La mañana transcurre tranquila, apenas salpicada por unoscuantos, el sol calienta los ánimos de fiesta y en cuestión de loque parecieran minutos, los andadores del Centro Histórico seestrechan, las decenas de familias se convierten en centenas ycualquier rincón de esta ciudad es el escenario perfecto parafestejar el Día del Padre.
Los grupitos hacen fila para pasar a los abarrotadosrestaurantes de Plaza de Armas, un arco de globos negros y verdesadorna la entrada de uno de ellos, recibe a los visitantes quepasan a tomar el almuerzo y aprovechan para tomar una foto derecuerdo.
Una pelea está a punto de comenzar entre dos pequeñas cuandouna de ellas mete el dedo en el llamativo postre, los empujones yjalones de pelo cesan con la firme intervención del papá quereparte el manjar en partes desiguales, dos grandes trozos deacaramelado flan para las niñas y apenas una probadita para él,la calma llega.
En la mesa de enfrente un hombre mayor suelta los cubiertos yobserva a los integrantes de su mesa: su esposa, su hija y suyerno; la tranquilidad que impera entre platillos contrasta con losjalones de la otra, no hacen falta las palabras para intuir lospensamientos del hombre mayor que reunió a su familia, aun cuandosu hija ya no necesita de sus firmes intervenciones.
Los jardines, bancas, fuentes, andadores, museos, tiendas,restaurantes, galerías y puestos ambulantes se desbordan, elespacio público alberga nuevos y viejos padres, orgullosos ysonrientes.
Una familia baja uniformada por una de estas calles, la playeradel hombre dice “Soy un súper papá”, la de la mujer “Soyuna súper mamá” y la de los niños “Tengo un súper papá”;seguros, caminan como en pasarela, atrayendo y disfrutando lasmiradas.
Flor y su papá Fabián Martínez pasean por el centro de laciudad, “Hoy le dimos regalos a papá y vamos a ir a comer con lafamilia para festejar a todos los papás, estaremos en la casa dela abuelita”, comenta Flor a DIARIO DEQUERÉTARO; “Nos gusta mucho convivir en familia, esalgo muy padre que nos juntemos todos los papás de la familia conla abuelita”, agrega el papá.
La ciudad es oportuna para aquellos que vienen de visita,“Venimos de Chiapas a pasar el fin de semana a Querétaro, miesposo radica en la Ciudad de México y venimos a pasar el Día delPadre juntos, ya desayunamos en un restaurante del parque y estamospensando si en la tarde nos escapamos a Tequisquiapan”, dijoGeorgina Alegría.
Al respecto, su esposo Jorge Antonio Poxtan señala “Mi regalodel Día del padre es venir a conocer la maravillosa ciudad deQuerétaro, está muy bonita”.
Los flashazos siguen sonando, los helados, los algodones deazúcar y los suvenires continúan vendiéndose, los restaurantescasi revientan y los festejos continúan, las postales de este díallenan las memorias de recuerdos agradables.