/ viernes 10 de marzo de 2023

Mujeres se autoemplean en motocicleta

Miriam es la única mujer en Querétaro que ofrece el servicio de Uber Moto pero hay cerca de 100 que reparten comida, entre ellas Graciela


En medio del caos vial de la ciudad una mujer se abre paso con su moto. Lleva consigo a una copiloto que solicitó su servicio a través de una aplicación móvil. Aunque mucha gente no conoce esta nueva alternativa de viajes en motocicleta, el servicio ha acrecentado rápidamente su popularidad en Querétaro tras las obras en 5 de Febrero.

La motociclista es Miriam Sierra, una madre soltera de 42 años que ha encontrado en Uber Moto la posibilidad de trabajar y atender a su familia.

En entrevista con DIARIO DE QUERÉTARO asegura que es la única mujer hasta el momento que ofrece este servicio en la ciudad, aunque asevera que existen cerca de 100 motoristas mujeres que se dedican a repartir comida a través de Uber, Didi y Rappi.

Aunque es más redituable trasladar a personas, la mayoría prefiere no hacerlo por la inseguridad, “ y sí es inseguro porque no sabes a qué tipo de gente vas a subir. Pero aquí ganas lo que quieres ganar. Puedes conseguir desde 200 pesos hasta mil pesos diarios”, asegura.

Y no solo hay pocas motociclistas en el servicio, Miriam nota que también hay pocas usuarias.

Las mujeres que se suben también son pocas. De 15 viajes que hago, tres son mujeres y es por lo mismo, por la inseguridad que hay en la ciudad. No les da confianza, es lo que platican: `No me da confianza subirme con un chavo porque no sé a donde me vaya a llevar´. Entonces cuando llego yo, me dicen: `¡Ah! Una mujer, qué padre, y se sienten con más confianza”.

Miriam Sierra, una madre soltera de 42 años que ha encontrado en Uber Moto la posibilidad de trabajar y atender a su familia. Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro


Ella lleva apenas un mes dando este servicio, pero seis años trabajando para la aplicación. “Generas un poco más de dinero, y dejas de estar batallando con comensales y restaurantes, es eso más que nada”. Y es que asevera que como repartidor no se está exento de sufrir agresiones, ya que incluso hay clientes que llegan a aventarles la comida cuando ésta llega fría.

Dice que actualmente trabaja doce horas diarias, y sus principales clientes son jóvenes de entre 18 a 25 años que tienen que trasladarse a la universidad.

“Yo hago cerca de 20 viajes diarios, y la mayoría son jóvenes de entre 18 a 25 años; por lo regular estudiantes que se ven afectados con las obras de 5 de febrero, sobre todo los que van para Juriquilla. Han optado por Uber Moto (para trasladarse), porque se pueden tomar ciertos atajos, aunque a veces no queda de otra y nos cruzamos por la orillita para hacerlos llegar a tiempo a sus destinos”.

Sobre la seguridad del traslado, Miriam explica que por protocolo a los usuarios se les entrega un casco, y también cuentan con un seguro de gastos médicos en caso de haber algún accidente, aunque este no cubre a los motociclistas.

“Cuando te dedicas al traslado de personas hay un seguro para ellos, para nosotros no. En caso de que choques se cubre al tercero, pero si tu moto se destruyó ya es tu bronca, tu sabrás cómo la arreglas.

Tampoco tenemos IMSS. Sí nos lo ofrecen, pero tenemos que pagarlo. Uber nos ha dejado en ese trayecto un poco olvidados, no nos ofrece un seguro como tal, todo eso lo tenemos que cubrir nosotros (…) Ha habido motociclistas que han llegado a fallecer y lo que nosotros hacemos es una vaquita para alivianar a la familia; sí ha habido ese tipo de desgracias”, lamenta.

De hecho, asegura, la misma situación ha motivado que los trabajadores de la aplicación se organicen y se apoyen mutuamente.

“Me han tocado compañeros buena onda que me han enseñado a cambiar una bujía, a cómo limpiar un carburador; he aprendido a que si te quedas en la calle no pidas auxilio y trates de resolver tus problemas, la haces de todo… porque luego los mecánicos te sacan hasta los ojos”.

Además, comparte que cuentan con grupos de WhatsApp en los que monitorean los viajes de quienes tienen que llevar pedidos o trasladar gente a colonias consideradas peligrosas.

“Hace un año o dos estuvieron asaltando bastante de día y de noche. Casi nadie quiere ir a Menchaca, tampoco a Lomas de Casa Blanca o a La Loma. Cuando alguien va para allá mandan su ubicación en tiempo real. Si algo pasa se marca a la persona y si no contesta, se va en su auxilio, sobre todo si son compañeras”.

Otro de los peligros latentes, menciona, es ser embestido por algún conductor.

“Hace falta ser más empáticos y tener mucha cultura vial, más ahora que ya se incrementó el traslado en moto por las obras que hay en 5 de febrero (…) Salimos de casa queriendo regresar igual”.

Una opción de trabajo

Graciela Alcántara es originaria de San Juan del Río y se dedica a repartir comida desde hace ocho meses en la capital queretana, a través de Didi. Asegura que esta experiencia no solo le ha permitido autoemplearse, sino también cuidar de su salud mental.

“Soy de San Juan del Río, pero por motivos de fuerza mayor tuve que venirme a Querétaro, mi papá intentó matar a mi mamá y se podría decir que somos supervivientes de esa situación. A consecuencia de ello yo quedé con estrés postraumático y no puedo quedarme mucho tiempo encerrada en una fábrica porque me desmayo, empiezo a tener convulsiones… no es un trabajo apto para mí.”

“Lo que la aplicación me ha ofrecido a mí es mantener mi tiempo, mi espacio, no tener tanto contacto con muchas personas porque eso me detona una crisis de ansiedad. Cuando siento que me va a dar un ataque, puedo parar mis viajes, me puedo ir a un parque, a un lugar a descansar, me tranquilizo y luego vuelvo a empezar”.

"Lo que la aplicación me ha ofrecido a mí es mantener mi tiempo, mi espacio". Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro


Contrario a Miriam, Graciela asegura que ha sido acosada por sus compañeros de trabajo, además de recibir agresiones directas por parte de comensales y policías.

“He tenido una que otra situación de acoso, y justo me acaba de pasar con un policía que me puso una infracción porque no le quise dar 200 pesos para su mordida (…) Pareciera que una por ser mujer tiene un letrero en la frente que dice `presa fácil´”.



En medio del caos vial de la ciudad una mujer se abre paso con su moto. Lleva consigo a una copiloto que solicitó su servicio a través de una aplicación móvil. Aunque mucha gente no conoce esta nueva alternativa de viajes en motocicleta, el servicio ha acrecentado rápidamente su popularidad en Querétaro tras las obras en 5 de Febrero.

La motociclista es Miriam Sierra, una madre soltera de 42 años que ha encontrado en Uber Moto la posibilidad de trabajar y atender a su familia.

En entrevista con DIARIO DE QUERÉTARO asegura que es la única mujer hasta el momento que ofrece este servicio en la ciudad, aunque asevera que existen cerca de 100 motoristas mujeres que se dedican a repartir comida a través de Uber, Didi y Rappi.

Aunque es más redituable trasladar a personas, la mayoría prefiere no hacerlo por la inseguridad, “ y sí es inseguro porque no sabes a qué tipo de gente vas a subir. Pero aquí ganas lo que quieres ganar. Puedes conseguir desde 200 pesos hasta mil pesos diarios”, asegura.

Y no solo hay pocas motociclistas en el servicio, Miriam nota que también hay pocas usuarias.

Las mujeres que se suben también son pocas. De 15 viajes que hago, tres son mujeres y es por lo mismo, por la inseguridad que hay en la ciudad. No les da confianza, es lo que platican: `No me da confianza subirme con un chavo porque no sé a donde me vaya a llevar´. Entonces cuando llego yo, me dicen: `¡Ah! Una mujer, qué padre, y se sienten con más confianza”.

Miriam Sierra, una madre soltera de 42 años que ha encontrado en Uber Moto la posibilidad de trabajar y atender a su familia. Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro


Ella lleva apenas un mes dando este servicio, pero seis años trabajando para la aplicación. “Generas un poco más de dinero, y dejas de estar batallando con comensales y restaurantes, es eso más que nada”. Y es que asevera que como repartidor no se está exento de sufrir agresiones, ya que incluso hay clientes que llegan a aventarles la comida cuando ésta llega fría.

Dice que actualmente trabaja doce horas diarias, y sus principales clientes son jóvenes de entre 18 a 25 años que tienen que trasladarse a la universidad.

“Yo hago cerca de 20 viajes diarios, y la mayoría son jóvenes de entre 18 a 25 años; por lo regular estudiantes que se ven afectados con las obras de 5 de febrero, sobre todo los que van para Juriquilla. Han optado por Uber Moto (para trasladarse), porque se pueden tomar ciertos atajos, aunque a veces no queda de otra y nos cruzamos por la orillita para hacerlos llegar a tiempo a sus destinos”.

Sobre la seguridad del traslado, Miriam explica que por protocolo a los usuarios se les entrega un casco, y también cuentan con un seguro de gastos médicos en caso de haber algún accidente, aunque este no cubre a los motociclistas.

“Cuando te dedicas al traslado de personas hay un seguro para ellos, para nosotros no. En caso de que choques se cubre al tercero, pero si tu moto se destruyó ya es tu bronca, tu sabrás cómo la arreglas.

Tampoco tenemos IMSS. Sí nos lo ofrecen, pero tenemos que pagarlo. Uber nos ha dejado en ese trayecto un poco olvidados, no nos ofrece un seguro como tal, todo eso lo tenemos que cubrir nosotros (…) Ha habido motociclistas que han llegado a fallecer y lo que nosotros hacemos es una vaquita para alivianar a la familia; sí ha habido ese tipo de desgracias”, lamenta.

De hecho, asegura, la misma situación ha motivado que los trabajadores de la aplicación se organicen y se apoyen mutuamente.

“Me han tocado compañeros buena onda que me han enseñado a cambiar una bujía, a cómo limpiar un carburador; he aprendido a que si te quedas en la calle no pidas auxilio y trates de resolver tus problemas, la haces de todo… porque luego los mecánicos te sacan hasta los ojos”.

Además, comparte que cuentan con grupos de WhatsApp en los que monitorean los viajes de quienes tienen que llevar pedidos o trasladar gente a colonias consideradas peligrosas.

“Hace un año o dos estuvieron asaltando bastante de día y de noche. Casi nadie quiere ir a Menchaca, tampoco a Lomas de Casa Blanca o a La Loma. Cuando alguien va para allá mandan su ubicación en tiempo real. Si algo pasa se marca a la persona y si no contesta, se va en su auxilio, sobre todo si son compañeras”.

Otro de los peligros latentes, menciona, es ser embestido por algún conductor.

“Hace falta ser más empáticos y tener mucha cultura vial, más ahora que ya se incrementó el traslado en moto por las obras que hay en 5 de febrero (…) Salimos de casa queriendo regresar igual”.

Una opción de trabajo

Graciela Alcántara es originaria de San Juan del Río y se dedica a repartir comida desde hace ocho meses en la capital queretana, a través de Didi. Asegura que esta experiencia no solo le ha permitido autoemplearse, sino también cuidar de su salud mental.

“Soy de San Juan del Río, pero por motivos de fuerza mayor tuve que venirme a Querétaro, mi papá intentó matar a mi mamá y se podría decir que somos supervivientes de esa situación. A consecuencia de ello yo quedé con estrés postraumático y no puedo quedarme mucho tiempo encerrada en una fábrica porque me desmayo, empiezo a tener convulsiones… no es un trabajo apto para mí.”

“Lo que la aplicación me ha ofrecido a mí es mantener mi tiempo, mi espacio, no tener tanto contacto con muchas personas porque eso me detona una crisis de ansiedad. Cuando siento que me va a dar un ataque, puedo parar mis viajes, me puedo ir a un parque, a un lugar a descansar, me tranquilizo y luego vuelvo a empezar”.

"Lo que la aplicación me ha ofrecido a mí es mantener mi tiempo, mi espacio". Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro


Contrario a Miriam, Graciela asegura que ha sido acosada por sus compañeros de trabajo, además de recibir agresiones directas por parte de comensales y policías.

“He tenido una que otra situación de acoso, y justo me acaba de pasar con un policía que me puso una infracción porque no le quise dar 200 pesos para su mordida (…) Pareciera que una por ser mujer tiene un letrero en la frente que dice `presa fácil´”.


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