La Capilla del Cerro de las Campanas o Capilla de Maximiliano, está inmersa en varios mitos relacionados con su construcción, ya que mientras alguna parte de la historia refiere que fue el gobierno francés el encargado del levantamiento, otros como el
Doctor Andrés Garrido del Toral (qepd), en las cápsulas transmitidas por la Secretaría de Cultura del estado, asegura que fue Porfirio Díaz quien lo mandó construir para volver a tener una buena relación diplomática con el gobierno francés.
Pero la historia y leyendas van más allá de los acontecimientos propios de los sucesos relatados, pues mientras la famosa capilla, para los liberales, es expiatoria, porque Maximiliano está purgando sus penas; para los conservadores es propiciatoria, pues el alma de Archiduque, por fin descansa en paz.
A decir de las cápsulas transmitidas por el Museo de la Restauración, tras el ejecutamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía, varias personas levantaron tres cruces para señalar el sitio donde cayeron los cuerpos inertes de los personajes; para 1883 en el mandato del gobernador Rafael Olvera, una piadosa mujer de nombre Emilia Soto, mandó levantar tres pilastras, finamente labradas en cantera rosa y posteriormente se les añadió un enrejado, dado al vandalismo del que fueron objeto.
Y aquí es donde comienzan las dos versiones de la edificación del recinto; a decir de varios historiadores como lo refiere en sus cápsulas Garrido del Toral, el Emperador austriaco, Francisco José, hermano de Maximiliano mandó construir la capilla, siendo el arquitecto vienés, Maximiliano Von Mitzel, quien se encargó del proyecto de edificación.
La otra versión es la que narra, el mismo cronista, y es basada en copiosa correspondencia entre Porfirio Díaz, entonces Presidente de México y el ex militar alemán Johann Carl Von Khevenhüller – Metsch, donde el mandatario pretende limar asperezas con el gobierno Austro- Húngaro, y entonces, es que, Carl Von Khevenhüller, le propone a petición de el Emperador, construir una edificación en honor a su hermano, para que su alma descanse en paz, lo cual, mete en serios aprietos a Díaz, pues la acción, no sería vista con buenos ojos por Benito Juárez Maza, hijo del Benemérito de las Américas y el gobierno liberal mexicano.
Pero como en todo, hay siempre una solución, el dictador Díaz encontró la manera de triangular el dinero del gobierno mexicano, enviando este a una cuenta en Nueva York y de ahí finalmente a Austria y con ello poder levantar la capilla en honor a Maximiliano, la cual fue finalmente inaugurada el 10 de abril de 1901, contando con la presencia de la hija de Miguel Miramón, Conchita Miramón Lombardo.
