/ domingo 19 de febrero de 2023

Cubanos reinventan a su país en escena: “Nuestra exigencia es construir nuestra propia realidad”

Teatro El Portazo presentó en La Gaviota Teatro una corta temporada de El Recitalito: No puedo tengo ensayo, que dejó perplejos y encantados a los espectadores

Como el estruendo de un portazo en una habitación, cinco actores hicieron vibrar el foro de La Gaviota Teatro esta semana. Llegaron a Querétaro hace unos días con una versión para viaje de El Recitalito: No puedo tengo ensayo, en la que reinterpretan la historia política y musical de su país.

Ellos son Barbara Carpio, Raudelis Torres, Adrián Bonilla, Alejandro Castellón, Gabriel Escudero. Todos integran a la compañía Teatro El Portazo; llevan seis meses presentando la obra en diferentes escenarios mexicanos, generando gran conmoción, sobre todo entre los más acostumbrados al teatro de texto o de autor.

Y es que entre el desconcierto del público, que trata de adivinar si lo que está viendo en el escenario es teatro cabaret, performance o una sesión de salsa, los actores van derribando la barrera estética, cultural e incluso geográfica entre ambos países, para hablar de una nueva generación que busca mostrar su propia poética sobre la vida.

“Pertenezco a una generación que llegó tarde a todo a nivel artístico, a nivel de vanguardia, entonces no nos queda nada más que volver a hacerlo pero a nuestra manera, y básicamente ese es nuestro objetivo poético”, dice en entrevista el director general de la compañía, Pedro Franco.

Describe como “pastiche” a esta propuesta escénica, ya que es una amalgama de coreografías, canciones y textos de diversos autores que llevan al público de la risa al llanto para mostrar la realidad de Cuba tal cual la ve la nueva generación, a la que pertenecen los mismos artistas.

“El pastiche a mi me encanta, me divierte, y yo creo que el principal pecado del teatro es aburrir a la audiencia; lo que yo intento aquí es provocar un estímulo y de ahí hilvanar la dramaturgia, la espectacular sobre todo (…)Aparentemente existe incoherencia a nivel artístico pero en realidad esa es la base de lo que nos interesa, descolocar la percepción”.

También te puede interesar leer: Juana de Arco combate en escena la violencia de género

La escenografía y el vestuario también integran símbolos que han sido reinterpretados para conectar con el mensaje. Así que un casco de obrero con la estrella comunista, es para los artistas un símbolo de una utopía que sigue en construcción.

“Hay cierta tendencia a encasillar un proceso, particularmente el cubano. Cuando en realidad actualmente tenemos otras maneras de ejercer el civismo, otra manera de ver la utilidad del arte, y todo eso sigue en construcción…. Nuestra exigencia es construir nuestra propia realidad."

“A mi me gusta que el teatro sea útil, no un teatro que mantenga al público pasivo regodeado en lo estético. Intento crear códigos en escena, trabajar sobre la producción de sentidos, más allá del texto dicho, y trabajando con la integralidad del actor y con su propia biografía”, agrega.

Teatro El Portazo llegó a México en agosto del 2022, desde entonces ha logrado presentar 22 funciones de El Recitalito: No puedo tengo ensayo; el director comparte que actualmente cuentan con fechas en otros foros hasta abril, pero esperan quedarse más tiempo para llegar a más estados de la república mexicana.

También esperan poder programar funciones para dos obras más de su repertorio, la comedia musical Todos los hombres son iguales y una obra de autor Por gusto, escrita por jóvenes dramaturgos cubanos.

El teatro de la isla

Teatro El Portazo nació hace 12 años en la ciudad de Matanzas, Cuba, como una alternativa al teatro joven. Forma parte de un movimiento teatral álgido, aunque pequeño, “es proporcional al país, una isla de 11 millones de habitantes; es pequeño pero muy dinámico y muy sólido y apegado a la tradición del teatro en sí”, asevera el director.

Con esta compañía, menciona que han logrado viajar a Estados Unidos y España, pero ha sido en México donde más tiempo han permanecido; estas experiencias les han permitido conocer de cerca los circuitos teatrales, saber cómo funcionan, cuáles son sus estrategias de sobrevivencia y cómo perciben la profesión.

“He observado que en México la figura del director se mueve independiente a la figura de compañía o de grupo, nosotros tenemos una tradición muchísimo más grupal o de compañía, en colectivo; es decir, el artista o creador individual no se le da tanto notoriedad como al colectivo en sí, y eso es posible gracias a un apoyo gubernamental y aun público que nos sostiene con entradas subsidiadas”, explica.

Sin embargo, como el teatro es oficial en Cuba–por las subvenciones–, refiere que no existe el teatro independiente ni comercial.

“Parece un terreno ideal, porque las producciones son subvencionadas y además la entrada al teatro está subsidiada; es decir, esta topada con un precio mínimo, realmente es muy barato. El teatro más caro cuesta 50 pesos, que en dólares sería ahora mismo centavos; entonces no representa un costo o un sacrificio para la economía doméstica consumir arte. Se puede vivir del teatro en Cuba, sí, pero respecto a la calidad de vida que tiene el país, y a la calidad que tienen los teatristas en cualquier lugar del mundo independientemente que sea el Primero o el Tercer Mundo, al cual pertenece Cuba a nivel económico”, asiente.

Sobre la estancia de Teatro El Portazo en México, refiere que todo ha sido gracias a una red comunitaria teatral en la que participan compañías como La Gaviota Teatro, que se encuentran preocupadas por enriquecer y diversificar esta expresión en sus propios lugares.

Para conocer más sobre la compañía, ver en la página de Facebook Oficial: @teatroelportazo

Como el estruendo de un portazo en una habitación, cinco actores hicieron vibrar el foro de La Gaviota Teatro esta semana. Llegaron a Querétaro hace unos días con una versión para viaje de El Recitalito: No puedo tengo ensayo, en la que reinterpretan la historia política y musical de su país.

Ellos son Barbara Carpio, Raudelis Torres, Adrián Bonilla, Alejandro Castellón, Gabriel Escudero. Todos integran a la compañía Teatro El Portazo; llevan seis meses presentando la obra en diferentes escenarios mexicanos, generando gran conmoción, sobre todo entre los más acostumbrados al teatro de texto o de autor.

Y es que entre el desconcierto del público, que trata de adivinar si lo que está viendo en el escenario es teatro cabaret, performance o una sesión de salsa, los actores van derribando la barrera estética, cultural e incluso geográfica entre ambos países, para hablar de una nueva generación que busca mostrar su propia poética sobre la vida.

“Pertenezco a una generación que llegó tarde a todo a nivel artístico, a nivel de vanguardia, entonces no nos queda nada más que volver a hacerlo pero a nuestra manera, y básicamente ese es nuestro objetivo poético”, dice en entrevista el director general de la compañía, Pedro Franco.

Describe como “pastiche” a esta propuesta escénica, ya que es una amalgama de coreografías, canciones y textos de diversos autores que llevan al público de la risa al llanto para mostrar la realidad de Cuba tal cual la ve la nueva generación, a la que pertenecen los mismos artistas.

“El pastiche a mi me encanta, me divierte, y yo creo que el principal pecado del teatro es aburrir a la audiencia; lo que yo intento aquí es provocar un estímulo y de ahí hilvanar la dramaturgia, la espectacular sobre todo (…)Aparentemente existe incoherencia a nivel artístico pero en realidad esa es la base de lo que nos interesa, descolocar la percepción”.

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La escenografía y el vestuario también integran símbolos que han sido reinterpretados para conectar con el mensaje. Así que un casco de obrero con la estrella comunista, es para los artistas un símbolo de una utopía que sigue en construcción.

“Hay cierta tendencia a encasillar un proceso, particularmente el cubano. Cuando en realidad actualmente tenemos otras maneras de ejercer el civismo, otra manera de ver la utilidad del arte, y todo eso sigue en construcción…. Nuestra exigencia es construir nuestra propia realidad."

“A mi me gusta que el teatro sea útil, no un teatro que mantenga al público pasivo regodeado en lo estético. Intento crear códigos en escena, trabajar sobre la producción de sentidos, más allá del texto dicho, y trabajando con la integralidad del actor y con su propia biografía”, agrega.

Teatro El Portazo llegó a México en agosto del 2022, desde entonces ha logrado presentar 22 funciones de El Recitalito: No puedo tengo ensayo; el director comparte que actualmente cuentan con fechas en otros foros hasta abril, pero esperan quedarse más tiempo para llegar a más estados de la república mexicana.

También esperan poder programar funciones para dos obras más de su repertorio, la comedia musical Todos los hombres son iguales y una obra de autor Por gusto, escrita por jóvenes dramaturgos cubanos.

El teatro de la isla

Teatro El Portazo nació hace 12 años en la ciudad de Matanzas, Cuba, como una alternativa al teatro joven. Forma parte de un movimiento teatral álgido, aunque pequeño, “es proporcional al país, una isla de 11 millones de habitantes; es pequeño pero muy dinámico y muy sólido y apegado a la tradición del teatro en sí”, asevera el director.

Con esta compañía, menciona que han logrado viajar a Estados Unidos y España, pero ha sido en México donde más tiempo han permanecido; estas experiencias les han permitido conocer de cerca los circuitos teatrales, saber cómo funcionan, cuáles son sus estrategias de sobrevivencia y cómo perciben la profesión.

“He observado que en México la figura del director se mueve independiente a la figura de compañía o de grupo, nosotros tenemos una tradición muchísimo más grupal o de compañía, en colectivo; es decir, el artista o creador individual no se le da tanto notoriedad como al colectivo en sí, y eso es posible gracias a un apoyo gubernamental y aun público que nos sostiene con entradas subsidiadas”, explica.

Sin embargo, como el teatro es oficial en Cuba–por las subvenciones–, refiere que no existe el teatro independiente ni comercial.

“Parece un terreno ideal, porque las producciones son subvencionadas y además la entrada al teatro está subsidiada; es decir, esta topada con un precio mínimo, realmente es muy barato. El teatro más caro cuesta 50 pesos, que en dólares sería ahora mismo centavos; entonces no representa un costo o un sacrificio para la economía doméstica consumir arte. Se puede vivir del teatro en Cuba, sí, pero respecto a la calidad de vida que tiene el país, y a la calidad que tienen los teatristas en cualquier lugar del mundo independientemente que sea el Primero o el Tercer Mundo, al cual pertenece Cuba a nivel económico”, asiente.

Sobre la estancia de Teatro El Portazo en México, refiere que todo ha sido gracias a una red comunitaria teatral en la que participan compañías como La Gaviota Teatro, que se encuentran preocupadas por enriquecer y diversificar esta expresión en sus propios lugares.

Para conocer más sobre la compañía, ver en la página de Facebook Oficial: @teatroelportazo

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