Mi primera colaboración al suplemento cultural Barroco, con la que inauguré el espacio de El Libro de Cabecera, la envié el mediodía del martes 15 de diciembre del 2015. Desde entonces, gracias a mi amiga Margarita Ladrón de Guevara, periodista, escritora, gestora cultural, lectora compulsiva y fundadora del suplemento, es que puedo contar con un espacio de opinión, crítica y diálogo en torno a los libros, la cultura y las artes. Se trató de una reseña crítica titulada ¿Quién demonios es la chica del tren?, respecto al libro La chica del tren de Paula Hawkins.
Aunque desde 2007 ya había tenido participaciones intermitentes en el suplemento, gracias al apoyo de mi gran maestra Angelina Camargo Breña, entonces titular de comunicación social del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, a cargo entonces del gran Manuel Naredo, y con la complicidad de Margarita, El Libro de Cabecera se ha mantenido de manera interrumpida hasta la fecha, gracias al soberbio trabajo editorial de Donna Oliveros.
Gracias a mi trabajo en Barroco he tenido oportunidad de conversar con Eduardo Milán, Blas César Terán Páramo, Felipe Restrepo Pombo, Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, Richard Galliano, Aline Peterson, Francisco Martín Moreno, Paulina Aguado, Verónica Carranco, Phillipe Sands, Florentino Chávez, Edmundo González Llaca, Frédéric Martel, José Juan López, Beatriz Rivas, Javier Álvarez, Mafalda Arnauth, Rosa Beltrán, Vicente Leñero, Isabel Custodio, Carlos Dorantes, Julieta Márquez, Jorge Solís Arenazas, Gustavo Ott, Marcela Herbert, Uriel Bravo, Cristina Medellín, Alfredo Montané, Rafael Tovar y de Teresa, Laura Chávez Blanco, José Ramón Ruisánchez, Tamara Cohen, Laura Corvera, Raquel Tibol, Guadalupe Zárate Miguel, Claudia Verónica Gil Estrada, Valerio Gámez, Mario Bellatín, Joan Tarrida, Ignacio Padilla, César Aira, Enrique Krauze, Xavi Ayén, Cees Nooteboom, Luis Alberto Arellano, Mariana Hartasánchez, entre muchos otros cuya involuntaria omisión no mellan en mi memoria.
Asimismo, he tenido la fortuna de compartir espacios con Paco Rabell, primer actor y maestro de varias generaciones de artistas que, con el tiempo, han convertido las paredes del Corral de Comedias en un álbum familiar; además de Manuel Naredo, Andrés Garrido del Toral, Edgardo Moreno Pérez, Uriel Bravo, Juan Antonio Isla Estrada, Margarita Ladrón de Guevara, entre muchas plumas más.
En Barroco, se promueven el debate y la reflexión en torno a temas culturales y sociales. Desde nuestro espacio hemos hecho un esfuerzo por abrir el diálogo y la crítica en torno a la actividad artística, especialmente en el ámbito literario. El domingo 9 de octubre del 2016, por ejemplo, en las páginas de Barroco pronosticamos la entrega del Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan, hecho que se concretó el jueves 13.
En Querétaro, Barroco ha sido una plataforma a través de la cual se fomenta y promueve la cultura en nuestra entidad y en México, contribuyendo a constituir una sociedad más informada, crítica y reflexiva. Por su estilo y su permanencia, Barroco ha logrado atraer a un público cada vez más amplio, y por su diversidad los lectores interesados en la cultura pueden ser atraídos por artículos sobre arte, música, literatura, cine, teatro y otros temas culturales.
Promueven el debate y la reflexión: Los suplementos culturales pueden ser una plataforma para el debate y la reflexión en torno a temas culturales y sociales. Los escritores, críticos y comentaristas pueden ofrecer diferentes puntos de vista y generar discusión y reflexión crítica.
En su decimoquinto aniversario decíamos que ante cierta disyuntiva institucional que condena a la cultura a un mero espectáculo perpetuo, o a la efímera efeméride que recurre a la nostalgia o a la exaltación del pasado, dichos espacios problematizan y proponen nuevos ámbitos de dinamización de la vida cultural contemporánea.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
Ese espacio lo ocupa el suplemento cultural Barroco desde hace ya diecinueve años. Insisto: pocos medios nacionales entienden la pertinencia de los suplementos culturales; son casi nulos a nivel local. La mayoría prefiere utilizar sus espacios para rubros más redituables, prescindiendo arbitrariamente de la cultura para optar por la frivolidad o la inserción de notas genéricas de agencias.
A diecinueve años, además de su presencia, es necesario que Barroco siga consolidándose y creciendo, que crezca, que dé un paso hacia la digitalización para configurar integración un proyecto más ambicioso, no solo porque lo merece, sino porque la sociedad queretana lo demanda.
Hoy como siempre, ¡larga vida al suplemento cultural Barroco!
