/ jueves 28 de enero de 2021

Plaza de las Tamboras

Cartografía del tiempo

“Toda la historia es historia contemporánea”, escribió Benedetto Croce (1991) señalando que por lejanos que parezcan cronológicamente los hechos, la historia está siempre referida a la necesidad y a la situación presente donde, como dice Le Goff, «repercuten las vibraciones de esos hechos»


Andanza

Actualmente el espacio donde se encontraba la Plaza de las Tamboras es el Andador Reforma; donde inicia Río de la Loza. La plaza ubicada atrás del templo de la Merced. Es un área que nos refiere historias y memorias de las mentalidades de generaciones pasadas que habitaron en nuestra ciudad. Al paso del tiempo se olvidó su nombre y como muchos otros casos, solo hay especulaciones. Una posibilidad puede ser que su nombre derivara de los pífanos y tambores que acompañaban las marchas por la ciudad para solicitar fondos y construir el templo de la Merced. Terminaban justo en ese lugar; donde se llevaban a cabo jornadas de trabajo voluntario además de kermeses, tómbolas y peleas de gallos. La edificación duró casi tres cuartos del siglo XIX, y quedó todavía inconclusa la cúpula y la torre-campanario.

La ubicación original del templo y hospicio de la Merced, como vimos en la entrega pasada; estuvo en la actual calle de Altamirano norte. Era "pequeño y humilde" por lo que se pensó en erigir uno más amplio de cal y canto, "más digno de ser casa de dios" (Zelaá. 1803). Con las donaciones y la generosidad de mecenas se logró comprar un terreno por la calle de Cornelio –hoy Independencia Ote.– al iniciar el siglo XIX.

En el entorno de la Calle de Cornelio, se encontraban las calles de la Degollada (entre Reforma e Independencia), callejón de Diamante (Altamirano entre Independencia y Andador Progreso), callejón de la Zarabanda o –de las Tamboras– (Río de la Loza, entre Independencia y Progreso), calle del Contagio (Reforma ente Río de la Loza y Altamirano), calle del Regocijo (Río de la Loza, entre V. Carranza e Independencia), calle del Zumbido (Río de la Loza), Calle Alta de la Santa Cruz. –Independencia Ote.–. En el plano de 1844, manzana 40, se aprecia el solar donde se ubica el templo de los mercedarios y el espacio de la plaza de las Tamboras.

Testimonio

Guillermo Prieto en la mitad del siglo XIX, estuvo en la ciudad de Querétaro hospedado en el Mesón del Águila Roja –Actual Delegación Centro Histórico–, y nos refiere que: "Me despertó la algarabía de chicos y hombres que pasaban por la calle armando zambra; daba pábulo a la descomunal algaraza el tamboril monótono y el sonido retozón de muchos pífanos [...] en un estandarte se –leía–. >Para la obra de la Merced>." Los que formaban la romería eran campesinos con sus sombreros de palma, calzón de manta, gabán al hombro y calzados con huaraches de correas. El "come solo" con su pito y tamboril abría el desfile. Un fraile mercedario llevaba un gallo debajo del brazo, la recolección era para restaurar el templo "perdido entre callejones [...] de día ardillas y lagartos, de noche murciélagos y demás pájaros nocturnos". Lugar donde brotaban zarzas y malezas, refugio de "galanes callejeros". Tramo de la ciudad considerado como peligroso por la oscuridad y lo sinuoso de sus calles y descampados. El desfile hacía un alto de vez en cuando para que el fraile dirigiera algunas palabras a la multitud que se arremolinaba a su alrededor. La caravana se encaminaba al río para llevar piedras hasta el solar de la Merced, a manera de limosna muchos carreteros ofrecían un viaje sin costo para el acarreo de piedras. El fraile reclutó albañiles para que donaran media hora de su trabajo en la erección del templo. Además de recolectar cal, arena y otros materiales. En la Alhóndiga, las tiendas de abarrotes, los estanquillos se veían pequeños cajoncitos con la imagen de la virgen de la Merced para que se depositaran las donaciones en especie: maíz, frijol, piloncillo y más... Las familias tenían una alcancía para depositar sus limosnas con un tanto por ciento de su ingreso mensual. Prieto nos relata en sus Viajes de Orden Suprema: "El templo ya descuella sobre los más altos edificios, su arquitectura sencilla, sus columnas, sus altares ya diseñados, la bóveda al cerrarse".

Templo de la Merced

El mercedario fray José Lozano y su hermano Florentino fueron denunciados como simpatizantes de la conspiración de Independencia en 1810. Por lo cual se frenaron los trabajos de construcción de un nuevo hospicio y templo. Las guerras de Independencia y las posteriores entre los diferentes grupos que se diputaban el poder también influyeron en las demoras de la obra. Al mediar el siglo XIX comenzaron los trabajos con mayor constancia para levantar un nuevo templo. Continuaron con la obra fray Joaquín Ramírez y fray Manuel Iturbe en 1850. Fray Francisco Castillo colocó la primera piedra para la erección del templo –otros que continuaron las faenas–, Fray Felipe Martínez fue quién abrió el culto en 1870. El 23 de mayo de 1879 se efectuó la solemne bendición y dedicación, aun sin concluir en su totalidad la construcción. Destacan en su fachada neoclásica las esculturas de Ramón Nonato y Pedro Nolasco flanqueando a la Virgen de la Merced. Al interior sobresalen los magníficos frescos que decoran la bóveda; aparentan retablos, con sus columnas y angelillos que sobrevuelan entre hojarascas y cortinas con borlas. La imagen de Nuestra Señora de la Merced, que se encuentra en el altar mayor es obra de José Mariano Perrusquía; uno de los destacados artistas que llamaron los "tres Marianos" y produjeron su obra en el último tercio del siglo XVIII y primera década del siglo XIX. Al iniciar el Nuevo Milenio, el inmueble fue restaurado y fue construida la cúpula.

En la próxima entrega seguiremos en el perímetro de la Plaza de las Tamboras.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Enero de MMXXI.


“Toda la historia es historia contemporánea”, escribió Benedetto Croce (1991) señalando que por lejanos que parezcan cronológicamente los hechos, la historia está siempre referida a la necesidad y a la situación presente donde, como dice Le Goff, «repercuten las vibraciones de esos hechos»


Andanza

Actualmente el espacio donde se encontraba la Plaza de las Tamboras es el Andador Reforma; donde inicia Río de la Loza. La plaza ubicada atrás del templo de la Merced. Es un área que nos refiere historias y memorias de las mentalidades de generaciones pasadas que habitaron en nuestra ciudad. Al paso del tiempo se olvidó su nombre y como muchos otros casos, solo hay especulaciones. Una posibilidad puede ser que su nombre derivara de los pífanos y tambores que acompañaban las marchas por la ciudad para solicitar fondos y construir el templo de la Merced. Terminaban justo en ese lugar; donde se llevaban a cabo jornadas de trabajo voluntario además de kermeses, tómbolas y peleas de gallos. La edificación duró casi tres cuartos del siglo XIX, y quedó todavía inconclusa la cúpula y la torre-campanario.

La ubicación original del templo y hospicio de la Merced, como vimos en la entrega pasada; estuvo en la actual calle de Altamirano norte. Era "pequeño y humilde" por lo que se pensó en erigir uno más amplio de cal y canto, "más digno de ser casa de dios" (Zelaá. 1803). Con las donaciones y la generosidad de mecenas se logró comprar un terreno por la calle de Cornelio –hoy Independencia Ote.– al iniciar el siglo XIX.

En el entorno de la Calle de Cornelio, se encontraban las calles de la Degollada (entre Reforma e Independencia), callejón de Diamante (Altamirano entre Independencia y Andador Progreso), callejón de la Zarabanda o –de las Tamboras– (Río de la Loza, entre Independencia y Progreso), calle del Contagio (Reforma ente Río de la Loza y Altamirano), calle del Regocijo (Río de la Loza, entre V. Carranza e Independencia), calle del Zumbido (Río de la Loza), Calle Alta de la Santa Cruz. –Independencia Ote.–. En el plano de 1844, manzana 40, se aprecia el solar donde se ubica el templo de los mercedarios y el espacio de la plaza de las Tamboras.

Testimonio

Guillermo Prieto en la mitad del siglo XIX, estuvo en la ciudad de Querétaro hospedado en el Mesón del Águila Roja –Actual Delegación Centro Histórico–, y nos refiere que: "Me despertó la algarabía de chicos y hombres que pasaban por la calle armando zambra; daba pábulo a la descomunal algaraza el tamboril monótono y el sonido retozón de muchos pífanos [...] en un estandarte se –leía–. >Para la obra de la Merced>." Los que formaban la romería eran campesinos con sus sombreros de palma, calzón de manta, gabán al hombro y calzados con huaraches de correas. El "come solo" con su pito y tamboril abría el desfile. Un fraile mercedario llevaba un gallo debajo del brazo, la recolección era para restaurar el templo "perdido entre callejones [...] de día ardillas y lagartos, de noche murciélagos y demás pájaros nocturnos". Lugar donde brotaban zarzas y malezas, refugio de "galanes callejeros". Tramo de la ciudad considerado como peligroso por la oscuridad y lo sinuoso de sus calles y descampados. El desfile hacía un alto de vez en cuando para que el fraile dirigiera algunas palabras a la multitud que se arremolinaba a su alrededor. La caravana se encaminaba al río para llevar piedras hasta el solar de la Merced, a manera de limosna muchos carreteros ofrecían un viaje sin costo para el acarreo de piedras. El fraile reclutó albañiles para que donaran media hora de su trabajo en la erección del templo. Además de recolectar cal, arena y otros materiales. En la Alhóndiga, las tiendas de abarrotes, los estanquillos se veían pequeños cajoncitos con la imagen de la virgen de la Merced para que se depositaran las donaciones en especie: maíz, frijol, piloncillo y más... Las familias tenían una alcancía para depositar sus limosnas con un tanto por ciento de su ingreso mensual. Prieto nos relata en sus Viajes de Orden Suprema: "El templo ya descuella sobre los más altos edificios, su arquitectura sencilla, sus columnas, sus altares ya diseñados, la bóveda al cerrarse".

Templo de la Merced

El mercedario fray José Lozano y su hermano Florentino fueron denunciados como simpatizantes de la conspiración de Independencia en 1810. Por lo cual se frenaron los trabajos de construcción de un nuevo hospicio y templo. Las guerras de Independencia y las posteriores entre los diferentes grupos que se diputaban el poder también influyeron en las demoras de la obra. Al mediar el siglo XIX comenzaron los trabajos con mayor constancia para levantar un nuevo templo. Continuaron con la obra fray Joaquín Ramírez y fray Manuel Iturbe en 1850. Fray Francisco Castillo colocó la primera piedra para la erección del templo –otros que continuaron las faenas–, Fray Felipe Martínez fue quién abrió el culto en 1870. El 23 de mayo de 1879 se efectuó la solemne bendición y dedicación, aun sin concluir en su totalidad la construcción. Destacan en su fachada neoclásica las esculturas de Ramón Nonato y Pedro Nolasco flanqueando a la Virgen de la Merced. Al interior sobresalen los magníficos frescos que decoran la bóveda; aparentan retablos, con sus columnas y angelillos que sobrevuelan entre hojarascas y cortinas con borlas. La imagen de Nuestra Señora de la Merced, que se encuentra en el altar mayor es obra de José Mariano Perrusquía; uno de los destacados artistas que llamaron los "tres Marianos" y produjeron su obra en el último tercio del siglo XVIII y primera década del siglo XIX. Al iniciar el Nuevo Milenio, el inmueble fue restaurado y fue construida la cúpula.

En la próxima entrega seguiremos en el perímetro de la Plaza de las Tamboras.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Enero de MMXXI.


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