/ miércoles 10 de enero de 2024

La miscelánea del Arte | Los Reyes Magos en el pesebre


Este es el primer artículo de la que espero sea una columna mensual, simple y sin más ánimo que el de miscere el arte. ¿Por qué miscelánea del arte? Precisamente por la esencia variada de la columna. La etimología de la palabra miscelánea proviene del latín miscellanea, del verbo miscere, que quiere decir mezclar o combinar; es una palabra que se usa para nombrar un contexto donde se concentran series de cosas, textos o incluso productos diferentes, inconexos… simplemente variados.

Soy una artista, filósofa, esteta… y el objetivo de esta columna es compartir reflexiones en torno al arte pero con relación a la filosofía, la historia y otras disciplinas; como la arqueología que es la que propongo para este primer artículo:

LOS REYES MAGOS EN EL PESEBRE

Para terminar la fiesta de Navidad, propongo la historia del primer pesebre material, también porqué en él se encuentran la representación de los Reyes Magos; no es la primera representación artística de estos, aclaro, pero aquí se encuentran refigurados de una manera más próxima a la típica del pesebre. Seguramente hemos escuchado la historia de que el primer nacimiento fue hecho por San Francisco de Asís, y es verdad. Luego de su viaje por Palestina, el Santo seguía preso de la emoción y en 1223 quiso hacer en Greccio “la nueva Belén”, como se le conoce a este pueblo hasta el día de hoy.

Foto: Cortesía | Liz Moreno

Luego en 1291, poco antes de que Giotto pintara su versión del pesebre de Greccio en la Basílica Superior de Asís, al artista Arnolfo de Cambio le fue comisionado por el Papa Niccolò IV un pesebre en mármol para celebrar el ideado por San Francisco. Todo esto en Roma, en la Basílica de Santa María Mayor. Desgraciadamente el pesebre de Arnolfo no sobrevivió completo hasta el día de hoy, y lo que queda no se puede visitar. Pero hace un par de años los canónicos de Santa María decidieron poner en muestra dicho pesebre. En el Nártex (o Pórtico) de dicha Basílica, junto a la Puerta Santa, se encuentra una gran puerta, inaccesible hasta hoy, y la escalinata que lleva hasta la Logia de las Bendiciones y, unos pasos más adelante, a la Sala de los Papas. Es ahí, en un ambiente casi solemne donde por tiempo limitado exhibieron este magnífico pesebre.

Como había ya mencionado, del pesebre original queda poco; en la segunda mitad del 1500, en tiempos del Papa Sixto V, fue modificado por Domenico Fontana, y también en época moderna cuando el pesebre fue colocado en una cripta. Es claro a la vista que la Virgen con el Niño Dios que ahora se encuentran al centro, no pertenecen al pesebre original; no sólo por el estilo, ya que la talla no es gótica, sino palpablemente de un estilo posterior, del Cinquecento; además de que en la época de Arnolfo generalmente se representaba a la Virgen en la gruta de Belén recostada con el Niño Dios a su lado; una imagen que incluso concordaría mejor con las esculturas del buey y la mula, que son más bien dos cabecitas apoyadas en un pesebre, seguramente éstas estarían en una especie de ventana detrás de la Virgen.

La imagen de San José, hombre sereno, me parece una de las mejores logradas. Se cree, por la colocación que tenía, que creaba una sugestión de movimiento y era quien invitaba al espectador a adentrarse en la escena. Llegamos a los Reyes Magos, se encuentran en dos piezas, un alto relieve y una escultura sola. El relieve muestra dos figuras, un joven que sede el paso a un hombre mayor, pareciera que descienden a la gruta en un dialogo. Y por último, el rey que se encuentra inclinado delante, es la figura más cercana al espectador y la que, considero, nos cuenta mejor la historia. La dirección de su mirada confirma la teoría de la Virgen recostada y el paso del tiempo en su rostro es signo no sólo de la antigüedad del pesebre, sino que evoca a la leyenda misma: el viaje espacio-temporal de los reyes para presentar sus regalos al Niño Dios.


Sobre la autora
Elizabeth Tavarez Moreno, artista y filósofa queretana especialista en estética de lo sagrado. Es licenciada en Filosofía y en Artes Visuales por la Universidad Autónoma de Querétaro; asimismo es investigadora de estética medieval franciscana como doctoranda en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad de Roma, Italia, universidad en la que también obtuvo la maestría en Filosofía. Actualmente es colaboradora del Centro Studi Santa Rosa da Viterbo en Italia.


Este es el primer artículo de la que espero sea una columna mensual, simple y sin más ánimo que el de miscere el arte. ¿Por qué miscelánea del arte? Precisamente por la esencia variada de la columna. La etimología de la palabra miscelánea proviene del latín miscellanea, del verbo miscere, que quiere decir mezclar o combinar; es una palabra que se usa para nombrar un contexto donde se concentran series de cosas, textos o incluso productos diferentes, inconexos… simplemente variados.

Soy una artista, filósofa, esteta… y el objetivo de esta columna es compartir reflexiones en torno al arte pero con relación a la filosofía, la historia y otras disciplinas; como la arqueología que es la que propongo para este primer artículo:

LOS REYES MAGOS EN EL PESEBRE

Para terminar la fiesta de Navidad, propongo la historia del primer pesebre material, también porqué en él se encuentran la representación de los Reyes Magos; no es la primera representación artística de estos, aclaro, pero aquí se encuentran refigurados de una manera más próxima a la típica del pesebre. Seguramente hemos escuchado la historia de que el primer nacimiento fue hecho por San Francisco de Asís, y es verdad. Luego de su viaje por Palestina, el Santo seguía preso de la emoción y en 1223 quiso hacer en Greccio “la nueva Belén”, como se le conoce a este pueblo hasta el día de hoy.

Foto: Cortesía | Liz Moreno

Luego en 1291, poco antes de que Giotto pintara su versión del pesebre de Greccio en la Basílica Superior de Asís, al artista Arnolfo de Cambio le fue comisionado por el Papa Niccolò IV un pesebre en mármol para celebrar el ideado por San Francisco. Todo esto en Roma, en la Basílica de Santa María Mayor. Desgraciadamente el pesebre de Arnolfo no sobrevivió completo hasta el día de hoy, y lo que queda no se puede visitar. Pero hace un par de años los canónicos de Santa María decidieron poner en muestra dicho pesebre. En el Nártex (o Pórtico) de dicha Basílica, junto a la Puerta Santa, se encuentra una gran puerta, inaccesible hasta hoy, y la escalinata que lleva hasta la Logia de las Bendiciones y, unos pasos más adelante, a la Sala de los Papas. Es ahí, en un ambiente casi solemne donde por tiempo limitado exhibieron este magnífico pesebre.

Como había ya mencionado, del pesebre original queda poco; en la segunda mitad del 1500, en tiempos del Papa Sixto V, fue modificado por Domenico Fontana, y también en época moderna cuando el pesebre fue colocado en una cripta. Es claro a la vista que la Virgen con el Niño Dios que ahora se encuentran al centro, no pertenecen al pesebre original; no sólo por el estilo, ya que la talla no es gótica, sino palpablemente de un estilo posterior, del Cinquecento; además de que en la época de Arnolfo generalmente se representaba a la Virgen en la gruta de Belén recostada con el Niño Dios a su lado; una imagen que incluso concordaría mejor con las esculturas del buey y la mula, que son más bien dos cabecitas apoyadas en un pesebre, seguramente éstas estarían en una especie de ventana detrás de la Virgen.

La imagen de San José, hombre sereno, me parece una de las mejores logradas. Se cree, por la colocación que tenía, que creaba una sugestión de movimiento y era quien invitaba al espectador a adentrarse en la escena. Llegamos a los Reyes Magos, se encuentran en dos piezas, un alto relieve y una escultura sola. El relieve muestra dos figuras, un joven que sede el paso a un hombre mayor, pareciera que descienden a la gruta en un dialogo. Y por último, el rey que se encuentra inclinado delante, es la figura más cercana al espectador y la que, considero, nos cuenta mejor la historia. La dirección de su mirada confirma la teoría de la Virgen recostada y el paso del tiempo en su rostro es signo no sólo de la antigüedad del pesebre, sino que evoca a la leyenda misma: el viaje espacio-temporal de los reyes para presentar sus regalos al Niño Dios.


Sobre la autora
Elizabeth Tavarez Moreno, artista y filósofa queretana especialista en estética de lo sagrado. Es licenciada en Filosofía y en Artes Visuales por la Universidad Autónoma de Querétaro; asimismo es investigadora de estética medieval franciscana como doctoranda en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad de Roma, Italia, universidad en la que también obtuvo la maestría en Filosofía. Actualmente es colaboradora del Centro Studi Santa Rosa da Viterbo en Italia.

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