“Yo nací entre los periódicos en el año de 1963”, dice Mario Sánchez González, un queretano que pertenece a la tercera generación de voceadores en su familia.
Asevera que su abuelo, Sidronio Sánchez, fue de los primeros voceadores en la ciudad, y desde entonces la mayoría de sus hijos, nietos y bisnietos han seguido sus pasos, aunque el trabajo no sea tan redituable como antes.
Y es que aunque su labor históricamente ha sido indispensable para llevar el periódico hasta los lectores como último eslabón, la información digital y el nuevo consumo de noticias en plataformas les ha arrebatado muchos clientes.
Sin embargo, con una sonrisa optimista asevera que confía en que el periódico tradicional nunca va a desaparecer, pues es formador de lectores y ciudadanos.
“Todo esto va a ir disminuyendo, sí; muchos periódicos van a desaparecer, pero la venta nunca se va acabar. Mucha gente los busca todavía, de los periódicos se aprende a leer muy bien”, dice.
Sobre su oficio, recuerda que apenas se asomaba el sol por las antiguas calles de Querétaro, se escuchaban los primeros pregones a voz en cuello de los voceadores anunciando la noticia.
“¡Diaaaario de Querétaro!... ¡Lea la noticia, sepa que pasó hoy!”, dice imitando aquellos pregones desde su estanquillo de periódicos ubicado en la colonia Mercurio, donde ahora vende las noticias.
“Nos tocó el mero auge de los periódicos, salir gritando la noticia, vender por las calles…. cuando pasó el primer secuestro en Querétaro recuerdo que nos dieron grandes cantidades de periódico y acabamos 500 periódicos en un solo rato”.
Sobre la dinámica de venta, cuenta que desde un día antes ya sabían las noticias, y dependiendo de la importancia que tuvieran, solicitaban cierta cantidad de ejemplares.
“`Señor, para mañana queremos más periódico porque pasó esto, esto y lo otro´. Y desde las 4 am ya lo estábamos esperando”.
Ahora, esto también ha cambiado, y los voceadores han creado nuevas estrategias para seguir manteniendo vivo su oficio. Una de ellas es la diversificación de sus productos en los puestos de periódicos, que incluye venta de revistas, libros y dulces.
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“Mis padres nos sacaron adelante con el periódico, nos dieron estudios; todo lo sacaron de aquí. Y yo nunca pensé en hacer otra cosa, aún cuando sabíamos que la venta de periódico iba a disminuir. Pero no nos damos todavía por vencidos porque el periódico también es cultura”.