/ lunes 21 de mayo de 2018

Se han ido el pensamiento creativo y las manos maravillosas de Cecil Taylor (el incorruptible) 5ª. Parte

“…Llegó la noche en cuestión, entró a la tarima donde estaba el piano cuando se lo pidieron, y atacó... No hubo más que unos aplausos condescendientes: «al menos sudó». Esto lo desconcertaba. En la parte posterior del escenario había algunos músicos que desviaron la mirada con una sonrisita de monos. Fue a sentarse a la mesa donde estaban sus conocidos, que hablaban de otra cosa. Uno le tomó el codo e inclinándose hacia él sacudió lentamente la cabeza hacia la derecha y la izquierda. Con una gran carcajada, alguien prorrumpió en un «Después de todo, ya terminó». El crítico de jazz más prominente de la época estaba sentado unas mesas más allá. El que había sacudido la cabeza fue a conversar con él y regresó con este mensaje:

-Sinhué -así lo llamaban al crítico entre ellos- hizo un silogismo claro como un cielo sin nubes: el jazz es una forma de música, por tanto es una parte de la música. Como lo hace nuestro buen Cecil no es música, tampoco puede aspirar a la categoría de jazz. Según él, según lo que entiendo yo, que soy un autodidacta, no se puede avanzar hacia el jazz sino desde el embudo de lo general, es decir no habría particularidades que puedan relacionarse por analogía con el jazz.

No intentó ninguna refutación. Evidentemente ese imbécil* no sabía nada de música, lo que no podía sorprenderlo. El, por su parte, no entendía una palabra de sus razones, o mejor dicho de la convicción que apoyaba sus razones. Esperó alelado que alguno de los músicos que vio por ahí le hiciera saber algo. Pero no fue así. De hecho, no podía estar seguro de que hubiera ningún músico de los que creía haber visto, porque era muy miope y usaba unos anteojos oscuros que con la escasa luz del salón obnubilaban todo reconocimiento. Pero, cuando volvió a pensar en la situación en los días subsiguientes, comprendió que de nadie debía esperar menos reconocimiento explícito que de sus colegas. ¿Se vería obligado a escuchar infinitamente la música ajena hasta reconocer una nota, un pequeño solfeo amistoso, un «Hi» como los que se cruzaban cuando volvían del baño después de una dosis? No había hecho otra cosa en su vida, y amaba el jazz.
Pasaron varias semanas. Trabajó haciendo la limpieza en un banco, de sereno en un edificio de oficinas y en un estacionamiento. Una noche le presentaron a alguien que tomó su dirección por el más fútil de los motivos: la señora Vanderbilt contrataba pianistas para sus tés. Efectivamente, fue llamado a los pocos días: al parecer sus credenciales de estudio habían sido investigadas y aprobadas. Fue a las seis de la tarde a la mansión de Long Island y tomó una taza de café con los criados, que al parecer se hacían una idea extraña de su trabajo. Un valet vino a anunciarle que podía empezar su interpretación. Se ubicó frente a un perfecto Steinway entreabierto, en una sala donde una elegante cantidad de personas de ambos sexos bebían y conversaban. Su actuación duró escasos veinte segundos pues la señora Vanderbilt en persona, en un rasgo que los entendidos calificaron de esnob, se acercó (lo esnob del asunto estuvo en que no mandó al valet a hacerlo) y con toda lentitud cerró la tapa del piano sobre las teclas. Cecil ya había apartado las manos.

-Prescindiremos de su compañía -le dijo haciendo tintinear las perlas. No es tan difícil como se cree, hacer tintinear perlas. Los invitados aplaudieron a Gloria.
-Debí suponer que pasaría algo así -le decía Cecil a su amante esa noche?. Pero también debí suponer que la extrañeza misma, en lugar de atravesar la coraza de ignorancia de esa gente, sirviera como una vaselina para que la impenetrabilidad de la coraza girara sobre sí misma y se volviera inútil. Mi música tiene muchos aspectos, y yo sólo conozco los musicales. La vida está llena de sorpresas…”

La historia continuará…

Nota de Ayuda:

Keith Tippett apareció en la vida de muchos nosotros en los primeros discos de King Crimson (del segundo al cuarto), después muchos enajenados con el rock lo olvidaron por completo, desconociendo a uno de los más grandes pianistas del jazz de vanguardia de Europa. Existe un libro de España donde los dos responsables del mismo afirman que los primeros cuatro discos de este legendario grupo corresponden a la estética del jazz, mucho dirán que no, aunque la armonía, la melodía y la rítmica están incrustados de manera natural y en su momento fue incompresible para muchos de nosotros. El asunto puede prestarse a discusión, sin embargo el motivo es ayudar a Mr. Tippett que ha sufrido un segundo ataque cardíaco, una forma es comprar su disco The Keith Tippett Octet “The Nine Dances Of Patrick O'Gonogon”, el pago se puede hacer vía Paypal a través de la página de King Crimson, con tarjeta de crédito o débito. Ojalá lo puedan hacer, a través del link que aparece a continuación. Ya su servidor hizo lo propio. ¡Músicos solidarícense con el gremio!

https://www.dgmlive.com/news/Help%20Keith%20Tippett

* La imbecilidad sigue existiendo, aún muchos músicos y seudoamantes del jazz aplican un criterio retrógrada, basado en la ignorancia y arrogancia, cuando deberían comprender que la música avanza, aun en contra de su criterio musical”

Esta columna a 2 meses de cumplir 8 años, puede ser un foro de discusión e intercambio de ideas, se invita a participar. Cualquier comentario hacerlo llegar a Proyectowef@gmail.com

“…Llegó la noche en cuestión, entró a la tarima donde estaba el piano cuando se lo pidieron, y atacó... No hubo más que unos aplausos condescendientes: «al menos sudó». Esto lo desconcertaba. En la parte posterior del escenario había algunos músicos que desviaron la mirada con una sonrisita de monos. Fue a sentarse a la mesa donde estaban sus conocidos, que hablaban de otra cosa. Uno le tomó el codo e inclinándose hacia él sacudió lentamente la cabeza hacia la derecha y la izquierda. Con una gran carcajada, alguien prorrumpió en un «Después de todo, ya terminó». El crítico de jazz más prominente de la época estaba sentado unas mesas más allá. El que había sacudido la cabeza fue a conversar con él y regresó con este mensaje:

-Sinhué -así lo llamaban al crítico entre ellos- hizo un silogismo claro como un cielo sin nubes: el jazz es una forma de música, por tanto es una parte de la música. Como lo hace nuestro buen Cecil no es música, tampoco puede aspirar a la categoría de jazz. Según él, según lo que entiendo yo, que soy un autodidacta, no se puede avanzar hacia el jazz sino desde el embudo de lo general, es decir no habría particularidades que puedan relacionarse por analogía con el jazz.

No intentó ninguna refutación. Evidentemente ese imbécil* no sabía nada de música, lo que no podía sorprenderlo. El, por su parte, no entendía una palabra de sus razones, o mejor dicho de la convicción que apoyaba sus razones. Esperó alelado que alguno de los músicos que vio por ahí le hiciera saber algo. Pero no fue así. De hecho, no podía estar seguro de que hubiera ningún músico de los que creía haber visto, porque era muy miope y usaba unos anteojos oscuros que con la escasa luz del salón obnubilaban todo reconocimiento. Pero, cuando volvió a pensar en la situación en los días subsiguientes, comprendió que de nadie debía esperar menos reconocimiento explícito que de sus colegas. ¿Se vería obligado a escuchar infinitamente la música ajena hasta reconocer una nota, un pequeño solfeo amistoso, un «Hi» como los que se cruzaban cuando volvían del baño después de una dosis? No había hecho otra cosa en su vida, y amaba el jazz.
Pasaron varias semanas. Trabajó haciendo la limpieza en un banco, de sereno en un edificio de oficinas y en un estacionamiento. Una noche le presentaron a alguien que tomó su dirección por el más fútil de los motivos: la señora Vanderbilt contrataba pianistas para sus tés. Efectivamente, fue llamado a los pocos días: al parecer sus credenciales de estudio habían sido investigadas y aprobadas. Fue a las seis de la tarde a la mansión de Long Island y tomó una taza de café con los criados, que al parecer se hacían una idea extraña de su trabajo. Un valet vino a anunciarle que podía empezar su interpretación. Se ubicó frente a un perfecto Steinway entreabierto, en una sala donde una elegante cantidad de personas de ambos sexos bebían y conversaban. Su actuación duró escasos veinte segundos pues la señora Vanderbilt en persona, en un rasgo que los entendidos calificaron de esnob, se acercó (lo esnob del asunto estuvo en que no mandó al valet a hacerlo) y con toda lentitud cerró la tapa del piano sobre las teclas. Cecil ya había apartado las manos.

-Prescindiremos de su compañía -le dijo haciendo tintinear las perlas. No es tan difícil como se cree, hacer tintinear perlas. Los invitados aplaudieron a Gloria.
-Debí suponer que pasaría algo así -le decía Cecil a su amante esa noche?. Pero también debí suponer que la extrañeza misma, en lugar de atravesar la coraza de ignorancia de esa gente, sirviera como una vaselina para que la impenetrabilidad de la coraza girara sobre sí misma y se volviera inútil. Mi música tiene muchos aspectos, y yo sólo conozco los musicales. La vida está llena de sorpresas…”

La historia continuará…

Nota de Ayuda:

Keith Tippett apareció en la vida de muchos nosotros en los primeros discos de King Crimson (del segundo al cuarto), después muchos enajenados con el rock lo olvidaron por completo, desconociendo a uno de los más grandes pianistas del jazz de vanguardia de Europa. Existe un libro de España donde los dos responsables del mismo afirman que los primeros cuatro discos de este legendario grupo corresponden a la estética del jazz, mucho dirán que no, aunque la armonía, la melodía y la rítmica están incrustados de manera natural y en su momento fue incompresible para muchos de nosotros. El asunto puede prestarse a discusión, sin embargo el motivo es ayudar a Mr. Tippett que ha sufrido un segundo ataque cardíaco, una forma es comprar su disco The Keith Tippett Octet “The Nine Dances Of Patrick O'Gonogon”, el pago se puede hacer vía Paypal a través de la página de King Crimson, con tarjeta de crédito o débito. Ojalá lo puedan hacer, a través del link que aparece a continuación. Ya su servidor hizo lo propio. ¡Músicos solidarícense con el gremio!

https://www.dgmlive.com/news/Help%20Keith%20Tippett

* La imbecilidad sigue existiendo, aún muchos músicos y seudoamantes del jazz aplican un criterio retrógrada, basado en la ignorancia y arrogancia, cuando deberían comprender que la música avanza, aun en contra de su criterio musical”

Esta columna a 2 meses de cumplir 8 años, puede ser un foro de discusión e intercambio de ideas, se invita a participar. Cualquier comentario hacerlo llegar a Proyectowef@gmail.com

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