/ miércoles 22 de mayo de 2024

Rotulismo en Querétaro: ¿Arte en decadencia o en evolución?

Los rotulistas han observado un cambio en su labor desde la popularización de las lonas en los dosmiles, hasta el renacimiento del rótulo tradicional pero con un objetivo ornamental


"Dios no hizo el mundo, lo hicieron los albañiles… y lo pintamos los rotulistas” fue una de las tantas frases que circularon en las redes sociales a propósito del Día del Albañil y que hizo a muchos detenerse a reflexionar sobre las implicaciones de esta afirmación. Con la frase en mente y al tomar camino por las calles aledañas al Centro Histórico, la sentencia cobra otro sentido. Y es que si bien, la esencia del mexicano se encuentra en su gastronomía o en su música, también deja huella por donde pasa, específicamente en forma de rótulos.

Desde los más convencionales que anuncian el giro del negocio: Estética, Óptica, Papelería, Cremería.... hasta los que juegan con las palabras y elementos visuales: Bicis-Juguetimundo (con pequeños planetas Tierra como punto en cada ‘i’ y una bici “pedaleando” por la curvatura de la ‘j’) o Bambule burger, snack y más… acompañado de una jugosa hamburguesa con su lechuga, tomate, cebolla y queso, que es abrazada por una lengüeta de fuego simulando el calor de la brasa.

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El rótulo mexicano se destaca dentro del campo del diseño y la publicidad por su practicidad, aunque algunas investigaciones sobre la cultura visual en nuestro país han destacado el impacto que tienen los rótulos con respecto a la identidad urbana y popular; es decir, que estos elementos gráficos son los que principalmente contribuyen a la acepción del paisaje, lo que los hace fundamentales para entender y comprender el entorno en el que día a día convivimos.

Con la intención de ahondar un poco más en este arte y en la presencia que ha tenido en el paisaje queretano, nos hemos dado a la tarea de recopilar un recorrido histórico y social.

Foto: Hugo Arciniega / Diario de Querétaro

Rótulo, el protagonista del paisaje urbano

¿Qué hay que entender por rótulos? Por definición se les denomina así a los letreros con los que se indica o da a conocer el contenido, objeto o destino que se está publicitando. Su tradición es propia de las ciudades por el intercambio comercial que se ha gestado en estas urbes, y aunque no es una estrategia propia de México, el ingenio mexicano le ha dado su propio “sazón”.

Según el artículo de Martín M. Checa-Artasu y Pilar Castro Rodríguez llamado El rótulo popular, común denominador del paisaje urbano en México, este oficio comenzó a desarrollarse desde el siglo XVIII durante la época colonial y poco a poco se fue transformando gracias a los procesos industrializadores en la segunda mitad del siglo XIX.

De acuerdo con los investigadores, la particularidad del rótulo popular que lo separa de otros artefactos de la comunicación es que carece de reproducibilidad; es decir, cada rótulo tradicional (el realizado a mano alzada) es único en su clase y no puede replicarse en serie como el arte de grabado, las litografías, la serigrafía, etcétera. Es por este factor que este tipo de trabajo artesanal forma parte de la identidad de una zona, colonia o barrio.

Un rótulo se compone principalmente de cuatro elementos: letra, que es fundamental por el mensaje en concreto que se busca transmitir sin dar espacio a otras interpretaciones; dibujo, el cual nace como complemento del mensaje pero también para atraer la atención de posibles compradores; color, también importante para captar el interés de los que transitan, y soporte, que pueden ser paredes, fachadas, vallas, persianas metálicas, entre otros.

Foto: Hugo Arciniega / Diario de Querétaro

“En numerosos casos, la rotulación trasciende su sentido funcional: comunicar una determinada información para ir más allá e introducir elementos, muchos de ellos dibujos, que destilan sentimientos de humor, de ironía, de deseo, de vanidad, de irreverencia, de sexualidad encubierta, crítica social, etc., señalando así un valor agregado de este recurso y su dimensión como artefacto sociocultural”, puntualizan Checa-Artasu y Castro Rodríguez en su publicación.

Ante la popularización de lo aesthetic o lo minimalista, se han generado diferentes esfuerzos para honrar el “ingenio de la gráfica mexicana”, uno de los más destacados es el libro Sensacional de diseño mexicano realizado por Juan Carlos Mena, Oscar Reyes y Déborah Holtz, quienes desde 1994 se dieron a la tarea de recopilar fotografías de rótulos a lo largo y ancho del país, resultando así en una publicación –que posteriormente da nacimiento a la exposición que hoy en día se encuentra en el Museo de la Ciudad y que permanecerá hasta el 4 de agosto– con poco más de 500 imágenes que representan a cientos de rotulistas que “no siguen las normas de la academia, las convenciones de la composición plástica, ni las últimas modas”; sin embargo, su creatividad a la hora de resolver un problema de comunicación y lograr transmitir las virtudes de sus productos, son dignos de estudiarse.

En esta oda a la riqueza de la gráfica popular se encuentran 700 piezas visuales divididas en 10 secciones: Oficios y objetos, Comida y bebida, Estética y mamacitas, Bestiario, País y religión, Burlesque, Lucha libre, Sonidero, Sentimientos, y Transportes.

Las imágenes recopiladas se encuentran ampliadas para crear una exposición estilo pop art, donde se intensifican los colores, las siluetas y tipografías. Hay piezas muy particulares, como los jabones Quiéreme siempre, Yo domino mi hombre, Contra la salación, De ruda o Rompe colchón.

Sensacional del diseño mexicano ha recorrido Estados Unidos, Escocia, España, Egipto y Colombia. En nuestro país ha sido exhibida previamente en Zacatecas, y después de su estancia en nuestra entidad arrancará una gira por la república, incluyendo Monterrey y Guadalajara.

Foto: Irais Sánchez / Diario de Querétaro

Un vuelco a lo digital

En la calle 15 de mayo, en contra esquina del Mercado de La Cruz, se encuentra el local de Mario Santiago Castro y María Guadalupe Mejía llamado Garagato. Está a unas semanas de inaugurarse oficialmente y ofrecerá servicios de rotulación en vinil, lonas, playeras, souvenirs, etiquetas, logos, uniformes, gorras, imprenta, serigrafía y tazas.

María Guadalupe es la “mente maestra” detrás del emprendimiento, ella se encarga de la parte administrativa, manejo de redes y como auxiliar en la realización de los productos; mientras que Mario es el responsable del desarrollo de la parte creativa y cuenta con 20 años de experiencia en el mundo de la rotulación.

Pese a que el rotulista asegura que la demanda de rótulos no ha disminuido en Querétaro, afirma que la labor sí ha experimentado diferentes transformaciones. “Yo empecé a notar que a partir del año 2000 se comenzó a popularizar la impresión en lonas, todavía a finales de los noventa se encontraba muy fuerte el trabajo manual sobre pared o sobre las puertas metálicas, pero a raíz de ese año fue que hubo un brinco a este otro material, ya que es más barato y se encuentra listo en mucho menor tiempo”, explicó en entrevista el también artista visual y copropietario de Garagato.

De acuerdo con el rotulista, antes el trabajo manual solía ser complicado porque los trazos eran hechos a mano alzada. Tenías un diseño pequeño, unas letras de un centímetro en papel, pero a la hora de trasladarlas a tu base de trabajo aumentaban a una de 50 centímetros o incluso de un metro de alto, así que hacer la proyección, la separación del espacio y sobretodo conseguir que se vean derechas, era demasiado trabajo. Por ejemplo, si quisiera hacer el logo de nuestro local, que básicamente es un círculo, en pared, sería todo un reto porque no existe un compás gigante. Con las herramientas que había en mi época, hubiera utilizado la clásica y arcaica de una punta y con un cordón hacer todo el giro del círculo. Hoy básicamente todas las figuras se hacen en computadora, la mayoría de las letras y diseños nacen de programas como Adobe Photoshop e Illustrator o con el Draw, utilizamos los diseños predeterminados, el estilo y podemos imprimirlos para hacer nuestras plantillas, como esas que utilizan los que hacen grafiti, y ya solo nos enfocamos a cuidar detalles como las patitas, las curvas, etcétera”, explicó.

Foto: Hugo Arciniega / Diario de Querétaro

Han pasado cinco años, aproximadamente, desde la última vez que Mario realizó un rótulo de forma manual. En ese entonces estaba cobrando en 80 pesos el metro cuadrado, mientras que en la rotulación digital –que es en la que actualmente se enfoca– cobra entre 120 y 200 pesos el metro cuadrado del diseño y el tipo de material que es solicitado.

“Yo no siento que el trabajo del rotulista se está perdiendo, sino que ha ido evolucionando”, afirma Mario. “Tengo muchos compañeros y colegas que empezaron como yo, haciendo rótulos desde la escuela y que a la fecha nos mantenemos en este tipo de negocio. Todos coincidimos que las herramientas y programas que han llegado han evolucionado nuestra labor, nos la han facilitado. Si bien, ya la rotulación manual no es tan demandada para la identidad de los negocios como ahora lo son los letreros de luces neón, todavía son utilizados pero desde una parte decorativa para el atractivo de los locales, así que realmente nuestro trabajo y presencia no ha terminado”, apunta.

Garagato se encuentra ubicado en la calle 15 de mayo local #134A, a un costado del Waldo’s y en contra esquina del Mercado de La Cruz. En Facebook los pueden encontrar como Garagato Design y cuentan con los números de contacto: 442 660 3338 y 446 120 5478.

Del mural a los rótulos

En el caso de Vivian Leonor Santillan Franco (conocida artísticamente como Vivian Leonor), su llegada al mundo del rotulismo fue mucho más reciente y gracias a su trabajo como muralista. “Yo como tal no empecé como rotulista, sino era grafitera y me especializaba en el trabajo de murales, pero me ocurrió que mientras trabajaba en los murales, siempre pasaba alguien a preguntarme cuánto le cobraría por hacerle los rótulos de su local o el dibujo, y pues poco a poco fue que me terminé metiendo en esta corriente, aunque actualmente siento que soy más del estilo de rotulistas que se especializan en el diseño de interiores”, asiente Vivian.

En el 2020, cuando Leonor finalizó la Licenciatura en Artes Visuales con especialidad en las artes plásticas en la UAQ, terminó trabajando en una empresa de rótulos, donde tuvo la oportunidad de conocer todo el mundo que engloba este oficio. “Trabajé desde lo digital hasta el rótulo tradicional. Ahí me empapé de todo este negocio, duré alrededor de tres meses ya que una vez comenzada la pandemia, fue que terminé por independizarme y poner mi propio emprendimiento”, relató.

A mediados del 2020, Vivian arrancó un proyecto de rótulos llamado Rótulos Unión junto con uno de sus compañeros de trabajo. Debido al confinamiento, muchas empresas aprovecharon para renovar sus espacios para cuando se levantaran las restricciones. “Los primeros trabajos que hicimos fue en la Universidad de Londres, nos pidieron un mural hecho con rótulos, precisamente; luego trabajamos con varios negocios pequeños, desde tortillerías, taquerías, lugares de comida, estéticas, barberías, pipas de agua, entre otros”, añade.

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Desde su punto de vista, el rótulo tradicional está experimentando un regreso dentro de la demanda de los servicios más solicitados. “Las lonas, por ejemplo, terminan por despintarse. El vinilo en la pared termina cayéndose más fácilmente o se daña. Así que lo único que promete durabilidad es la pintura, y por eso se ha visto un rescate de esta labor, aunque también una resignificación. Por ejemplo, en el Estado de México fue donde se borraron todos los rótulos para dar una apariencia de una ciudad más moderna, y siento que a raíz de eso fue que la gente volteó a ver al rótulo como algo que da identidad a la ciudad, a los barrios y creo que eso da lugar a una resignificación histórica respecto el aspecto social que tiene este tipo de arte”, profundizó.

La rotulista creció en el barrio de El Tepetate y en su adultez encontró un hogar en el de La Piedad. En su calle todos la conocen como “la chica que pinta”, porque su casa resalta del resto por un mural que lo viste –y que es de su autoría–, y por los ot rótulos que ella y otros colegas han realizado en espacios como el parque. “A la gente del barrio jamás le cobraría lo mismo que le cobraría al dueño de una empresa”, declara Leonor, “por ejemplo, un rótulo muy clásico lo cobro desde 300 pesos el metro cuadrado, y los logotipos los doy entre mil 200 y mil 500, algo muy chiquito. En tanto que la decoración de un lugar lo cobro dependiendo de las dimensiones de este, y va desde los 3 mil pesos en adelante”, asiente.


"Dios no hizo el mundo, lo hicieron los albañiles… y lo pintamos los rotulistas” fue una de las tantas frases que circularon en las redes sociales a propósito del Día del Albañil y que hizo a muchos detenerse a reflexionar sobre las implicaciones de esta afirmación. Con la frase en mente y al tomar camino por las calles aledañas al Centro Histórico, la sentencia cobra otro sentido. Y es que si bien, la esencia del mexicano se encuentra en su gastronomía o en su música, también deja huella por donde pasa, específicamente en forma de rótulos.

Desde los más convencionales que anuncian el giro del negocio: Estética, Óptica, Papelería, Cremería.... hasta los que juegan con las palabras y elementos visuales: Bicis-Juguetimundo (con pequeños planetas Tierra como punto en cada ‘i’ y una bici “pedaleando” por la curvatura de la ‘j’) o Bambule burger, snack y más… acompañado de una jugosa hamburguesa con su lechuga, tomate, cebolla y queso, que es abrazada por una lengüeta de fuego simulando el calor de la brasa.

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El rótulo mexicano se destaca dentro del campo del diseño y la publicidad por su practicidad, aunque algunas investigaciones sobre la cultura visual en nuestro país han destacado el impacto que tienen los rótulos con respecto a la identidad urbana y popular; es decir, que estos elementos gráficos son los que principalmente contribuyen a la acepción del paisaje, lo que los hace fundamentales para entender y comprender el entorno en el que día a día convivimos.

Con la intención de ahondar un poco más en este arte y en la presencia que ha tenido en el paisaje queretano, nos hemos dado a la tarea de recopilar un recorrido histórico y social.

Foto: Hugo Arciniega / Diario de Querétaro

Rótulo, el protagonista del paisaje urbano

¿Qué hay que entender por rótulos? Por definición se les denomina así a los letreros con los que se indica o da a conocer el contenido, objeto o destino que se está publicitando. Su tradición es propia de las ciudades por el intercambio comercial que se ha gestado en estas urbes, y aunque no es una estrategia propia de México, el ingenio mexicano le ha dado su propio “sazón”.

Según el artículo de Martín M. Checa-Artasu y Pilar Castro Rodríguez llamado El rótulo popular, común denominador del paisaje urbano en México, este oficio comenzó a desarrollarse desde el siglo XVIII durante la época colonial y poco a poco se fue transformando gracias a los procesos industrializadores en la segunda mitad del siglo XIX.

De acuerdo con los investigadores, la particularidad del rótulo popular que lo separa de otros artefactos de la comunicación es que carece de reproducibilidad; es decir, cada rótulo tradicional (el realizado a mano alzada) es único en su clase y no puede replicarse en serie como el arte de grabado, las litografías, la serigrafía, etcétera. Es por este factor que este tipo de trabajo artesanal forma parte de la identidad de una zona, colonia o barrio.

Un rótulo se compone principalmente de cuatro elementos: letra, que es fundamental por el mensaje en concreto que se busca transmitir sin dar espacio a otras interpretaciones; dibujo, el cual nace como complemento del mensaje pero también para atraer la atención de posibles compradores; color, también importante para captar el interés de los que transitan, y soporte, que pueden ser paredes, fachadas, vallas, persianas metálicas, entre otros.

Foto: Hugo Arciniega / Diario de Querétaro

“En numerosos casos, la rotulación trasciende su sentido funcional: comunicar una determinada información para ir más allá e introducir elementos, muchos de ellos dibujos, que destilan sentimientos de humor, de ironía, de deseo, de vanidad, de irreverencia, de sexualidad encubierta, crítica social, etc., señalando así un valor agregado de este recurso y su dimensión como artefacto sociocultural”, puntualizan Checa-Artasu y Castro Rodríguez en su publicación.

Ante la popularización de lo aesthetic o lo minimalista, se han generado diferentes esfuerzos para honrar el “ingenio de la gráfica mexicana”, uno de los más destacados es el libro Sensacional de diseño mexicano realizado por Juan Carlos Mena, Oscar Reyes y Déborah Holtz, quienes desde 1994 se dieron a la tarea de recopilar fotografías de rótulos a lo largo y ancho del país, resultando así en una publicación –que posteriormente da nacimiento a la exposición que hoy en día se encuentra en el Museo de la Ciudad y que permanecerá hasta el 4 de agosto– con poco más de 500 imágenes que representan a cientos de rotulistas que “no siguen las normas de la academia, las convenciones de la composición plástica, ni las últimas modas”; sin embargo, su creatividad a la hora de resolver un problema de comunicación y lograr transmitir las virtudes de sus productos, son dignos de estudiarse.

En esta oda a la riqueza de la gráfica popular se encuentran 700 piezas visuales divididas en 10 secciones: Oficios y objetos, Comida y bebida, Estética y mamacitas, Bestiario, País y religión, Burlesque, Lucha libre, Sonidero, Sentimientos, y Transportes.

Las imágenes recopiladas se encuentran ampliadas para crear una exposición estilo pop art, donde se intensifican los colores, las siluetas y tipografías. Hay piezas muy particulares, como los jabones Quiéreme siempre, Yo domino mi hombre, Contra la salación, De ruda o Rompe colchón.

Sensacional del diseño mexicano ha recorrido Estados Unidos, Escocia, España, Egipto y Colombia. En nuestro país ha sido exhibida previamente en Zacatecas, y después de su estancia en nuestra entidad arrancará una gira por la república, incluyendo Monterrey y Guadalajara.

Foto: Irais Sánchez / Diario de Querétaro

Un vuelco a lo digital

En la calle 15 de mayo, en contra esquina del Mercado de La Cruz, se encuentra el local de Mario Santiago Castro y María Guadalupe Mejía llamado Garagato. Está a unas semanas de inaugurarse oficialmente y ofrecerá servicios de rotulación en vinil, lonas, playeras, souvenirs, etiquetas, logos, uniformes, gorras, imprenta, serigrafía y tazas.

María Guadalupe es la “mente maestra” detrás del emprendimiento, ella se encarga de la parte administrativa, manejo de redes y como auxiliar en la realización de los productos; mientras que Mario es el responsable del desarrollo de la parte creativa y cuenta con 20 años de experiencia en el mundo de la rotulación.

Pese a que el rotulista asegura que la demanda de rótulos no ha disminuido en Querétaro, afirma que la labor sí ha experimentado diferentes transformaciones. “Yo empecé a notar que a partir del año 2000 se comenzó a popularizar la impresión en lonas, todavía a finales de los noventa se encontraba muy fuerte el trabajo manual sobre pared o sobre las puertas metálicas, pero a raíz de ese año fue que hubo un brinco a este otro material, ya que es más barato y se encuentra listo en mucho menor tiempo”, explicó en entrevista el también artista visual y copropietario de Garagato.

De acuerdo con el rotulista, antes el trabajo manual solía ser complicado porque los trazos eran hechos a mano alzada. Tenías un diseño pequeño, unas letras de un centímetro en papel, pero a la hora de trasladarlas a tu base de trabajo aumentaban a una de 50 centímetros o incluso de un metro de alto, así que hacer la proyección, la separación del espacio y sobretodo conseguir que se vean derechas, era demasiado trabajo. Por ejemplo, si quisiera hacer el logo de nuestro local, que básicamente es un círculo, en pared, sería todo un reto porque no existe un compás gigante. Con las herramientas que había en mi época, hubiera utilizado la clásica y arcaica de una punta y con un cordón hacer todo el giro del círculo. Hoy básicamente todas las figuras se hacen en computadora, la mayoría de las letras y diseños nacen de programas como Adobe Photoshop e Illustrator o con el Draw, utilizamos los diseños predeterminados, el estilo y podemos imprimirlos para hacer nuestras plantillas, como esas que utilizan los que hacen grafiti, y ya solo nos enfocamos a cuidar detalles como las patitas, las curvas, etcétera”, explicó.

Foto: Hugo Arciniega / Diario de Querétaro

Han pasado cinco años, aproximadamente, desde la última vez que Mario realizó un rótulo de forma manual. En ese entonces estaba cobrando en 80 pesos el metro cuadrado, mientras que en la rotulación digital –que es en la que actualmente se enfoca– cobra entre 120 y 200 pesos el metro cuadrado del diseño y el tipo de material que es solicitado.

“Yo no siento que el trabajo del rotulista se está perdiendo, sino que ha ido evolucionando”, afirma Mario. “Tengo muchos compañeros y colegas que empezaron como yo, haciendo rótulos desde la escuela y que a la fecha nos mantenemos en este tipo de negocio. Todos coincidimos que las herramientas y programas que han llegado han evolucionado nuestra labor, nos la han facilitado. Si bien, ya la rotulación manual no es tan demandada para la identidad de los negocios como ahora lo son los letreros de luces neón, todavía son utilizados pero desde una parte decorativa para el atractivo de los locales, así que realmente nuestro trabajo y presencia no ha terminado”, apunta.

Garagato se encuentra ubicado en la calle 15 de mayo local #134A, a un costado del Waldo’s y en contra esquina del Mercado de La Cruz. En Facebook los pueden encontrar como Garagato Design y cuentan con los números de contacto: 442 660 3338 y 446 120 5478.

Del mural a los rótulos

En el caso de Vivian Leonor Santillan Franco (conocida artísticamente como Vivian Leonor), su llegada al mundo del rotulismo fue mucho más reciente y gracias a su trabajo como muralista. “Yo como tal no empecé como rotulista, sino era grafitera y me especializaba en el trabajo de murales, pero me ocurrió que mientras trabajaba en los murales, siempre pasaba alguien a preguntarme cuánto le cobraría por hacerle los rótulos de su local o el dibujo, y pues poco a poco fue que me terminé metiendo en esta corriente, aunque actualmente siento que soy más del estilo de rotulistas que se especializan en el diseño de interiores”, asiente Vivian.

En el 2020, cuando Leonor finalizó la Licenciatura en Artes Visuales con especialidad en las artes plásticas en la UAQ, terminó trabajando en una empresa de rótulos, donde tuvo la oportunidad de conocer todo el mundo que engloba este oficio. “Trabajé desde lo digital hasta el rótulo tradicional. Ahí me empapé de todo este negocio, duré alrededor de tres meses ya que una vez comenzada la pandemia, fue que terminé por independizarme y poner mi propio emprendimiento”, relató.

A mediados del 2020, Vivian arrancó un proyecto de rótulos llamado Rótulos Unión junto con uno de sus compañeros de trabajo. Debido al confinamiento, muchas empresas aprovecharon para renovar sus espacios para cuando se levantaran las restricciones. “Los primeros trabajos que hicimos fue en la Universidad de Londres, nos pidieron un mural hecho con rótulos, precisamente; luego trabajamos con varios negocios pequeños, desde tortillerías, taquerías, lugares de comida, estéticas, barberías, pipas de agua, entre otros”, añade.

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Desde su punto de vista, el rótulo tradicional está experimentando un regreso dentro de la demanda de los servicios más solicitados. “Las lonas, por ejemplo, terminan por despintarse. El vinilo en la pared termina cayéndose más fácilmente o se daña. Así que lo único que promete durabilidad es la pintura, y por eso se ha visto un rescate de esta labor, aunque también una resignificación. Por ejemplo, en el Estado de México fue donde se borraron todos los rótulos para dar una apariencia de una ciudad más moderna, y siento que a raíz de eso fue que la gente volteó a ver al rótulo como algo que da identidad a la ciudad, a los barrios y creo que eso da lugar a una resignificación histórica respecto el aspecto social que tiene este tipo de arte”, profundizó.

La rotulista creció en el barrio de El Tepetate y en su adultez encontró un hogar en el de La Piedad. En su calle todos la conocen como “la chica que pinta”, porque su casa resalta del resto por un mural que lo viste –y que es de su autoría–, y por los ot rótulos que ella y otros colegas han realizado en espacios como el parque. “A la gente del barrio jamás le cobraría lo mismo que le cobraría al dueño de una empresa”, declara Leonor, “por ejemplo, un rótulo muy clásico lo cobro desde 300 pesos el metro cuadrado, y los logotipos los doy entre mil 200 y mil 500, algo muy chiquito. En tanto que la decoración de un lugar lo cobro dependiendo de las dimensiones de este, y va desde los 3 mil pesos en adelante”, asiente.

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