Ya más de un año que no estoy en esta columna (si es que las cuentas no me fallan), pero este 2024 tengo la convicción de regresar a escribir, así que espero vengan a leerme y a comentar.
¡Total! Mucha intro, entremos a la carnita … yo sé que el tema de hoy es lo “coquette”, lo “tumbette”, etc., pero yo quería regresarme un par de mesesitos antes, cuando estuvo de “moda” el “grooming” gracias a que el esposo de una conocida beauty blogger nos confesó públicamente que la “conquistó” cuando ella era casi que una niña y él pues un don divorciado y hasta con un hijo, al menos había 14 años de diferencia entre ellos, y aunque ahí se veían muy felices y nos lo quisieron vender como una historia de amor éxitosa, la realidad es otra preciosa, y muchas mujeres nos dimos cuenta de eso, de hecho la beauty blogger comentó que terminó peleada con su mamá porque no aceptaba la relación y que al minuto 1 que fue mayor de edad, se fue con él, tristísimo si me lo preguntan.
Justo cuando supe de esa polémica, estaba yo escuchando el podcast En boca cerrada: lo que nunca se dijo sobre el caso Trevi-Andrade donde Maria Raquenel Portillo, alias Mary Boquitas, cuenta la historia desde su experiencia y narra perfecto como Sergio Andrade la conoce a los 14 años, cuando ella estaba totalmente enfocada en la música, sin amigos en la Ciudad de México, porque tuvo que migrar para que él fuera su maestro, sin tener ninguna red de apoyo, más que su mamá; él se convierte en su referente, en la figura de admiración y respeto para ella y él, ni tarde ni perezoso, poco a poco comienza a seducirla, le pide mantener la relación en secreto, le dice que sus papás son los que están mal porque no los quieren ver juntos, etc., y un día cualquiera le dice que se casen. Ella ni siquiera entendía que pasaba, pero terminaron yendo a la casa de sus papás para confesarles su “amor” y decirles que se iban a casar, y que si no aceptaban el matrimonio pues de todos modos se la iba a llevar. Y pues amigues, ahí comienza su infierno, porque una vez casada y siendo menor de edad, él tiene toda la autoridad legal sobre ella, porque esos violentadores, tontos no son, saben perfectamente qué quieren, cómo y cuándo lo quieren.
Y esa escena, cuando sus papás la “entregan” a su violentador me resonó en la memoria cuando vi Priscilla hace unas semanas, una niñita de 14 años solitaria es elegida por unos depredadores– no sé de que otra manera decirlo–, para presentársela al famosisisisisisisisísimo Elvis Presley, un hombre adulto que decide mostrarse “vulnerable” ante una niña de secundaria para que lo apapache y comiencen una relación ¡claro! Un hombre adulto “de-cen-te” porque va a pedir la autorización de los padres para cortejarla, etc., hasta que decide llevársela a otro país porque a él le conviene más, por supuesto, ¿Y los padres? ¿Qué opciones tienen ante esta situación? Tu hija adolescente manipulada y obsesionada por el hombre más deseado del mundo en ese momento, rico, guapo ¿Qué haces? Pues ellos la entregaron legalmente a su violentador, tal como le paso a Raquenel Portillo, y pues ahí el Elvis la convierte en su Madonna, en su “poupée”, sin familia, sin amigos, solo a estar dispuesta para cuando él lo necesitará, sin más aspiraciones, más que ver feliz a Elvis. Horrible todo.
Y esto me lleva a la última historia, y recomendación, por si no se han dado cuenta, para reflexionar acerca de este tema del grooming, el libro de El consentimiento de Vanessa Springora, otra niñita de 13 años, que en una cena de amigos de su mamá conoce a Gabriel Matzneff , un escritor francés multipremiado, 36 años mayor que ella que comienza a endulzarle el oído para tenerla bajo su dominio psíquico y sexual, por (más) desgracia, a ella le toca vivir en la época del celebrado “prohibido prohibir” lo que facilitó mucho más las puertas a su depredador, porque aunque la gente decía abiertamente que era un pedófilo, y él tenía publicaciones acerca de su preferencia y gusto por menores de 16 años, y de que Vanessa no era la primer niña violentada, a la mamá no le quedó de otra que aceptar la relación ¿Por qué? Porque niña manipulada y encaprichada en que ese hombre es el hombre de su vida.
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Y entonces si regresamos a leer todas las historias en forma resumida que les he contado, es la misma historia, simplemente en épocas diferentes: un hombre mayor que elige a una niña para manipularla y someterla a sus deseos. Lo peor viene cuando las niñas crecen, se hacen adultas y ahí, ¡pum! Despiertan, se dan cuenta de todas las violencias que soportaron, de todas las cosas que no hicieron, no entienden si fueron violadas o no, porque como dice Vanessa en su libro: "¿Cómo puedes admitir que has sido abusado cuando no puedes negar que has consentido?". Una cosa fuertísima, la verdad muy difícil de asimilar, aún como espectador, no sé cómo es cuando lo has vivido, pero algo que decía Vanessa a su madre –que se me quedó super grabado y que me parece fuertísimo–: “¿Por qué no hiciste más? Al final, yo era solo una niña”, neta esa frase me rompe el corazón, porque tiene razón, era una niña que tendría que haber estado jugando en el parque o ensayando coreografías con sus amigas ¡no sé! Todo menos estar en un motel con un hombre que podría ser su padre haciendo con ella lo que a él le place, me enoja muchísimo este panorama, y espero que a ustedes también les llegue un poco el coraje que siento al narrar estos pensamientos, porque, aunque no seamos padres, o madres, nos toca cuidar a las infancias, nos toca respaldarlas y orientarlas para que su mundo sea lo mejor posible. Y a lo mejor se preguntan, ¿qué puedo hacer yo? Es muy simple: ¿Tienes un amigo de 40 que anda con una de 20? Señálalo. ¿Tu amiga maestra esta aburrida y decidió salir con su alumno de 16? Repórtala, empecemos por no normalizar, o hacernos los ciegos, a estas conductas que están mal, no deberían suceder y le destruyen la vida a los niñes.
Y pues ya, no voy a intensear más, ojalá puedan checar alguna de estas recomendaciones y escribirme para comentarlas. Y a saben que yo vivo en IG como @lagartijilla83 y siempre les contesto, a menos que digan tonterías. Los quiero, bye.
