/ miércoles 7 de septiembre de 2022

Pifaneros luchan por mantener viva la música ancestral

Fidel y Marcelo son los últimos pifaneros que aún existen en Cadereyta y temen que dicha costumbre muera con ellos; sin embargo, aún hay jóvenes como Eli Lama Sabactani y Neftalí Pichardo Vázquez que se resisten al embate del tiempo y continúan con el legado de sus antepasados

Una música ancestral persiste en pleno siglo XXI. Suele escucharse –aunque cada vez con menor frecuencia– en los atrios de las iglesias, en los barrios que celebran al santo patrono o en las velaciones. Se trata de la música de los pifaneros, una tradición que tiene origen religioso, y que ahora pende de un hilo debido a que son cada vez más pocos los músicos que sostienen esta tradición en el país, situación que también se refleja en el estado.

Estos músicos suelen tocar en pareja de acuerdo con la tradición, y sus instrumentos son una flauta de carrizo y un tamborcillo hecho con piel de borrego. Su vestimenta típica consta de pantalón y camisa de manta, huaraches, paliacate rojo amarrado al cuello y un sombrero de paja.

En Querétaro se les llama pifaneros pues la flauta de carrizo que ellos tocan también es conocida como pífano; aunque en otras regiones del país, como en Guanajuato, se les conoce como tunditos, pues de esa forma llaman a la flauta de carrizo.

No se sabe con certeza cuántos pifaneros aún están activos en Querétaro; Don Fidel y Don Marcelo Álvarez Ramírez son dos hermanos que tocan esta música ancestral, y ellos son los últimos tunditos en el municipio de Cadereyta, se encuentran específicamente en la comunidad Santa María Magdalena.

Como suele ocurrir en la mayoría de los pifaneros o tunditos, ellos aprendieron esta tradición de su padre quien también tocaba esta música ancestral. Aunque con tristeza, reconocen que esta tradición podría morir con ellos, pues no hay jóvenes interesados en convertirse en nuevos pifaneros.

Durante la emisión del programa radiofónico De raíz, el 23 de octubre del 2020 en Radio Universidad Autónoma de Querétaro (95.9) en Cadereyta, Don Fidel dijo en entrevista que comenzó a tocar cuando apenas tenía 13 años de edad; también compartió que en aquel entonces había al menos 40 “paradas” o parejas de tunditos en Cadereyta, aunque ahora ya solo quedan él y su hermano Marcelo.

Foto: Cortesía | Guillermo González

“Empecé cuando tenía 13 años, en ese tiempo había 40 paradas de tunditos pero se fueron acabando, sólo yo quedo. Ojalá hubiera más personas y niños que quisieran que yo les enseñara, yo quiero que mi música se quede aquí, no quiero llevármela”, dijo en aquel programa conducido por Sara Reséndiz y Abraham Soriano.

¿Música ancestral de origen español?

Alfonso Muñoz Güemes y Gabriel de Dios Figueroa en su ensayo La música de tunditos entre los hñahñú del noreste de Guanajuato definen así a los músicos: “Se le llama tunditos al ensamble de tradición otomí encargado de interpretar la música que lleva el mismo nombre y está conformado por dos integrantes, cada uno de los cuales toca simultáneamente una flauta de tres agujeros y un tambor de doble parche”.

Ambos autores sostienen que la combinación de flauta y tambor interpretados al mismo tiempo por un solo músico –lo que caracteriza a los tunditos/pifaneros–, podría tener un origen español.

“La combinación flauta-percusión es una dotación que podemos encontrar en diversos pueblos de México: chontales de Tabasco, zapotecos de Juchitán y huaves de Oaxaca, entre otros. René Villanueva recopiló varios ejemplos en el disco La flauta indígena mexicana. Asimismo, en distintas partes del país podemos encontrar la música para flauta y tambor interpretada por un solo instrumentista, como en el caso de los totonacas, en Veracruz, y los sonajeros de Tuxpan, Jalisco. Es posible que la música para flauta y tambor interpretada por un mismo instrumentista sea de origen español. En el catálogo de instrumentos prehispánicos presentado en La música de México no se menciona ninguna percusión de doble parche y no se refiere a la flauta de tres agujeros como un instrumento en especial. En el tomo II de ese mismo libro, Robert Stevenson se refiere a dos músicos venidos de España que interpretaban flauta y tambor: por un lado, Benito Vejel, procedente de Sevilla, formaría una escuela de música en la capital de la Nueva España; a su vez, Pedro Trejo —tamborilero procedente de Plasencia, en la provincia de Cáceres— radicaría en Zacatecas y Jalisco”.

Independientemente del origen de esta música y su forma de interpretarla, los pifaneros han hecho de esta mezcla de flauta y tamborcillo, un viaje excepcional hacia la música de sus antepasados, por lo que tiene una fuerte carga ancestral y religiosa.

Foto: Cortesía | Guillermo González

A pesar del esfuerzo de los pifaneros por mantener viva la tradición, el paso del tiempo y la modernidad han hecho a un lado este tipo de música que también, es incomprendida por la mayoría de las personas.

Debido a que la sociedad ya no se siente identificada con esta música, los pifaneros han transformado el repertorio de sus melodías tradicionales para dar paso a canciones más modernas, principalmente a temas de género grupero y huapangos. Estos otros temas de corte popular, son tocados por ellos en jardines, plazas públicas, tianguis y cuando los contratan para amenizar alguna fiesta.

Alfonso Muñoz Güemes y Gabriel de Dios Figueroa, en su mismo ensayo, comentan: “Las canciones son piezas tomadas del repertorio popular, de las piezas interpretadas en la radio o populares en la región. La mayor parte de estas canciones pertenecen al género ranchero y norteño, aunque también forman parte del repertorio piezas tomadas de otros géneros regionales como los huapangos. La participación de los tunditos en las fiestas religiosas por lo general es de aproximadamente 12 horas: desde Las Mañanitas interpretadas al inicio del día hasta la quema del castillo en la noche. Como ya se mencionó, las alabanzas se interpretan dentro del templo, al igual que las piezas antiguas. Una vez fuera de la iglesia, la elección del repertorio se torna un poco más libre, no estrictamente litúrgica; es aquí donde entra la interpretación de las canciones populares, las cuales, complementan el repertorio necesario para ajustarse al tiempo de participación. Algunos informantes mencionan que las canciones son interpretadas también para amenizar la elaboración de los alimentos por parte de los mayordomos en las velaciones”.

Se aferra a sus raíces

Uno de los pifaneros o tunditos más jóvenes en la región y que se dedica 100% a preservar esta música tradicional, es Eli Lama Sabactani, de apenas 22 años de edad. Es un tundito de la comunidad Doctor Mora, Guanajuato, él junto con Neftalí Pichardo Vázquez, aprendieron a tocar con su abuelo Antonio Vázquez García, quien también era tundito.

Aunque ahora Eli porta con orgullo el traje típico de los tunditos, no siempre fue así, pues dice, durante su adolescencia sus amigos se burlaban de él, pues no comprendía la importancia de esta tradición.

“Al principio me daba pena, yo decía, no quiero ser así, pero con el tiempo me sentí mejor, entendí que es muy importante preservar esta tradición y ahora porto con orgullo la ropa típica y toco con orgullo también esta música”.

Ambos hermanos tocan en pareja en jardines, plazas públicas, tianguis y cada cierto tiempo son contratados por alguna institución para amenizar un evento público. Sin embargo, los jóvenes tunditos también dan talleres en su comunidad, para enseñar a los niños este tipo de música.

La impartición de talleres la hacen por su cuenta, sólo piden aportación voluntaria, pues para ellos es más importante preservar la tradición que los recursos económicos.

“Tenemos un taller con más o menos 30 niños, aquí en la comunidad, queremos que ellos aprendan la tradición de los tunditos, no cobramos, solo pedimos aportaciones voluntarias que pueden ser desde 5 pesos hasta 20 pesos, nunca son más de 20 pesos por la economía de las familias, lo entendemos. Los niños se ven muy emocionados de aprender, hacen preguntas y sí quieren aprender la tradición.

“Mi hermano y yo trabajamos por rescatar esta música y queremos también incluir a las mujeres, porque antes no se permitía que las mujeres tocaran esta música, mi abuelo era de esa idea, mi abuelo era machista, pero nosotros estamos trabajando también con mujeres que ya han aprendido y ya están listas para tocar también la música de tunditos”, refiere.

Foto: Cortesía | Guillermo González

Eli también señala que como parte de sus esfuerzos por preservar la tradición, han modificado su repertorio para incluir algunas piezas populares, como rancheras e incluso corridos, y otros temas revolucionarios como La Cucaracha, para que las personas presten atención al trabajo de los pifaneros quienes aunque toquen temas populares, lo hacen al estilo tradicional, sólo con flauta de carrizo y tamborcillo.

“Algunas personas te ven tocando y no te dan nada o te dan muy poco, otras personas que sí conocen esta tradición se acercan y te felicitan o te preguntan por esta música, por lo general son personas mayores, a los jóvenes no les interesa este tipo de música”.

A las autoridades, Eli Lama Sabactani les pide reconocer su labor como promotores de esta tradición y apoyarlos por ejemplo con pagos justos cuando sean contratados para amenizar algún evento, y por supuesto difundir desde sus trincheras la labor de los tunditos o pifaneros.

“Hay veces por ejemplo que nos contratan para tocar nosotros cobramos 300 pesos la hora o 3 mil pesos una jornada, que es de 5 de la mañana a 9 de la noche, y a veces las instituciones tienen un presupuesto de 5 mil pesos con nosotros y a la hora de la hora te da tres mil. Las instituciones a veces nos explotan, nomás nos tienen ahí para hablar de la tradición y decir que apoyan la tradición pero no pagan lo justo".

Recientemente el colectivo Cosechando Tradición organizó en el Museo Regional de Querétaro un encuentro de pifaneros, al que asistieron músicos de Guanajuato, Santa Rosa Jáuregui y Santa María Magdalena. Durante el encuentro se realizaron conciertos, talleres y charlas para promover esta tradición.

Una música ancestral persiste en pleno siglo XXI. Suele escucharse –aunque cada vez con menor frecuencia– en los atrios de las iglesias, en los barrios que celebran al santo patrono o en las velaciones. Se trata de la música de los pifaneros, una tradición que tiene origen religioso, y que ahora pende de un hilo debido a que son cada vez más pocos los músicos que sostienen esta tradición en el país, situación que también se refleja en el estado.

Estos músicos suelen tocar en pareja de acuerdo con la tradición, y sus instrumentos son una flauta de carrizo y un tamborcillo hecho con piel de borrego. Su vestimenta típica consta de pantalón y camisa de manta, huaraches, paliacate rojo amarrado al cuello y un sombrero de paja.

En Querétaro se les llama pifaneros pues la flauta de carrizo que ellos tocan también es conocida como pífano; aunque en otras regiones del país, como en Guanajuato, se les conoce como tunditos, pues de esa forma llaman a la flauta de carrizo.

No se sabe con certeza cuántos pifaneros aún están activos en Querétaro; Don Fidel y Don Marcelo Álvarez Ramírez son dos hermanos que tocan esta música ancestral, y ellos son los últimos tunditos en el municipio de Cadereyta, se encuentran específicamente en la comunidad Santa María Magdalena.

Como suele ocurrir en la mayoría de los pifaneros o tunditos, ellos aprendieron esta tradición de su padre quien también tocaba esta música ancestral. Aunque con tristeza, reconocen que esta tradición podría morir con ellos, pues no hay jóvenes interesados en convertirse en nuevos pifaneros.

Durante la emisión del programa radiofónico De raíz, el 23 de octubre del 2020 en Radio Universidad Autónoma de Querétaro (95.9) en Cadereyta, Don Fidel dijo en entrevista que comenzó a tocar cuando apenas tenía 13 años de edad; también compartió que en aquel entonces había al menos 40 “paradas” o parejas de tunditos en Cadereyta, aunque ahora ya solo quedan él y su hermano Marcelo.

Foto: Cortesía | Guillermo González

“Empecé cuando tenía 13 años, en ese tiempo había 40 paradas de tunditos pero se fueron acabando, sólo yo quedo. Ojalá hubiera más personas y niños que quisieran que yo les enseñara, yo quiero que mi música se quede aquí, no quiero llevármela”, dijo en aquel programa conducido por Sara Reséndiz y Abraham Soriano.

¿Música ancestral de origen español?

Alfonso Muñoz Güemes y Gabriel de Dios Figueroa en su ensayo La música de tunditos entre los hñahñú del noreste de Guanajuato definen así a los músicos: “Se le llama tunditos al ensamble de tradición otomí encargado de interpretar la música que lleva el mismo nombre y está conformado por dos integrantes, cada uno de los cuales toca simultáneamente una flauta de tres agujeros y un tambor de doble parche”.

Ambos autores sostienen que la combinación de flauta y tambor interpretados al mismo tiempo por un solo músico –lo que caracteriza a los tunditos/pifaneros–, podría tener un origen español.

“La combinación flauta-percusión es una dotación que podemos encontrar en diversos pueblos de México: chontales de Tabasco, zapotecos de Juchitán y huaves de Oaxaca, entre otros. René Villanueva recopiló varios ejemplos en el disco La flauta indígena mexicana. Asimismo, en distintas partes del país podemos encontrar la música para flauta y tambor interpretada por un solo instrumentista, como en el caso de los totonacas, en Veracruz, y los sonajeros de Tuxpan, Jalisco. Es posible que la música para flauta y tambor interpretada por un mismo instrumentista sea de origen español. En el catálogo de instrumentos prehispánicos presentado en La música de México no se menciona ninguna percusión de doble parche y no se refiere a la flauta de tres agujeros como un instrumento en especial. En el tomo II de ese mismo libro, Robert Stevenson se refiere a dos músicos venidos de España que interpretaban flauta y tambor: por un lado, Benito Vejel, procedente de Sevilla, formaría una escuela de música en la capital de la Nueva España; a su vez, Pedro Trejo —tamborilero procedente de Plasencia, en la provincia de Cáceres— radicaría en Zacatecas y Jalisco”.

Independientemente del origen de esta música y su forma de interpretarla, los pifaneros han hecho de esta mezcla de flauta y tamborcillo, un viaje excepcional hacia la música de sus antepasados, por lo que tiene una fuerte carga ancestral y religiosa.

Foto: Cortesía | Guillermo González

A pesar del esfuerzo de los pifaneros por mantener viva la tradición, el paso del tiempo y la modernidad han hecho a un lado este tipo de música que también, es incomprendida por la mayoría de las personas.

Debido a que la sociedad ya no se siente identificada con esta música, los pifaneros han transformado el repertorio de sus melodías tradicionales para dar paso a canciones más modernas, principalmente a temas de género grupero y huapangos. Estos otros temas de corte popular, son tocados por ellos en jardines, plazas públicas, tianguis y cuando los contratan para amenizar alguna fiesta.

Alfonso Muñoz Güemes y Gabriel de Dios Figueroa, en su mismo ensayo, comentan: “Las canciones son piezas tomadas del repertorio popular, de las piezas interpretadas en la radio o populares en la región. La mayor parte de estas canciones pertenecen al género ranchero y norteño, aunque también forman parte del repertorio piezas tomadas de otros géneros regionales como los huapangos. La participación de los tunditos en las fiestas religiosas por lo general es de aproximadamente 12 horas: desde Las Mañanitas interpretadas al inicio del día hasta la quema del castillo en la noche. Como ya se mencionó, las alabanzas se interpretan dentro del templo, al igual que las piezas antiguas. Una vez fuera de la iglesia, la elección del repertorio se torna un poco más libre, no estrictamente litúrgica; es aquí donde entra la interpretación de las canciones populares, las cuales, complementan el repertorio necesario para ajustarse al tiempo de participación. Algunos informantes mencionan que las canciones son interpretadas también para amenizar la elaboración de los alimentos por parte de los mayordomos en las velaciones”.

Se aferra a sus raíces

Uno de los pifaneros o tunditos más jóvenes en la región y que se dedica 100% a preservar esta música tradicional, es Eli Lama Sabactani, de apenas 22 años de edad. Es un tundito de la comunidad Doctor Mora, Guanajuato, él junto con Neftalí Pichardo Vázquez, aprendieron a tocar con su abuelo Antonio Vázquez García, quien también era tundito.

Aunque ahora Eli porta con orgullo el traje típico de los tunditos, no siempre fue así, pues dice, durante su adolescencia sus amigos se burlaban de él, pues no comprendía la importancia de esta tradición.

“Al principio me daba pena, yo decía, no quiero ser así, pero con el tiempo me sentí mejor, entendí que es muy importante preservar esta tradición y ahora porto con orgullo la ropa típica y toco con orgullo también esta música”.

Ambos hermanos tocan en pareja en jardines, plazas públicas, tianguis y cada cierto tiempo son contratados por alguna institución para amenizar un evento público. Sin embargo, los jóvenes tunditos también dan talleres en su comunidad, para enseñar a los niños este tipo de música.

La impartición de talleres la hacen por su cuenta, sólo piden aportación voluntaria, pues para ellos es más importante preservar la tradición que los recursos económicos.

“Tenemos un taller con más o menos 30 niños, aquí en la comunidad, queremos que ellos aprendan la tradición de los tunditos, no cobramos, solo pedimos aportaciones voluntarias que pueden ser desde 5 pesos hasta 20 pesos, nunca son más de 20 pesos por la economía de las familias, lo entendemos. Los niños se ven muy emocionados de aprender, hacen preguntas y sí quieren aprender la tradición.

“Mi hermano y yo trabajamos por rescatar esta música y queremos también incluir a las mujeres, porque antes no se permitía que las mujeres tocaran esta música, mi abuelo era de esa idea, mi abuelo era machista, pero nosotros estamos trabajando también con mujeres que ya han aprendido y ya están listas para tocar también la música de tunditos”, refiere.

Foto: Cortesía | Guillermo González

Eli también señala que como parte de sus esfuerzos por preservar la tradición, han modificado su repertorio para incluir algunas piezas populares, como rancheras e incluso corridos, y otros temas revolucionarios como La Cucaracha, para que las personas presten atención al trabajo de los pifaneros quienes aunque toquen temas populares, lo hacen al estilo tradicional, sólo con flauta de carrizo y tamborcillo.

“Algunas personas te ven tocando y no te dan nada o te dan muy poco, otras personas que sí conocen esta tradición se acercan y te felicitan o te preguntan por esta música, por lo general son personas mayores, a los jóvenes no les interesa este tipo de música”.

A las autoridades, Eli Lama Sabactani les pide reconocer su labor como promotores de esta tradición y apoyarlos por ejemplo con pagos justos cuando sean contratados para amenizar algún evento, y por supuesto difundir desde sus trincheras la labor de los tunditos o pifaneros.

“Hay veces por ejemplo que nos contratan para tocar nosotros cobramos 300 pesos la hora o 3 mil pesos una jornada, que es de 5 de la mañana a 9 de la noche, y a veces las instituciones tienen un presupuesto de 5 mil pesos con nosotros y a la hora de la hora te da tres mil. Las instituciones a veces nos explotan, nomás nos tienen ahí para hablar de la tradición y decir que apoyan la tradición pero no pagan lo justo".

Recientemente el colectivo Cosechando Tradición organizó en el Museo Regional de Querétaro un encuentro de pifaneros, al que asistieron músicos de Guanajuato, Santa Rosa Jáuregui y Santa María Magdalena. Durante el encuentro se realizaron conciertos, talleres y charlas para promover esta tradición.

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