El puente subterráneo de lo que será Paseo 5 de Febrero continúa con avances significativos en la intersección con avenida Zaragoza, en una zona con un avance de hasta 60%, la más elevada de los 8.5 kilómetros de vialidad.
El nuevo enfoque que propone Paseo 5 de Febrero llevó a la planeación de puentes subterráneos, infraestructura idónea que pone al peatón y a los ciclistas por encima del auto particular, como indica la pirámide de movilidad.
Los trabajos continúan 24 horas al día, siete días a la semana, y la movilidad en torno a ellos se ha visto afectada por las diversas maniobras que requiere, encontrándose actualmente con dos carriles, uno de cada lado, vigentes para el tránsito vehicular.
Los puentes subterráneos que se tienen contemplados en esta vialidad, además de Zaragoza, son en avenida Tlacote y avenida Universidad, construidos con cinco mil pilares de las bases.
La obra se encuentra avanzada en las orillas de la vialidad, como dicha intersección con Zaragoza, rumbo a la carretera federal 57 y en avenida Coahuila, a la altura de la colonia La Obrera, en el norte de la capital.
Para expertos como Claudio Sarmiento, urbanista del Consejo Temático de Urbanismo, este tipo de obras abonan al funcionamiento de las ciudades y algunos de sus servicios públicos.
"Los puentes subterráneos reducen la contaminación sónica, es a veces más barato que el corte y la cubierta, no hay afectación de lo que sucede en la superficie, además de tener un menor consumo de energía".
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El puente subterráneo de avenida Zaragoza pretende la mejora de la movilidad, dejando la superficie para esquemas alternativos como pasos peatonales, ciclovías y carriles específicos para transporte público, lo que representa una ventaja, pues los puentes elevados suelen, como concluyó Sarmiento, ser parte de una infraestructura hostil para estos sectores.
