinfín de historias que se encuentran en Querétaro.
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Además de las espinas en forma de cruz, actualmente parte de este ahora exconvento está abierto al público, logrando apreciar en su interior algunas áreas como la antigua cocina y cámara de refrigeración natural, el comedor, la celda-prisión de Maximiliano de Habsburgo y pinturas de los siglos XVII y XVIII. Asimismo, se encuentra la fuente a donde llegaba el agua que conducía al Acueducto.
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