El pasado 29 de marzo se publicaron en el órgano oficial de difusión del gobierno del estado de Querétaro “La Sombra de Arteaga”, a través de la Secretaría de Desarrollo Sustentable, una serie de medidas para controlar situaciones de contingencia ambiental en materia de contaminación del aire. Entre las medidas se encuentra un programa homólogo al conocido Hoy no Circula de la Ciudad de México, en donde la restricción de la circulación de automóviles inició en 1989. En esa demarcación, desde 1982 se monitorean los cinco contaminantes criterio de acuerdo al Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (IMECA), a saber, dióxido de azufre, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno, ozono y partículas suspendidas menores a 10 y 2.5 micras.
Asociaciones como Greenpeace señalan que los automóviles generalmente se usan de manera ineficiente y, por lo tanto, programas como el Hoy no Circula ayudan a reducir las emisiones de contaminantes entre un 25% y un 70%, promueven la renovación de la flota vehicular y fomentan otras formas de movilidad. Inclusive afirman que el programa ha funcionado "para controlar y disminuir contaminantes como el plomo, bióxido de azufre y monóxido de carbono", aunque persiste la presencia de otros contaminantes (partículas suspendidas) y ozono (https://www.greenpeace.org/mexico/blog/2361/el-hoy-no-circula-funciona/).
Sin embargo, en la realidad no se han alcanzado los objetivos. La misma asociación reconoce que el programa Hoy no Circula en la Ciudad de México provocó que los usuarios adquirieran un vehículo adicional para cubrir el día en que su auto principal no podía circular, por lo que no únicamente no disminuyó el parque vehicular circulante, sino que aumentó. De acuerdo con grupos académicos se considera que, desde sus inicios, al Hoy no Circula le hizo falta un adecuado marco regulatorio que tomara referentes internacionales y que se diseñaran instrumentos de política pública reflejados en programas ambientales.
Se considera que el resultado más tangible del Hoy no Circula fue el impulso de la industria automotriz (https://www.redalyc.org/journal/2739/273960279006/html/), ya que propició la adquisición de vehículos adicionales por parte del 22% de las familias de la Ciudad de México, lo cual, en efecto, ocasionó una mayor contaminación del aire. Y es que el programa no consideró un factor indispensable: la efectividad (o mas bien dicho, la inefectividad) del transporte público.
En la evaluación del programa Hoy no Circula, efectuada en 2014 por el Centro “Mario Molina”, ya se indicaba la necesidad de ajustar las estrategias para reducir la contaminación atmosférica en la Zona Metropolitana del Valle de México. Se reconoce que, aunque han disminuido las concentraciones de algunos contaminantes, otros como el ozono exceden los límites permisibles fijados por las Normas Mexicanas.
La evaluación realizada por el Centro “Mario Molina” nuevamente apunta que la renovación de la flota vehicular se convirtió en parte del problema y también a que faltan medidas complementarias para la reducción de viajes en vehículos de bajo desempeño ambiental (https://centromariomolina.org/wp-content/uploads/2014/06/RE_HNC_20141.pdf). Ya hace 10 años se hacía la recomendación de aumentar y mejorar el transporte público, privilegiar vehículos con energías alternativas e incluso medidas a más largo plazo, como mejorar la planeación urbana para compactar la ciudad y fomentar una movilidad más sustentable.
Con todo ese bagaje, es necesario que en Querétaro se parta de la experiencia de la Ciudad de México o de otras ciudades en el mundo y antes de iniciar con un programa restrictivo se cuente con lo necesario para implementarlo, principalmente un buen sistema de transporte público, mejores vías de movilidad sustentable y una buena concientización social ya que la ciudadanía debe ser corresponsable. El aire lo respiramos todas y todos.
*Con la colaboración de Lorena Alcalá