/ lunes 25 de mayo de 2020

Desde la Izquierda

El poder de uno


Ningún miembro de Morena o del gabinete se mueve por sí solo si no es con el consentimiento y la instrucción del Presidente; si criticábamos la verticalidad de un PRI hegemónico del siglo pasado, nos quedamos pasmados y muy cortos con el absolutismo que se ejerce en Morena. Pretextando ser un partido movimiento, lo han desestructurado entregándole funciones meta-estatutarias a un solo hombre, el cual es el vivo reflejo de lo que se hace, se piensa y se actúa en un gobierno de uno, en donde las decisiones personalísimas caen a raja tabla como un péndulo.

El presidente de Morena, Ramírez Cuellar, presenta una propuesta que evidentemente no es propia, sino mandatada por el líder del emergente Maximato, del Nuevo Estado como lo han llamado, para que el INEGI tenga facultades constitucionales de medir la concentración de la riqueza y la desigualdad.

El disparate no es una iniciativa de alguien sin representatividad, como tampoco es lanzada al aire sin que exista una intensión de fondo; se trata del partido en el poder, de su presidente, quien fue además presidente de la Comisión de Hacienda de Cámara de Diputados y quien tiene bajo su influencia a las mayorías parlamentarias, no es cosa menor ni pasa desapercibido.

El asunto es grave, fue un ejercicio premeditado, en una época donde la desgracia humana cae como anillo al dedo, el gobierno pretende constantemente ir midiendo el humor social y de paso ver si es chicle y pega; aunque implique violaciones a los derechos humanos, al ejercicio de libertades constitucionales, a la protección de datos personales, a no ser molestados en nuestras personas ni bienes y mucho menos a la privacidad contempladas en la Carta Magna. El rechazo ha sido enérgico de parte de todos los sectores y de ahí que dieron un paso atrás, pero la intensión queda al desnudo.

En 2006 se afirmó que Andrés Manuel López Obrador era un peligro para México, en ese entonces nos pareció exagerada la difamación en la que se hablaba, con miedo, que si uno tenía habitaciones de sobra en nuestras casas, el Estado podría meter a vivir a alguien que la necesitara. Hoy la iniciativa de Morena nos acerca peligrosamente a eso.

Todos pensamos que el delirio por el poder y la silla embrujada eran cosas superadas del pasado, pero hoy se nos presenta una realidad muy cruda en la que cada día nos parecemos más a los gobiernos de Sudamérica, a un comunismo impensado para nuestro país, a la configuración de una dictadura que se aferrará al poder pretextando conspiraciones de dentro y de fuera de la nación. Esa idea peligrosa se está expandiendo más rápido y es más letal que el mismo coronavirus. Si quieren medir la desigualdad es muy fácil, y hoy muy rápido, estamos todos en ruina.

Ulises Gómez de la Rosa

Correo: ulisesgrmx@yahoo.com.mx

Face book @Ulises Gómez R

Twitter @Ulisesgrmx

El poder de uno


Ningún miembro de Morena o del gabinete se mueve por sí solo si no es con el consentimiento y la instrucción del Presidente; si criticábamos la verticalidad de un PRI hegemónico del siglo pasado, nos quedamos pasmados y muy cortos con el absolutismo que se ejerce en Morena. Pretextando ser un partido movimiento, lo han desestructurado entregándole funciones meta-estatutarias a un solo hombre, el cual es el vivo reflejo de lo que se hace, se piensa y se actúa en un gobierno de uno, en donde las decisiones personalísimas caen a raja tabla como un péndulo.

El presidente de Morena, Ramírez Cuellar, presenta una propuesta que evidentemente no es propia, sino mandatada por el líder del emergente Maximato, del Nuevo Estado como lo han llamado, para que el INEGI tenga facultades constitucionales de medir la concentración de la riqueza y la desigualdad.

El disparate no es una iniciativa de alguien sin representatividad, como tampoco es lanzada al aire sin que exista una intensión de fondo; se trata del partido en el poder, de su presidente, quien fue además presidente de la Comisión de Hacienda de Cámara de Diputados y quien tiene bajo su influencia a las mayorías parlamentarias, no es cosa menor ni pasa desapercibido.

El asunto es grave, fue un ejercicio premeditado, en una época donde la desgracia humana cae como anillo al dedo, el gobierno pretende constantemente ir midiendo el humor social y de paso ver si es chicle y pega; aunque implique violaciones a los derechos humanos, al ejercicio de libertades constitucionales, a la protección de datos personales, a no ser molestados en nuestras personas ni bienes y mucho menos a la privacidad contempladas en la Carta Magna. El rechazo ha sido enérgico de parte de todos los sectores y de ahí que dieron un paso atrás, pero la intensión queda al desnudo.

En 2006 se afirmó que Andrés Manuel López Obrador era un peligro para México, en ese entonces nos pareció exagerada la difamación en la que se hablaba, con miedo, que si uno tenía habitaciones de sobra en nuestras casas, el Estado podría meter a vivir a alguien que la necesitara. Hoy la iniciativa de Morena nos acerca peligrosamente a eso.

Todos pensamos que el delirio por el poder y la silla embrujada eran cosas superadas del pasado, pero hoy se nos presenta una realidad muy cruda en la que cada día nos parecemos más a los gobiernos de Sudamérica, a un comunismo impensado para nuestro país, a la configuración de una dictadura que se aferrará al poder pretextando conspiraciones de dentro y de fuera de la nación. Esa idea peligrosa se está expandiendo más rápido y es más letal que el mismo coronavirus. Si quieren medir la desigualdad es muy fácil, y hoy muy rápido, estamos todos en ruina.

Ulises Gómez de la Rosa

Correo: ulisesgrmx@yahoo.com.mx

Face book @Ulises Gómez R

Twitter @Ulisesgrmx

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