/ domingo 10 de octubre de 2021

Los iraquíes votan en legislativas con poca esperanza de cambio

Los expertos pronostican una abstención récord en este país petrolero de 40 millones de habitantes, lastrado por décadas de conflicto y violencia

Los iraquíes votan este domingo en unas elecciones legislativas convocadas anticipadamente para apaciguar las protestas populares de 2019, pero de las que no se esperan grandes cambios ante la corrupción endémica y la influencia de los grupos armados.

La votación, que se realiza de forma electrónica, registró problemas técnicos, incluyendo averías en las máquinas, problemas en el reconocimiento de las huellas dactilares y de las tarjetas electorales, según la oficina del primer ministro Mustafá al-Kazimi.

Policías y soldados estaban desplegados en las calles de Bagdad para garantizar la seguridad. Y decenas de observadores internacionales enviados por la ONU y la Unión Europea supervisaban la votación.

El primer ministro votó en una oficina ultraprotegida en Bagdad temprano por la mañana. "Es una oportunidad para el cambio", dijo Kazimi, llamando a los iraquíes dubitativos "a salir y votar y cambiar la realidad".

Poco después, el clérigo chiita Moqtada al Sadr, cuya lista se considera favorita, depositó su voto en su bastión de la ciudad santa chiita de Nayaf, al sur de Bagdad.

No obstante, a media jornada, eran pocos los electores presentes en los centros electorales, según corresponsales de la AFP.

"No iré a votar, son los rostros y los partidos de siempre", dijo Abu Aziz, un jubilado.

Los expertos pronostican una abstención récord en este país petrolero de 40 millones de habitantes, lastrado por décadas de conflicto y violencia.

Previstas inicialmente en 2022, las elecciones se anticiparon para apaciguar las protestas del otoño de 2019, en las que estalló el hartazgo popular por la corrupción sistémica, los deficientes servicios públicos y la economía precaria.

Tras una represión que dejó al menos 600 muertos y 30.000 heridos, el movimiento se desinfló. Después, decenas de activistas sufrieron secuestros, asesinatos o intentos de asesinato posteriormente, imputados a facciones proiraníes.

- "Queremos un cambio" -

Criticando estas coacciones, muchos militantes de esas protestas prevén boicotear la votación.

Los bloques tradicionales de la política iraquí deberían mantener su representación en un parlamento fragmentado y sin claras mayorías que obligará a los partidos a negociar alianzas, indican los expertos.

"Queremos un cambio. Tengo un diploma en literatura árabe pero trabajo limpiando baños en un restaurante. Es humillante", lamentó Mohamed, de 23 años, que no pudo hacer el viaje a Wassit, la provincia en la que nación, para votar.

Los colegios electorales contaban con un fuerte dispositivo de seguridad, con dos inspecciones a la entrada, en este país en el que está activo el grupo yihadista Estado Islámico.

Además, los aeropuertos cerraron el sábado por la noche y no abrirán hasta la madrugada del lunes. Los viajes entre provincias están prohibidos y los restaurantes y centros comerciales están cerrados.

Un soldado que resguardaba la seguridad de un centro de votación en la provincia de Diyala, al este de la capital, murió y otro resultó herido por un "disparo accidental" de un compañero, según un comunicado.

Como todas o casi todas las formaciones disponen de sus propias facciones armadas, también preocupa la posibilidad de fraudes y violencia postelectoral.

"El día de la votación, los iraquíes deben tener confianza para votar como ellos quieran, en un ambiente libre de toda presión, intimidación y amenaza", dijo el viernes la misión de la ONU en Irak.

- "Juego de sillas musicales" -

Unos 25 millones de iraquíes están llamados a participar en estos comicios.

Las urnas cerrarán a las 18H00 (15H00 GMT) y los resultados preliminares no se esperan hasta 24 horas después del cierre. Los definitivos deberán esperar al menos unos diez días.

Los iraquíes deben elegir a 329 diputados entre 3.240 candidatos con un nuevo sistema electoral de circunscripción uninominal que, teóricamente, debe promover a los candidatos independientes.

La victoria apunta al movimiento de Moqtada al Sadr, el exjefe de una milicia chiita antiestadounidense que ya tenía la bancada más amplia en el parlamento saliente.

Pero deberá entenderse con sus grandes rivales chiitas, las facciones armadas proiraníes de Hashd al Shaabi, que entraron al Parlamento en 2018 tras participar en la victoria contra los yihadistas del EI.

En un escenario polarizado por cuestiones como la influencia de Estados Unidos o Irán, los partidos entablarán largas negociaciones para acordar un nuevo primer ministro, cargo que suele ocupar un musulmán chiita.

"La elección dará probablemente lugar a otro parlamento fragmentado, que provocará mercadeos oscuros entre las diferentes facciones para formar el próximo gobierno", resumen los analistas Bilal Wahab y Calvin Wilder en un análisis del Washington Institute.

Es difícil ver en estos comicios "más que un juego de sillas musicales", añaden.

Y las exigencias de la ola de protestas de 2019, como la lucha contra la corrupción, la creación de empleos o la rendición de cuentas de los grupos armados, "tienen pocas opciones de verse satisfechas".

Los iraquíes votan este domingo en unas elecciones legislativas convocadas anticipadamente para apaciguar las protestas populares de 2019, pero de las que no se esperan grandes cambios ante la corrupción endémica y la influencia de los grupos armados.

La votación, que se realiza de forma electrónica, registró problemas técnicos, incluyendo averías en las máquinas, problemas en el reconocimiento de las huellas dactilares y de las tarjetas electorales, según la oficina del primer ministro Mustafá al-Kazimi.

Policías y soldados estaban desplegados en las calles de Bagdad para garantizar la seguridad. Y decenas de observadores internacionales enviados por la ONU y la Unión Europea supervisaban la votación.

El primer ministro votó en una oficina ultraprotegida en Bagdad temprano por la mañana. "Es una oportunidad para el cambio", dijo Kazimi, llamando a los iraquíes dubitativos "a salir y votar y cambiar la realidad".

Poco después, el clérigo chiita Moqtada al Sadr, cuya lista se considera favorita, depositó su voto en su bastión de la ciudad santa chiita de Nayaf, al sur de Bagdad.

No obstante, a media jornada, eran pocos los electores presentes en los centros electorales, según corresponsales de la AFP.

"No iré a votar, son los rostros y los partidos de siempre", dijo Abu Aziz, un jubilado.

Los expertos pronostican una abstención récord en este país petrolero de 40 millones de habitantes, lastrado por décadas de conflicto y violencia.

Previstas inicialmente en 2022, las elecciones se anticiparon para apaciguar las protestas del otoño de 2019, en las que estalló el hartazgo popular por la corrupción sistémica, los deficientes servicios públicos y la economía precaria.

Tras una represión que dejó al menos 600 muertos y 30.000 heridos, el movimiento se desinfló. Después, decenas de activistas sufrieron secuestros, asesinatos o intentos de asesinato posteriormente, imputados a facciones proiraníes.

- "Queremos un cambio" -

Criticando estas coacciones, muchos militantes de esas protestas prevén boicotear la votación.

Los bloques tradicionales de la política iraquí deberían mantener su representación en un parlamento fragmentado y sin claras mayorías que obligará a los partidos a negociar alianzas, indican los expertos.

"Queremos un cambio. Tengo un diploma en literatura árabe pero trabajo limpiando baños en un restaurante. Es humillante", lamentó Mohamed, de 23 años, que no pudo hacer el viaje a Wassit, la provincia en la que nación, para votar.

Los colegios electorales contaban con un fuerte dispositivo de seguridad, con dos inspecciones a la entrada, en este país en el que está activo el grupo yihadista Estado Islámico.

Además, los aeropuertos cerraron el sábado por la noche y no abrirán hasta la madrugada del lunes. Los viajes entre provincias están prohibidos y los restaurantes y centros comerciales están cerrados.

Un soldado que resguardaba la seguridad de un centro de votación en la provincia de Diyala, al este de la capital, murió y otro resultó herido por un "disparo accidental" de un compañero, según un comunicado.

Como todas o casi todas las formaciones disponen de sus propias facciones armadas, también preocupa la posibilidad de fraudes y violencia postelectoral.

"El día de la votación, los iraquíes deben tener confianza para votar como ellos quieran, en un ambiente libre de toda presión, intimidación y amenaza", dijo el viernes la misión de la ONU en Irak.

- "Juego de sillas musicales" -

Unos 25 millones de iraquíes están llamados a participar en estos comicios.

Las urnas cerrarán a las 18H00 (15H00 GMT) y los resultados preliminares no se esperan hasta 24 horas después del cierre. Los definitivos deberán esperar al menos unos diez días.

Los iraquíes deben elegir a 329 diputados entre 3.240 candidatos con un nuevo sistema electoral de circunscripción uninominal que, teóricamente, debe promover a los candidatos independientes.

La victoria apunta al movimiento de Moqtada al Sadr, el exjefe de una milicia chiita antiestadounidense que ya tenía la bancada más amplia en el parlamento saliente.

Pero deberá entenderse con sus grandes rivales chiitas, las facciones armadas proiraníes de Hashd al Shaabi, que entraron al Parlamento en 2018 tras participar en la victoria contra los yihadistas del EI.

En un escenario polarizado por cuestiones como la influencia de Estados Unidos o Irán, los partidos entablarán largas negociaciones para acordar un nuevo primer ministro, cargo que suele ocupar un musulmán chiita.

"La elección dará probablemente lugar a otro parlamento fragmentado, que provocará mercadeos oscuros entre las diferentes facciones para formar el próximo gobierno", resumen los analistas Bilal Wahab y Calvin Wilder en un análisis del Washington Institute.

Es difícil ver en estos comicios "más que un juego de sillas musicales", añaden.

Y las exigencias de la ola de protestas de 2019, como la lucha contra la corrupción, la creación de empleos o la rendición de cuentas de los grupos armados, "tienen pocas opciones de verse satisfechas".

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