La promesa de no tomar refresco, privarse de las comidas favoritas y donar a los más necesitados, así como sesiones diarias de oración son las intenciones más populares entre los creyentes católicos para esta cuaresma, en el contexto de las adversidades que ha traído consigo la pandemia de Covid-19 desde hace casi un año.
A pesar de que durante el último año se han vivido situaciones complicadas para la mayoría de las familias queretanas, los fieles católicos contemplan hacer un sacrificio adicional a las vicisitudes que han vivido por la crisis sanitaria y económica, puesto que aseguran que es importante alimentar el espíritu, sean tiempos difíciles o no.
Leonor Suárez, comerciante del centro histórico relató que una de las abstenciones que acostumbra es no comer alguno de sus platillos favoritos, en conjunto con no tomar refresco durante los cuarenta días que marca la tradición religiosa
“Todo el tiempo recibimos bendiciones, las pidamos o no, entonces la oración y los sacrificios son un pequeño reconocimiento por todo lo que tenemos, la pandemia nos puede servir para reflexionar, pero no debe ser sólo ahora”, dijo Suárez.
Para ella, el hecho de despertar cada día y ver a su familia es una situación muy afortunada que no todos pueden vivir, “no sé si mañana me voy a poder parar o no, pero hoy ya ando aquí trabajando”, expuso.
Leonor vive del comercio, aunque reconoció que le resultó de mucha ayuda el apoyo en efectivo y de despensa que recibió durante el tiempo de contingencia, no fue suficiente para sobrevivir y tuvo que hacer uso de los ahorros que tenía para surtir su mercancía. Ahora espera poder recuperarse en el contexto del cambio de escenario de C a B: “sí se vendía para comer, pero para mercancía ya no, cuando nos iba bien yo siempre guardaba”, recordó.
“El año pasado no tomé refresco de cola, es muy adictivo, creo que lo haré esta vez también, o no tomar alcohol y tratar bien a la familia, sí procuro (…) hay que ofrecer algo para merecer otra cosa”, compartió la señora Rubi.
Consideró que la cuaresma es un momento propicio para la educación espiritual “porque somos cuerpo, mente y espíritu, y también tenemos que alimentarlo”, expresó.
Asimismo, “el miércoles de ceniza y los viernes procuramos no comer carne, pero lo más importante es intentar no pecar”, dijo Gloria, que también acostumbra esta época para guardar el dinero ahorrado por la privación de carnes rojas para reunir alguna cantidad monetaria que donará a los más necesitados.