En México, se estima que habitan alrededor de 11 mil personas de talla baja; sin embargo, no existe un censo oficial debido a que muchas de las personas no salen de sus casas por miedo a ser discriminados y por lo complicado que resulta vivir en un mundo para personas de talla promedio.
Esa es la realidad de Aracely Frías Martínez, quien de pequeña sufrió discriminación, aunque con el paso de los años se ha abierto espacios y ahora ayuda a más personas con la misma condición a tener una "vida normal".
Aracely es queretana y es la mayor de la familia, y tanto ella como su hermano son de talla baja. Es ingeniera en sistemas por la Universidad Tecnológica de Querétaro (UTEQ) y actualmente trabaja en un hospital, pues ejercer su ingeniería implica realizar esfuerzos que resultan complicados.
“Aún están checando cuál de mis dos, tanto mi papá o mi mamá tienen antecedentes de talla baja y ninguno hasta el momento, entonces no sabemos el por qué ha pasado esto entre nosotros. Mi hermano, a él sí le ha costado mucho más poder aceptarse como persona de talla, yo, a lo largo de los años, me he hecho independiente”, cuenta.
Con el paso del tiempo, ha sobrellevado toda situación de discriminación; sin embargo, reconoce que las burlas y miradas a su alrededor marcaron parte de su infancia y juventud. Aracely no entendía por qué se encontraba en dicha situación, hasta que sus padres tomaron la decisión de explicarle qué pasaba y decidió enfrentar el problema.
Así fue como llegó a su primer congreso para personas de talla baja, donde se encontró con personas con su misma condición y en donde conoció a Laura Casados, con quien fundó hace 10 años la asociación civil “Unidos por un mundo incluyente”.
“Ver tanta gente de tu misma condición pues entré en shock, ese mismo día me quería regresar porque como que no lo asimilé, pero mi amiga me dijo ‘es normal que sientas eso, es la impresión’. (Sic) Es impactante el auto espejo y esa parte fue un poco difícil”, menciona.
Aracely relata que no existe una cifra oficial de cuántas personas de talla baja habitan en el estado de Querétaro; sin embargo, la asociación está integrada por alrededor de 26 personas que han decidido salir de su casa, de los cuales cinco son menores de edad, quienes habitan en Amealco de Bonfil, Querétaro y Tequisquiapan.
Aracely relata que todas las personas de talla baja batallan desde que amanecen si no cuentan, por ejemplo, con una casa acondicionada a su estatura, pues alcanzar las cosas resulta complicado en un mundo diseñado para personas de talla promedio.
“La cuestión de transporte, subirnos a un camión para realizar nuestras actividades es muy difícil. (Sic) Poder hacerse visibles, que la talla baja sea considerada una discapacidad porque también tenemos limitaciones para movernos, no podemos tener la misma movilidad que una persona de talla promedio”, señala.
Durante un recorrido por Plaza Candiles, Aracely mostró lo complicado que resulta subir escalones, realizar el supermercado o pagos en la Comisión Estatal de Aguas (CEA), lo mismo que acudir a las sucursales bancarias. Sin embargo, se sorprendió al ver que un banco en específico tiene sus cajeros a una altura baja.
Aracely, por ejemplo, acude la mayoría de las ocasiones acompañada de una persona a realizar sus actividades, por lo que reitera la necesidad e importancia de que las personas de talla baja sean visibilizadas y se termine la discriminación.
“Que no se burlen de las personas de talla baja porque también tenemos sentimientos, pensamos y sentimos lo mismo que una de talla promedio, solamente con centímetros menos. También queremos que sepan que existen profesionistas si la infraestructura estuviera adecuada, no solamente somos burla, bufones, para circo, queremos visibilidad”, refiere.