/ viernes 9 de septiembre de 2022

Año 1 | El primer año de vida del Museo de la Sierra Gorda

Antes de ser museo, el edificio en cuestión cumplió con distintas funciones: fuerte militar, oficinas de gobiernos y cárcel

Corría el año de 1990, tiempos afortunados en el estado de Querétaro para la creación de nueva infraestructura cultural. Época en que se construyeron, por ejemplo, las casas de cultura para los municipios. También, en 1991 se fundó el Museo Histórico de la Sierra Gorda, ubicado en un antiguo fuerte militar del siglo XVI. A 31 años de vida y con mi reciente ingreso a la dirección de este recinto cultural, me vi envuelto en un ejercicio de memoria como institución, su consecuente desdoblamiento y transformación, hasta llegar al presente en un relanzamiento de ideas.

Antes de ser museo, el edificio en cuestión cumplió con distintas funciones: fuerte militar, oficinas de gobiernos y cárcel.

En este texto contaré una microhistoria de la política cultural en la Sierra Gorda, la que tiene que ver con la fundación y el primer año de vida del Museo Histórico de la Sierra Gorda. Un gran museo ubicado en Jalpan de Serra, en la Sierra Gorda de Querétaro. Proceso en el que estuve muy cercano y que marcó afortunadamente mi orientación profesional hacia la gestión cultural.

Al parecer, de manera circunstancial se construyó el Museo de la Sierra Gorda. Juan Antonio Isla –secretario de Bienestar del Estado de Querétaro en aquel entonces, instancia que comprendía también a la política cultural, además de la social– me comentó un día por teléfono que, un año antes, de visita en la Sierra Gorda con personajes distinguidos de las Islas Baleares –archipiélago de España en donde naciera el insigne misionero Junípero Serra–, estos comentaron: ¿Y por qué no hacen un museo? Fue entonces que surgió una primera idea de un espacio que diera sentido y viabilidad al cuidado y difusión del importante legado cultural de la región, en ese momento pensado sobre todo en el patrimonio monumental que comprenden las Misiones Franciscanas del Siglo XVIII fundadas por Junípero.

Un año después, avanzada la obra de restauración y acondicionamiento del edificio que alberga hoy al museo, Juan Antonio Isla caminaba por las calles de Jalpan cuando se cruzó con quien a la postre fue su primer director, José María Herrera Trejo, arquitecto de profesión y por aquellos años activista por la conservación e impulsor de la fruticultura en la región. De este cruce se detonaron afortunados encuentros y se desarrollaron potentes líneas de trabajo cultural. “¿Qué están haciendo allí?”, preguntó el arquitecto Herrera, refiriéndose a lo que era la cárcel. “Un Museo”, respondió Juan Antonio Isla. “¿Ya tienes Director?”, dijo el arquitecto. “No”, Respondió el funcionario. “¿Por qué no me invitas a ser director?”, le reviró el también activista. “Vale”.

Foto: Cortesía | Museo Histórico de la Sierra Gorda

Fue así que el 9 de agosto de 1991 su inauguró el Museo Histórico de la Sierra Gorda, con todo un horizonte semi-virgen para el trabajo de la promoción cultural en un territorio de gran riqueza. Se comenzó desde cero. Inmediatamente, el arquitecto Herrera, primer director de la institución, hizo alianza con José Antonio Mac Gregor, promotor cultural quien era director de la Delegación de Culturas Populares en Querétaro. Fue entonces que se desataron una andanada de actividades de difusión cultural y, sobre todo, capacitaciones para formar promotores culturales. Se promovieron exposiciones de artes visuales y se comenzaron a diseñar y elaborar salas expositivas de arte y cultura popular. Un evento de gran trascendencia fue la organización del Primer Festival de Música y Trova de las Huastecas, que reunió por primera vez a los mas destacados soneros mexicanos de distintas regiones, como Fortunato y sus Cometas, Mono Blanco y Los Camperos de Valles. Este evento fue semilla, incluso a nivel nacional, para la realización de eventos similares como posteriormente fue el Festival de las Huastecas, o consecuentes eventos regionales que promovieron la revalorización y fortalecimiento del son huasteco, la trova y la versificación tradicional.

Ese año que corrió de 1991 a 1992, marcó gran designio para mi desarrollo, pues teniendo yo apenas 14 años, tuve la fortuna de ser partícipe de estas actividades comentadas y de otras muchas. Gracias a las cuales me determinaron prontamente para orientar mis pasos a ser un promotor cultural, como lo era José Antonio Mac Gregor (mi padre profesional) y José María Herrera Trejo (mi padre biológico).

El viernes 2 de septiembre, se inauguró una exposición fotográfica titulada Año 1, en la barda perimetral de las instalaciones del DIF del Municipio de Jalpan, en la que se hace una pequeña muestra de nueve fotografías del archivo del Museo Histórico de la Sierra Gorda, que cuidadosamente se resguardaron por 31 años, que ilustran la crónica que he compartido con ustedes.

Este texto comprende una primera entrega de muchas mas participaciones mensuales que haré para el Suplemento Cultural Barroco, en las que se abordarán temas concernientes a la gestión y las políticas culturales, la Sierra Gorda, el patrimonio biocultural, la discapacidad, entre otros.

Foto: Cortesía | Museo Histórico de la Sierra Gorda

Corría el año de 1990, tiempos afortunados en el estado de Querétaro para la creación de nueva infraestructura cultural. Época en que se construyeron, por ejemplo, las casas de cultura para los municipios. También, en 1991 se fundó el Museo Histórico de la Sierra Gorda, ubicado en un antiguo fuerte militar del siglo XVI. A 31 años de vida y con mi reciente ingreso a la dirección de este recinto cultural, me vi envuelto en un ejercicio de memoria como institución, su consecuente desdoblamiento y transformación, hasta llegar al presente en un relanzamiento de ideas.

Antes de ser museo, el edificio en cuestión cumplió con distintas funciones: fuerte militar, oficinas de gobiernos y cárcel.

En este texto contaré una microhistoria de la política cultural en la Sierra Gorda, la que tiene que ver con la fundación y el primer año de vida del Museo Histórico de la Sierra Gorda. Un gran museo ubicado en Jalpan de Serra, en la Sierra Gorda de Querétaro. Proceso en el que estuve muy cercano y que marcó afortunadamente mi orientación profesional hacia la gestión cultural.

Al parecer, de manera circunstancial se construyó el Museo de la Sierra Gorda. Juan Antonio Isla –secretario de Bienestar del Estado de Querétaro en aquel entonces, instancia que comprendía también a la política cultural, además de la social– me comentó un día por teléfono que, un año antes, de visita en la Sierra Gorda con personajes distinguidos de las Islas Baleares –archipiélago de España en donde naciera el insigne misionero Junípero Serra–, estos comentaron: ¿Y por qué no hacen un museo? Fue entonces que surgió una primera idea de un espacio que diera sentido y viabilidad al cuidado y difusión del importante legado cultural de la región, en ese momento pensado sobre todo en el patrimonio monumental que comprenden las Misiones Franciscanas del Siglo XVIII fundadas por Junípero.

Un año después, avanzada la obra de restauración y acondicionamiento del edificio que alberga hoy al museo, Juan Antonio Isla caminaba por las calles de Jalpan cuando se cruzó con quien a la postre fue su primer director, José María Herrera Trejo, arquitecto de profesión y por aquellos años activista por la conservación e impulsor de la fruticultura en la región. De este cruce se detonaron afortunados encuentros y se desarrollaron potentes líneas de trabajo cultural. “¿Qué están haciendo allí?”, preguntó el arquitecto Herrera, refiriéndose a lo que era la cárcel. “Un Museo”, respondió Juan Antonio Isla. “¿Ya tienes Director?”, dijo el arquitecto. “No”, Respondió el funcionario. “¿Por qué no me invitas a ser director?”, le reviró el también activista. “Vale”.

Foto: Cortesía | Museo Histórico de la Sierra Gorda

Fue así que el 9 de agosto de 1991 su inauguró el Museo Histórico de la Sierra Gorda, con todo un horizonte semi-virgen para el trabajo de la promoción cultural en un territorio de gran riqueza. Se comenzó desde cero. Inmediatamente, el arquitecto Herrera, primer director de la institución, hizo alianza con José Antonio Mac Gregor, promotor cultural quien era director de la Delegación de Culturas Populares en Querétaro. Fue entonces que se desataron una andanada de actividades de difusión cultural y, sobre todo, capacitaciones para formar promotores culturales. Se promovieron exposiciones de artes visuales y se comenzaron a diseñar y elaborar salas expositivas de arte y cultura popular. Un evento de gran trascendencia fue la organización del Primer Festival de Música y Trova de las Huastecas, que reunió por primera vez a los mas destacados soneros mexicanos de distintas regiones, como Fortunato y sus Cometas, Mono Blanco y Los Camperos de Valles. Este evento fue semilla, incluso a nivel nacional, para la realización de eventos similares como posteriormente fue el Festival de las Huastecas, o consecuentes eventos regionales que promovieron la revalorización y fortalecimiento del son huasteco, la trova y la versificación tradicional.

Ese año que corrió de 1991 a 1992, marcó gran designio para mi desarrollo, pues teniendo yo apenas 14 años, tuve la fortuna de ser partícipe de estas actividades comentadas y de otras muchas. Gracias a las cuales me determinaron prontamente para orientar mis pasos a ser un promotor cultural, como lo era José Antonio Mac Gregor (mi padre profesional) y José María Herrera Trejo (mi padre biológico).

El viernes 2 de septiembre, se inauguró una exposición fotográfica titulada Año 1, en la barda perimetral de las instalaciones del DIF del Municipio de Jalpan, en la que se hace una pequeña muestra de nueve fotografías del archivo del Museo Histórico de la Sierra Gorda, que cuidadosamente se resguardaron por 31 años, que ilustran la crónica que he compartido con ustedes.

Este texto comprende una primera entrega de muchas mas participaciones mensuales que haré para el Suplemento Cultural Barroco, en las que se abordarán temas concernientes a la gestión y las políticas culturales, la Sierra Gorda, el patrimonio biocultural, la discapacidad, entre otros.

Foto: Cortesía | Museo Histórico de la Sierra Gorda

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