Historiador, cronista, abogado, pero sobretodo un conocedor del acervo queretano, Alfonso Camacho González, quien a “invitación” de José Guadalupe Ramírez Álvarez se hizo periodista “a fuerzas”, por decirlo de una manera más coloquial, platica con Diario de Querétaro acerca de las tradiciones de Semana Santa en nuestro estado.
Con su peculiar y muy acertado comentario, el ilustre refiere que primero hay que entender el concepto de “tradición” a lo cual lo describe como “el contenido de cada uno de los valores ideológicos, especialmente las que se acentúan de orden culturales que, transmitidos, generacionalmente creen y dan forma a las raíces de una colectividad de un pueblo y se traducen en costumbres, expresiones vertientes de conductas que generan convivencia y crean el folclor abarcado: ritos, devociones, fiestas patronales, la danza, mojiganga, pirotecnia, farolas, sucesos, leyendas, carros, alegóricos, vidas de personajes importantes, gastronomía, vestimenta, música, teatro, literatura, deporte, artesanías, oficios, lenguaje español, incluyendo las lenguas, maternas, vidas en los Barrios y un largo, etcétera”.
De acuerdo con Alfonso Camacho, Querétaro es rico en tradiciones que se viven cotidianamente por la comunidad en plazas públicas, jardines, calles, templos y desde luego al interior de la familia entidad social que se conservan en su memoria, esta riqueza que nos dejaron nuestros antepasados, cuál herencia de la cultura nativa y en su momento de la hispánica, por tal encuentro se produjeron el mestizaje y el sincretismo, valores propios que nos caracterizan que son trascendentales en tiempo y espacio generando así la queretaneidad, es decir, la forma especial de ser de los queretanos.
Entendiendo el concepto de lo que son las tradiciones, en Querétaro como en otros estados, la Cuaresma, tiene costumbres muy arraigadas en el concepto religioso de un estado provinciano, donde nuestros antepasados, se regían por costumbres más espirituales, donde se acostumbraba vestir de luto, no comer carne, llevar una vida más recatada, en los días Santos no se escuchaba música, no televisión y mucho menos salir de vacaciones o a las albercas, “son días de guardar, de reflexionar y sentir verdadero dolor por la muerte y pasión de Jesucristo”, decían las abuelas.
En el Querétaro de antaño desde el Miércoles de Ceniza, las personas se preparaban con ejercicios cuaresmales, así mismo se reunían para vivir la experiencia del Romancero de la Vía Dolorosa, poema del padre Benjamín Sánchez Espinosa, que se hizo llamar Fray Asinello, que reflexiona poéticamente a través de versos profundos sobre las 14 estaciones del Viacrucis, romancero que se presenten en templos queretanos y a veces en lugares públicos, desde hace aproximadamente más de 20 años, por lectores declamadores básicamente actores de teatro por su trayectoria escénica.
Entre otras tradiciones se destaca el Altar de Dolores, dedicado a la Virgen María con sus elementos de dolor y esperanza, las típicas aguas frescas de limón con chía y jamaica, que recuerdan las lágrimas de la madre de Jesús. Este acto se realiza el viernes anterior al inicio de la Semana Santa, luego llega el Domingo de Ramos, recordatorio de la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén, acto que conlleva la bendición de las Palmas, obras artesanales de los tejedores de este material.
Para el Jueves Santo, la visita a los siete Altares creaciones artísticas, admirables que muestran la instauración de la Eucaristía y se realizan en templos y comunidades de Querétaro, cuando se recuerda la última cena de Jesucristo con sus apóstoles y el lavatorio de pies. Grupos de actores se preparan a las afueras de los templos o en plazas públicas para comenzar la pasión y muerte de Jesucristo. Para el Viernes Santo estos grupos inician el llamado Viacrucis Viviente donde desde temprana hora dan inicio a la presentación de Jesús ante los tribunales donde Pilatos y Herodes, condenan al hijo de Dios a la muerte de cruz y se comienza el andar, las Tres Caídas, la coronación y los pasajes bíblicos para llegar al lugar marcado para la crucifixión.
La Procesión del Silencio es un acto épico en la capital queretana, fundada por el sacerdote José Morales Flores, cura párroco de la parroquia de Santa Ana y el padre Ernesto Espitia Ortiz, franciscano del templo y convento de La Cruz. Dicha Posesión data desde el Viernes Santo de 1966 que fue la primera vez salió a recorrer las calles del centro de la ciudad y en este año está cumpliendo 58 años de presencia en Santiago de Querétaro.
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En ella participan grupos de hombres y mujeres llamados cofradías con túnicas y capirotes, los hombres de diversos colores, portando imágenes que identifican su cofradía, e igual las mujeres con vestimenta adecuada y velos. En ambos casos, cubren el rostro. Los hombres cargan cruces pesadas, hechas de troncos, de mezquite y otros árboles, señal de penitencia.
La misa de Pascua se realiza el Domingo de resurrección y ese mismo día por la tarde noche, ya sea en la ciudad en comunidades, existe la tradición de la quema de figuras de cartón, representando a diversos personajes cuyo sentido es recordar de manera justiciera en el imaginario colectivo la entrega traicionera de Cristo que hizo Judas Iscariote uno de sus apóstoles a los judíos. Los llamados Judas son tradición de hace muchos años referida al arte popular de la cartelería y pirotecnia obras de nuestros artesanos queretanos.