Hablar del pulque es adentrarse a la historia de esta bebida mexicana, pues según cuentan los conocedores está inicia desde la época prehispánica cuando se elaboraba a partir de la fermentación de la savia, que es conocida como el aguamiel.
Según cuenta don Domingo Bello, quien proviene de familia dedicada a estos menesteres desde sus bisabuelos, las plantas de maguey pasan entre 12 y 15 años para rasparse, se sabe que está a punto, cuando se asoma el “quiote” (que es donde se raspa). Dependiendo de su tamaño pueden ser las veces que se raspe; uno grande alcanza medio año de vida y puede dar de tres a un litro de aguamiel y dos veces al día es el proceso de extracción.
Para el señor Bello aunque muchos han querido desprestigiarlo, como la mala historia que inventaron los cerveceros que se fermentaba a base de excremento en lugar de perjudicarles ha traído más gente que gusta de disfrutar su sabor y ahora en muchos lugares preparan los famosos “curados” que son el pulque con frutas y se realizan para quien no aguanta el sabor del fermentado al natural.
Javier Sánchez vecino del barrio de “Tepe” recuerda que hace muchos años ahí por la colonia Lindavista había varias pulquerías, - pero de las buenas- cuenta, para proseguir “había una que te daban tu jarro y te ponían tripas con tortillas y un molcajete de salsa de chile guajillo, eso ya no se usa”.
Hoy en día en la Sierra Gorda queretana es muy común que en varios puestos incluso a pie de carretera se pueda encontrar en venta esta bebida, que incluso, se da a mujeres en época de lactancia pues según dicen les ayuda a “tener mejor leche” verdad o mito tomarse una tacita de la bebida de dioses no le hace mal a nadie.