/ lunes 4 de julio de 2022

Desde la Izquierda | Mentir es de gobernantes

Levantó polvareda la foto del hijo de López Obrador, nadie desea hagan bullying sobre el aspecto físico de una persona, menos de un menor de edad, sin embargo el papel de predicador que desempeña su padre se vuelve como un bumerán cuando de lo que se trata es asumir poses hipócritas frente a la ciudadanía, como la falsa modestia de una vida sin lujos y extravagancias que no lleva y que no pudo inculcar a sus hijos, o una vida saludable que los mantenga lejos de la obesidad como recomienda, siendo además parte de una campaña gubernamental.

La foto es subida por ellos mismos, fue para crear una cortina de humo a fin de esconder los graves acontecimientos que vivimos y que nadie se pregunte: qué hay con los jesuitas? Y las quimios? Y los medicamentos? Y el Covid? Y la inflación? Y la balacera en Puebla en un centro de vacunación? Y los desvíos en Dos Bocas o el Tren Maya? Y los hielos de Pemex? Y los médicos Cubanos? Y la inseguridad?

El presidente miente tan bien que hasta él mismo se cree sus propias mentiras; más de 75 mil en lo que va del sexenio dan una muestra de lo funcional que han sido para el posicionamiento de marca, de su persona y de una máxima creída a ciegas, el “vamos muy bien” contrasta con una realidad que muestra todo lo contrario.

Obrador sale todos los días apergollado a su versión de cualquier hecho y esta es tomada como una verdad absoluta por sus seguidores, verdad que no es demostrable y que no viene soportada por datos duros, procesos científicos o respaldada por instituciones académicas, solo los hechos y las mentiras prescritas por el líder son aceptadas como la verdad, aunado a ello se minimizan hechos graves o se magnifican otros sin importancia para distraer al respetable. Hannah Arendt señala que la política es el lugar privilegiado de la mentira en la medida en que se considera un instrumento necesario y legítimo para el político y el estadista, pero en este caso se ha abusado de este mecanismo.

Para Platón la democracia había exacerbado los intereses individualistas por encima del bien común de la sociedad y, según su visión, en este proceso habían tenido gran responsabilidad los sofistas y oradores. Estos eran, a su juicio, quienes con discursos verosímiles y argumentos erísticos habían corrompido la unidad de la polis ateniense, como hoy se ha corrompido la República, el gobierno es una mafia como se autoreconoció AMLO frente a las burlas de su hijo.

Entre políticos las mentiras y engaños son un juego de póker para acceder al poder, para desplazarse entre esas arenas movedizas que trae la lucha política y la conquista del espacio público, pero esto es muy diferente a mentirle al pueblo. Maquiavelo no señalaba ante quién en concreto hay que tener mala fe u olvidar las promesas cuando no convienen; tiene la prudencia de emplear para sus ejemplos a los príncipes extranjeros argumentando que es el «estúpido vulgo» el destinatario de los mensajes principescos: «Pero es necesario saber encubrir bien este natural, y tener gran habilidad para fingir y disimular; los hombres son tan simples y se someten hasta tal punto a las necesidades presentes, que quien engaña encontrará siempre quien se deje engañar». El pensamiento no ha cambiado en siglos.


Mis redes : ulisesgrmx@yahoo. com.mx

Facebook @Ulises Gómez R

Twitter @ Ulisesgrmx

Levantó polvareda la foto del hijo de López Obrador, nadie desea hagan bullying sobre el aspecto físico de una persona, menos de un menor de edad, sin embargo el papel de predicador que desempeña su padre se vuelve como un bumerán cuando de lo que se trata es asumir poses hipócritas frente a la ciudadanía, como la falsa modestia de una vida sin lujos y extravagancias que no lleva y que no pudo inculcar a sus hijos, o una vida saludable que los mantenga lejos de la obesidad como recomienda, siendo además parte de una campaña gubernamental.

La foto es subida por ellos mismos, fue para crear una cortina de humo a fin de esconder los graves acontecimientos que vivimos y que nadie se pregunte: qué hay con los jesuitas? Y las quimios? Y los medicamentos? Y el Covid? Y la inflación? Y la balacera en Puebla en un centro de vacunación? Y los desvíos en Dos Bocas o el Tren Maya? Y los hielos de Pemex? Y los médicos Cubanos? Y la inseguridad?

El presidente miente tan bien que hasta él mismo se cree sus propias mentiras; más de 75 mil en lo que va del sexenio dan una muestra de lo funcional que han sido para el posicionamiento de marca, de su persona y de una máxima creída a ciegas, el “vamos muy bien” contrasta con una realidad que muestra todo lo contrario.

Obrador sale todos los días apergollado a su versión de cualquier hecho y esta es tomada como una verdad absoluta por sus seguidores, verdad que no es demostrable y que no viene soportada por datos duros, procesos científicos o respaldada por instituciones académicas, solo los hechos y las mentiras prescritas por el líder son aceptadas como la verdad, aunado a ello se minimizan hechos graves o se magnifican otros sin importancia para distraer al respetable. Hannah Arendt señala que la política es el lugar privilegiado de la mentira en la medida en que se considera un instrumento necesario y legítimo para el político y el estadista, pero en este caso se ha abusado de este mecanismo.

Para Platón la democracia había exacerbado los intereses individualistas por encima del bien común de la sociedad y, según su visión, en este proceso habían tenido gran responsabilidad los sofistas y oradores. Estos eran, a su juicio, quienes con discursos verosímiles y argumentos erísticos habían corrompido la unidad de la polis ateniense, como hoy se ha corrompido la República, el gobierno es una mafia como se autoreconoció AMLO frente a las burlas de su hijo.

Entre políticos las mentiras y engaños son un juego de póker para acceder al poder, para desplazarse entre esas arenas movedizas que trae la lucha política y la conquista del espacio público, pero esto es muy diferente a mentirle al pueblo. Maquiavelo no señalaba ante quién en concreto hay que tener mala fe u olvidar las promesas cuando no convienen; tiene la prudencia de emplear para sus ejemplos a los príncipes extranjeros argumentando que es el «estúpido vulgo» el destinatario de los mensajes principescos: «Pero es necesario saber encubrir bien este natural, y tener gran habilidad para fingir y disimular; los hombres son tan simples y se someten hasta tal punto a las necesidades presentes, que quien engaña encontrará siempre quien se deje engañar». El pensamiento no ha cambiado en siglos.


Mis redes : ulisesgrmx@yahoo. com.mx

Facebook @Ulises Gómez R

Twitter @ Ulisesgrmx

ÚLTIMASCOLUMNAS