/ lunes 30 de abril de 2018

El Señor Click vivió parte de su infancia en Querétaro

En las redes sociales es un personaje que usa su cámara para dar voz a los “invisibles”. En lo privado, es un profesional de los medios de comunicación en Puebla, pero el Señor Click, como le gusta que lo llamen, no olvida su experiencia de la infancia en Querétaro, donde vivió más de dos años “como niño de la calle”.

Dejó a su familia alrededor de los 14 años, en cuanto terminó la secundaria, porque se negaba a convertirse en militar como el resto de los muchachos de su zona, porque “Todos los que vivíamos ahí, íbamos a terminar siendo militares, era el pase inmediato para sobrevivir”.

En su huida el dinero sólo le alcanzó para pagarse un pasaje hasta Querétaro. Llegó a la antigua central camionera, donde hoy está un centro cultural y empezó a caminar, a vivir en la calle igual que muchos otros niños y jóvenes a finales de los años 80.

“Hay cosas que no piensas cuando andas en la calle, sólo quieres sobrevivir, quieres comer, te pintas la cara y haces malabares en los cruceros, limpias parabrisas, haces mil cosas. La gente te mira de arriba para abajo, te vuelves invisible, no te ve la gente, sólo te buscan si se le poncha una llanta o si tenían que cargar algo pesado, te robaban las pocas monedas que llegabas a tener, no tienes nada y te robaban hasta el alimento, te roba gente que no está en situación de calle”, recordó.

Se salvó de los inhalantes y el alcohol, porque sabía que no quería eso. Pero durante dos años se enfrentó a las peores condiciones de Querétaro. En una ocasión un periodista de radio lo entrevistó sobre como sobrevivía un niño en la calle y habló de algunos abusos. Unos días lo “fueron a buscar” unos policías y lo detuvieron.

Aunque no tenía ni 15 años, “Estuve en los separos como ocho días o menos, querían saber cuál era mi nombre y de dónde era, pero en aquella época no me importaba nada”. Un día sin más, decidió volver a su casa a Zaragoza en Puebla.

“Regresé a Puebla a ver cómo moría mi padre y un fotógrafo de sociales, Jorge Miranda, me dio una cámara y ahí empecé a contar historias del mundo del que yo vengo, de los invisibles, de los sin escuelas, de los que nadie ve, sólo si se poncha una llanta o si hay que cargar algo, ese mundo que nadie ve”, explicó.

La experiencia lo marcó y puso en marcha diversos proyectos para “dialogar” con la sociedad y decir “aquí estamos” para los grupos olvidados porque “queremos una vida en donde quepamos todos”.

En sus talleres se recurre al uso de la fotografía como herramienta de cambio y de regresar la voz a las personas que enfrentan situaciones adversas, particularmente para quienes están en situación de calle y fue así como hace siete años se convirtió en Señor Click en las redes sociales.

Ahora regresa a veces a Querétaro como parte de su actividad profesional y activismo. Aunque la ciudad cambió mucho, recuerda los “callejones” que caminó cuando no tenía dónde dormir, pero “Aunque me gusta mucho, tengo sentimientos encontrados”.

Como recuerdo de sus años en Querétaro, el Señor Click tiene una imagen de un periódico de fines de los 80 donde aparece con otro grupo de niños que vivían en la calle. Parte de su infancia quedó en los cruceros de esta ciudad, a la que regresa de vez en cuando para mostrarle a otros que la fotografía puede ser una herramienta para cuestionar la vida, pero también para cambiarla.

En las redes sociales es un personaje que usa su cámara para dar voz a los “invisibles”. En lo privado, es un profesional de los medios de comunicación en Puebla, pero el Señor Click, como le gusta que lo llamen, no olvida su experiencia de la infancia en Querétaro, donde vivió más de dos años “como niño de la calle”.

Dejó a su familia alrededor de los 14 años, en cuanto terminó la secundaria, porque se negaba a convertirse en militar como el resto de los muchachos de su zona, porque “Todos los que vivíamos ahí, íbamos a terminar siendo militares, era el pase inmediato para sobrevivir”.

En su huida el dinero sólo le alcanzó para pagarse un pasaje hasta Querétaro. Llegó a la antigua central camionera, donde hoy está un centro cultural y empezó a caminar, a vivir en la calle igual que muchos otros niños y jóvenes a finales de los años 80.

“Hay cosas que no piensas cuando andas en la calle, sólo quieres sobrevivir, quieres comer, te pintas la cara y haces malabares en los cruceros, limpias parabrisas, haces mil cosas. La gente te mira de arriba para abajo, te vuelves invisible, no te ve la gente, sólo te buscan si se le poncha una llanta o si tenían que cargar algo pesado, te robaban las pocas monedas que llegabas a tener, no tienes nada y te robaban hasta el alimento, te roba gente que no está en situación de calle”, recordó.

Se salvó de los inhalantes y el alcohol, porque sabía que no quería eso. Pero durante dos años se enfrentó a las peores condiciones de Querétaro. En una ocasión un periodista de radio lo entrevistó sobre como sobrevivía un niño en la calle y habló de algunos abusos. Unos días lo “fueron a buscar” unos policías y lo detuvieron.

Aunque no tenía ni 15 años, “Estuve en los separos como ocho días o menos, querían saber cuál era mi nombre y de dónde era, pero en aquella época no me importaba nada”. Un día sin más, decidió volver a su casa a Zaragoza en Puebla.

“Regresé a Puebla a ver cómo moría mi padre y un fotógrafo de sociales, Jorge Miranda, me dio una cámara y ahí empecé a contar historias del mundo del que yo vengo, de los invisibles, de los sin escuelas, de los que nadie ve, sólo si se poncha una llanta o si hay que cargar algo, ese mundo que nadie ve”, explicó.

La experiencia lo marcó y puso en marcha diversos proyectos para “dialogar” con la sociedad y decir “aquí estamos” para los grupos olvidados porque “queremos una vida en donde quepamos todos”.

En sus talleres se recurre al uso de la fotografía como herramienta de cambio y de regresar la voz a las personas que enfrentan situaciones adversas, particularmente para quienes están en situación de calle y fue así como hace siete años se convirtió en Señor Click en las redes sociales.

Ahora regresa a veces a Querétaro como parte de su actividad profesional y activismo. Aunque la ciudad cambió mucho, recuerda los “callejones” que caminó cuando no tenía dónde dormir, pero “Aunque me gusta mucho, tengo sentimientos encontrados”.

Como recuerdo de sus años en Querétaro, el Señor Click tiene una imagen de un periódico de fines de los 80 donde aparece con otro grupo de niños que vivían en la calle. Parte de su infancia quedó en los cruceros de esta ciudad, a la que regresa de vez en cuando para mostrarle a otros que la fotografía puede ser una herramienta para cuestionar la vida, pero también para cambiarla.

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