Hilario Domínguez ha trabajado en la construcción toda su vida, como cada año, acudió al templo de La Cruz con la ofrenda de madera pintada de banco y adornada listones de colores que él mismo fabricó para llevarla a bendecir; la pondrá en la obra en la que trabaja para pedirle que le dé más trabajo y lo proteja de accidentes que pudieran sucederle mientras se gana el sustento.
Aunque la iglesia permanecía en silencio y con poca afluencia, al menos una decena de trabajadores se dieron cita para pedirle a la cruz de su devoción que les bendiga durante su labor.
A las puertas del edificio que fuera también convento, vendedoras de flores ofrecen ornamentos para las estructuras de madera, plástico y piedra con las que las manos que levantan hogares y centros de trabajo acudieron a hacer oración.
“Es un día al año para pedirle que nos eche la mano con nuestro trabajo, nuestras bendiciones, a ver si sale más trabajo en adelante, para que nos vaya bien con nuestros patrones, es nuestra costumbre cada año. Dicen por ahí los compañeros, que adorando a la crucita también sale más trabajo”, expresó.
En esta ocasión no habrá comida ni fiesta, “pero de todas maneras la traje a bendecir”, sostuvo.
Para Juan, este año fue la primera ocasión en la que acudió a bendecir la cruz que colocarían en la obra en la que trabaja, cuenta que el principal motivo por el que se decidió a acompañar al amigo que lo invitó, fue porque “queremos pedirle que no nos pase nada en la obra y que nos dé más trabajo”.
Hasta el momento, no le ha sucedido ningún accidente que considere grave, más allá de picarse los pies con clavos por no contar con el calzado adecuado para desempeñar su trabajo.
A pesar de que no fueron visibles grandes multitudes de creyentes hacia el templo, el flujo de ingreso era constante, de manera individual, las personas ingresaban por grupos pequeños para recibir la bendición, algunos incluso comentaron que, aunque no haría el gran festín acostumbrado sí comerían “un molito”.