El calendario es una cuenta sistematizada del transcurso del tiempo, utilizado para la organización cronológica de actividades. Su origen data 8 mil años a.C. y a lo largo del tiempo ha sido modificado y adecuado a las civilizaciones. En la actualidad, el calendario es un artefacto que se puede tener en la palma con cientos de aplicaciones en el celular, convirtiendo a su versión impresa en una pieza de museo.
En México, desde hace 100 años, la empresa Landin se ha convertido en una de las generadoras de calendarios más importantes y conocidas del país, de la mano de esta empresas es que desde hace tres años se creó el Museo del Calendario (Mucal) en Querétaro, con una colección que reúne fechas desde1903 hasta el 2017.
“Los calendarios son indispensables; suponemos que surgió por la necesidad de comer y cómo comenzaron a observar que había semillas que germinaban, comenzaron a contar los días que llevaba este proceso”, refirió en entrevista Fernando Loyola, director del Mucal.
A lo largo de 19 salas, la museografía del recinto aborda la historia del calendarios, sus formatos, procesos de impresión, pintores y la exhibición de éstos, convirtiéndolo en un espacio único en su tipo y con una de las colecciones más atractivas, según relató. Exhibe más de 200 piezas en total.
Entre un verde jardín que se convierte atractivo también de este recinto y un museo de sitio, los pasillos de esta casona recorren el tiempo de la misma forma que un calendario la marca en el día a día; las ilustraciones por un lado, muestran las diferentes perspectivas sociales del país, los retratos de esos personajes que dejaron su huella, los estándares y estereotipos de la mujer, las modas, las costumbres, los ideales, la historia de un país por sí misma. La forma en la que estos artefactos han sido modificados y cómo han sido una constante dentro de la cultura popular y publicitaria; siendo estos los que marcan el paso de un año en las carnicerías, las tiendas de abarrotes, oficinas o el mismo hogar.
¿Cómo surgen los calendarios?
“Tener el control del tiempo originalmente fue conocer los ciclos de la luna, las estaciones del año y con ello la crecida de los ríos, las mareas, la siembra, la cosecha, etc. Y así en una repetición de ciclos, a lo largo de los años se ubicaron fiestas, ceremonias, tradiciones en sí, que forjaron la cosmovisión de cada una de las civilizaciones: babilonios, egipcios, chinos, mayas, romanos, etc. crearon su calendario basado en la observación del ciclo lunar o solar. Mirar el cielo, fue mirar el tiempo”, explican.
La museografía presenta en las primeras salas un recorrido por el sistema solar, como primer antecedente de la contabilización de días, más adelante la forma en la que otras culturas lo registraron, por lo que incluye una réplica de tamaño natural del Calendario Azteca tallado en madera. Dando paso a la historia en la que el contenido del tiempo quedó a cargo de los religiosos, quienes llevaban un control de las estaciones del año y las cosechas.
El primer calendario de la pared fue elaborado en 1890 y fue elaborado en Estados Unidos, y fue el preludio para lo que vendría después: pinturas encargadas por anunciantes para promover sus productos en un objeto que estaría a la vista durante todo el año.
Los pintores de calendario
Cuatro salas después comienza el recorrido por las obras de los artistas que plasmaron su interpretación de la cultura de su época en cada uno de los calendarios; el recorrido comienza con Manuel Piña Vigueras, Santiago, Sandurni Pernía, Ángel Martín Merino, Raúl Viera Figueroa y Jesús de la Higuera, quien se convirtió en uno de los pintores más importantes de calendario, ya que a lo largo de 40 años realizó más de 600 pinturas que fueron plasmadas en diferentes calendarios. “Los que tenemos aquí son una reproducción exclusiva”, dijo.
“El museo habla de la importancia que tienen los pintores, los que hemos conocido o hemos podido investigar, están puestas en la salas y ahí se ve que todos tienen historias importantes”, sumó.
Después de un recorrido por la obra de casi 20 artistas del calendario, se da paso a la exposición que atrae al mayor público que lo visita, pues en ella se exponen almanaques con fechas que van desde 1903 hasta el 2016, lo que invita a los visitantes a buscar la fecha de su nacimiento y se toman la foto. Este último compilado de salas se divide por décadas y próximamente ampliará su colección con la incorporación de nuevos calendarios.
Tres años de una lucha independiente
Fue un 21 de mayo cuando las puertas del Mucal abrieron, “desde entonces estamos funcionando y hemos ido creciendo y cada vez más haciendo ventas y cursos, talleres, presentaciones, aparte de lo que ofrece el Mucal, obviamente. Cómo un atractivo muy importante es esta colección, es única y este es único en el mundo.”, reiteró su director.
Sin embargo el costearlo no ha sido algo sencillo, pues pese a sus esfuerzos para ser un espacio autofinanciable la baja de afluencia pareciera ser un impedimento.
“Lo mantiene la fábrica, tratamos de hacerlo sustentable. El dueño decía no hacerlo negocio, pero sí algo a lo que no le metamos dinero. Es difícil, porque nunca las entradas son tantas. Simplemente se sostiene, sabemos que el problema en México es que la cultura no es negocio, no se fomenta”, señaló.
Pese a los esfuerzos, en tan sólo un día (domingo) su máximo alcance es de 100 personas, mientras que lo demás días es más baja la afluencia; principalmente se apoyan de las visitas de las escuelas, pero en su mayoría son primarias, cuya entrada al museo es gratuita.
El Mucal es un atractivo principalmente para el turismo, registrando en épocas vacacionales su mayor asistencia; de igual manera, Loyola refiere que derivado de actividades como la Noche de Museos, así como la apertura que tienen en la sala de exposición temporal, el auditorio y patio para la presentación de libros, conciertos y hasta obras de teatro, es como han logrado acercar cada vez más al público a este lugar.
