“El pueblo de Carrillo es de origen prehispánico, las tres etnias que aquí se congregaron fueron la chichimeca, la otomí y la tarasca”, cuenta María Gloria Jiménez; una mujer de no más de 40 años, que desde hace tres décadas es la cronista de la delegación Felipe Carrillo Puerto.
Como parte del Festival de la Ciudad Maxei 2019, y de la conmemoración por los 488 años de la fundación de Querétaro, se propuso al gobierno municipal hacer un recorrido histórico por tres de las 14 capillas que conforman el patrimonio cultural y religioso de esta demarcación.
Para Gloria, conocer las capillas y oratorios familiares de Carrillo, no solo es otra manera de acercarse y profundizar en la historia de este lugar, sino también en la de Querétaro, pues en sus antiguas construcciones, y en la memoria de quienes las resguardan, todavía se conserva el registro del paso de importantes acontecimientos como la Revolución Mexicana y la Guerra de los Cristeros.
“Se vivió muy de cerca la Guerra Cristera. De hecho, nos llama la atención que en 1926, en pleno apogeo, se haya añadido una de las alas del templo Parroquial, lo que quiere decir que a pesar de esta guerra, en la que se perseguía a los católicos, el pueblo de Carrillo fue muy valiente”, asevera la cronista sobre esta edificación, fechada en el siglo XVIII.
En el recorrido, “La catequista” –como también es conocida por la comunidad- condujo al público hasta las capillas de San Juan, San Pedro y San Antonio, narrando durante el trayecto antiguas leyendas que todavía se escuchan por las calles, y describiendo los cambios que ha sufrido Carrillo con la urbanización.
“Carrillo era un vergel, así le decían los antiguos, pero las fábricas fueron quitándole toda el agua… lo ultimo que nos quedaba era La Purísima, un bordo donde la gente de la zona todavía no hace mucho tiempo, se reunía para lavar”.
De acuerdo con la cronista, los 14 barrios que conforman actualmente a Carrillo, surgieron alrededor de oratorios familiares que, al entregarse no hace mucho a la Parroquia, adquirieron el rango de capilla.
Cada edificación consiste en una pequeña estructura colonial, la mayoría construida durante el siglo XVIII, cuya estética, afirma, guarda similitudes con los oratorios de Tolimán. En su interior, el santo de barrio corona el altar, y los objetos más antiguos (ornamentos litúrgicos, sagrarios, libros, muebles y hasta un piano restaurado por Cirilio Cornejo Roldán, uno de los impulsores del conservatorio de música J. Guadalupe Velázquez), son preservados.
“Son parte de la comunidad, son de ustedes, pero se resguardan porque es un patrimonio de todos nosotros, es nuestra historia la que está aquí”, dice Gloria a los asistentes, enlistando algunos objetos perdidos a causa “ del mal tiempo o la mano del hombre”.
Finalmente, Gloria esclarece a los curiosos que el nombre de la demarcación “no se debe al líder agrario de Yucatán”, sino a los carrillos con los que la gente de antes, solía sacar el agua de los pozos.