/ viernes 8 de marzo de 2024

Travestismo espiritual

Maleficio cultural

“Soy altar, no sacrifico” – Jovana, Bruja Prietx, DJ, productora y artista multidisciplinaria.


En primera instancia, el travestismo es una práctica de desobediencia a la CIS-Heteronormatividad del sistema moderno colonial del género, un desacato a sus expectativas y determinismos que buscan incansablemente leer y entender a las corporalidades y subjetividades en patrones binarios de “hombre y mujer”, masculino y femenino. Pero el travestismo es mucho más complejo que eso.

El travestismo también es una tecnología, una forma de construcción de saberes y un espacio de enunciación político-identitario. El travestismo es una herramienta conceptual encarnada, cuyas potencialidades no se detienen en el espectro del género o en lo corporal, sino que también abrazan y atraviesan los límites de la escritura, el territorio, la memoria, la cultura, el arte y la espiritualidad.

Travestismo Cultural

Para Giuseppe Campuzano, filosofo, escritor y artista travesti de Lima, Perú, el travestismo es un acto de impostura, de usurpación, de ilusionismo, siempre entendido como el acto subversivo de “robar” o “engañar” a la colonialidad de la mirada de un sistema-mundo sostenido por la blanquitud y el dominio de la CIS-generidad y la heterosexualidad obligatoria. Sin embargo, este acto de usurpación también interpelaba la forma en la que las identidades culturales se construían, entendidas como palimpsestos, los rasgos culturales se escriben unos sobre otros, fenómeno reconocible con mayor fuerza en los territorios que han sido colonizados. Para Giuseppe “toda peruanidad era un travestismo” y así podríamos extender dicho aforismo travesti a toda Abya Yala (mal nombrada Latinoamérica) al entender que la “identidad cultural latinoamericana” no es otra cosa más que el resultado de procesos de dominación y resistencia histórica frente la colonialidad.

Giuseppe hablaba de la travesti como una figura transfronteriza capaz de habitar la “contradicción” que implica a travesar las dicotomías (hombre, mujer / masculino, femenino) posiblemente inspirado en el papel del berdache, término antropológico utilizado para definir los roles de “género alternativo” en las sociedades americanas nativas, quienes se dice que poseían una autoridad espiritual y a quienes también se les atribuía la capacidad de viajar entre dicotomías y binarismos: transitar el mundo de los vivos y los muertos, lo onírico y la vigilia, atribuyéndoles intervenciones sobrenaturales bajo la forma de visiones o sueños.

Giuseppe decía “Yo veo el travestismo como un ritual, como el sacerdote que realiza una liturgia o como el chamán en las culturas originarias”, el travestismo no es únicamente una cuestión concerniente a la expresión y performatividad de género, sino que se conecta con lo chamánico y lo ritualístico.

Travestismo Espiritual

Defino como travestismo espiritual a las prácticas de canalización psíquica/energética/espiritual a partir de la corporización/encarnación/invocación travesti, en las cuales el travestismo, entendido como un campo de acción subversivo y como una tecnología antipatriarcal, anticolonial y antirracista, es el elemento clave para hacer posible la intervención de entidades espirituales a través del cuerpo del médium.

En el contexto latinoamericano existen prácticas de canalización presentes en lo que la antropología, desde su posición colonial, ha nombrado como el “culto a santos populares”. En el norte de México, particularmente en Espinazo, Nuevo León, se encuentra el culto al Niño Fidencio, José Fidencio Constantino Síntora, curandero intersex y taumaturgo de los desiertos conocido a mediados de los años treinta, en plena guerra cristera, por sus métodos de curación únicos y los milagros de sanación que fue capaz de realizar, incluso el entonces presidente Plutarco Elías Calles le visitó buscando sus dones. Aunque el mismo Niño Fidencio era católico y la iglesia católica se ha negado a su reconocimiento. Actualmente, dentro del fidencismo, existen las “cajitas”, personas que desempeñan el papel de médiums usando su cuerpo como un envase para canalizar a diferentes espíritus, siendo el mismo espíritu del Niño Fidencio la canalización más común, sin embargo, también se pueden encontrar “cajitas” de Pancho Villa, Tomasito Herrera o de la Niña Aurorita.

Las “cajitas” que canalizan el milagroso espíritu de la Niña Aurorita (Aurora Prado Quintanilla, quien murió a los 10 años debido a que su madre la dejó sola en casa a cuándo accidentalmente se produjo un incendio) experimentan una serie de cambios corporales y performativos que transforman los movimientos de cuerpo, el comportamiento e incluso el tono de voz de los médiums, quienes tienden a hablar con una voz mucho más aguda que su voz original. El comportamiento y el lenguaje cambia radicalmente, las frases, diálogos y curaciones son dirigidos por el espíritu de Aurorita. Como parte del proceso, sus “cajitas”, independientemente de su género, se visten como ella: largos vestidos de color pastel con crinolina, sombreros rancheros y canastas llenas de dulces. Bailan y juegan con los enfermos para llevar acabo la curación espiritual causante de sus males físicos. Así mismo ocurre con las “cajitas” que emulan la vestimenta del santo que buscan canalizar. La indumentaria es clave para lograr la canalización.

Sin embargo, me interesa delimitar el concepto de travestismo espiritual a aquellas prácticas que no sólo están conectadas con el uso de indumentaria ritual o con la performatividad, sino que justamente el componente travesti inherente a ello relacionado a la disidencia sexual, le otorga una dimensión política contestataria que desafía las formas dominantes de espiritualidad y con ello sus sistemas de creencia, mismos que han funcionado como pilares de violencias sistemáticas como el racismo, la misoginia, la transfobia, por mencionar sólo algunos.

El travestismo espiritual es una poderosa herramienta subversiva característica de grupos históricamente subalternizados, un compendio de saberes y prácticas (así como de intuiciones y manifestaciones) a las que sólo pueden/podemos acceder las travestis racializadas que nos hemos fugado de la plantación del sistema moderno colonial del género y de los designios del CIS-sexismo y la nación heterosexual, pero más importante aún para este caso: aquellas quienes nos hemos resistido a la colonización espiritual y la extirpación de idolatrías por parte del canon hegemónico ortodoxo del cristianismo/catolicismo obligatorio, construyendo nuestros propios sistemas simbólicos basados en la santería, la magia caos, la brujería latinoamericana, la ocultura (occulture), etc.

Me gustaría centrarme en aquellas propuestas artísticas que son realizadas por travestis del sur, particularmente en República Dominicana y México, pues es allí dónde la crítica antirracista cobra mayor sentido y peso. Johan Mijail es una escritora y performer dominicana, autora del Manifiesto Antirracista, Santo Domingo is Burning y Chapeo, obras imprescindibles para pensar la intersección entre disidencia sexual, migración y antirracismo, y actualmente se encuentra en la construcción de su próxima publicación sobre la Epistemología Travesti del Sentir_Estando. Tanto su escritura como sus performances y toda ella misma, se encuentran atravesadas por los Misterios, los gagas, los bateyes y el café, el tabaco y el ron de los altares de la santería.

En su novela Chapeo la Johan describe múltiples pasajes místicos entre cruising, chapeo y borracheras con dembow, canalizaciones que ocurren de pronto: camino al Museo del Hombre Dominicano se le sube el Misterio de Santa Anaísa, la mami, San Elías el Barón se le trepa justo al entrar en el cementerio, Santa Marta la Dominadora en la embajada estadounidense, quién la rebautiza como Filomena y le manda comprar café, malta y huevos al supermercado, San Miguel, Belié Belcán, se le mete estando en casa, se le manifiesta dándole incontrolables ganas de orinar, entonces llama a Orulá, Candelo y Oggún para que vengan en su ayuda, San Miguel es el misterio más violento, quiere cortar cabezas y brazos. Oshún deja una estela luminosa camino al mercado, Obatalá, Elegguá, Shangó y Yemayá también aparecen en su escritura. Dice Mijail, que “hay una relación directa entre las divinidades yorubas, los Misterios, y el chapeo”.

A Johan Mijail la conocí en persona en el 2022 en el Festival Poesía en Voz Alta en la Casa del Lago en Chapultepec, Ciudad de México. En una habitación de hotel a altas horas de la noche, en medio de tragos clandestinos de brandy, me contó que los Misterios le susurran números, imágenes de vevés y símbolos del vudú, así como poderosas acciones performativas. Justamente presentó en el festival el performance Santa Marta y sus vueltas: Santería para un travestismo cultural, entonces la vi ser poseída y transformarse en la Dominadora de los hombres, con cuatro machetes cardinales y vevés de harina, incluso probé la crema chantillí del filo de uno de sus machetes, crema batida que había usado como parte del ritual, en medio de árboles y pasto mojado.

A Federicx Tello, artista multidisciplinar cuya practica combina el teatro, danza, arte del cuerpo, performance y travestismo, le conocí en Cholula, Puebla en medio de la pandemia. Su propuesta bebe de la santería debido a un viaje personal que comenzó en la cama de un hospital tras despertar de tres días en coma y dos meses de internamiento, y que le llevó a Santa Clara, Cuba para aprender la danza en ofrenda a lemanjá, la Madre de todxs los Orixás, la diosa africana del mar, y posteriormente a Salvador, Bahía en Brasil, territorio sagrado Candomblé, culto a los orishas de origen totémico y familiar, como parte de la lucha de resistencia de las comunidades afro y el cimarronaje. Allí aprendió de Mãe Zil su mentor el arte de la incorporación e invocación, le vio ser canal de múltiples presencias muy contundentes que le saludaban, conversaban y comunicaban verdades, con el tiempo incluso le reconocían. En palabras de Fede, le vio “dar entrada a la Yabá, Iansá, después el Boyadero un indio Caboclo, con su puro de tabaco en la boca, era una Pomba Gira, espíritu femenino de la calle que adoraba el vino y luego era el marinero ebrio en cerveza con las palabras barridas”.

Estos saberes y experiencias se fundieron con su trabajo artístico, como ocurre con su más reciente obra performática “La Sacerdotisa” una pieza en el que entran y salen de su cuerpo diferentes personas, como solemos denominarlas en el arte de performance contrario a la idea teatral tradicional y ficcional del personaje, en el que su cuerpo se transforma desde una diosa hasta un clown junkie llamado Garcín, que invoca a todxs lxs poetas suicidas y al pájaro azul de Rubén Darío. Juega con máscaras, velos, vestidos, plataformas y poesías: “ no es la misma la que se sube a los tacones que la que danza con los pies descalzos o el que se coloca la nariz roja”.

Fede menciona la importancia de preparar el cuerpo física y espiritualmente y las posibilidades de la incorporación como una técnica de travestismo espiritual que permite la manifestación de otrxs a través de un mismo cuerpo, hecho que desafía el binarismo de género y otras dicotomías derivadas de la colonialidad como la diferencia entre cultura y naturaleza, civilizado y privitimo: “trabajé con la idea del cuerpx como un médium, un canal capaz de sostener, amplificar y albergar energías ajenas, presencias, textos poéticos y dramáticos, hasta memorias de otras vidas (…) un hombre puede incorporar a la reina Oyá, una mujer joven incorpora a Pai Xangô y luego Mãe Oxum o María Mulambo, prostituta y espíritu sabio de la calle. Lo sacro y lo mundano danzando en la misma habitación y los observantes recibiendo cura y bendición”

La misma Giuseppe se travistió espiritualmente de la Virgen de las Guacas, la virgen de los andes, la virgen travesi con sus oficios travestis. Por mi parte he llegado a travestirme espiritualmente de multiplicidades, incluyendo a la Niña Aurorita, el Señor de Veneno, del espíritu de una puma chimuela llamada Concha, un árbol de sangre, y un largo etc. Todo mi trabajo artístico está lleno de travestismos, al igual de Johan y Fede, creo en la figura del artista, y la figura de la travesti, artista travesti, como un medium, un canal, un puente, un portal.

Para las travestis rebeldes, el arte del performance consiste en la invención y actualización de ritualidades, un tipo de magia que se aleja por completo de la obsesión minimalista del performance hegemónico creado en las esferas del reconocimiento y legitimación del arte en el norte global, despolitizado y cargado meramente a la búsqueda conceptual, estética y espectacular.

La escritora y activista brasileña, Sueli Carneiro menciona en su ensayo El poder femenino en el Culto a los Orishas que la vida de las mujeres inciadas en la santería cambia radicalmente a partir de la incorporación/canalización: “el contacto inmediato con las entidades supone un cambio significativo en la experiencia de estas mujeres. Ante el trance de la interrelación persona-entidad, adquieren una nueva actitud ante el mundo”, este cambio es visible también en las prácticas de travestismo espiritual en el arte, pues aquellos performances relacionados con ello son parteaguas significativos en la vida de quienes los llevamos acabo.

➡️ Únete al canal de Diario de Querétaro en WhatsApp para no perderte la información más importante

La Giu también dijo que la travesti es mucho más que un cuerpo: “el cuerpo muchas veces no deja hablar al travesti (…) el cuerpo ocupa todo el espacio y que el discurso está en segundo plano (hay que) romper esta convención en que el travesti es sólo esta materialidad corporal. Es eso, pero también más. Es una elaboración discursiva” yo agregaría que las travestis también somos una elaboración espiritualidad.

El travestismo espiritual es una práctica que mezcla la mediumnidad y la disidencia sexual, como parte de un cimarronaje místico que permite la invocación de la memoria histórica y las genealogías de rebeldías políticas a través de encarnación de múltiples entidades, deidades y fuerzas cuyo poder y presencia implica no sólo una amenaza al CIS-Heteropatriarcado colonial y racista y sus sistemas de creencias, sino una disputa constante frente al imperio de la razón ilustrada y positivista que continua siendo a la fecha el motor de la producción de conocimiento científico y por consiguiente el sostenimiento del sistema-mundo construido a partir de la reiteración de una única forma de lectura del mundo, universalizante y homogénea, que lo taxonomiza y clasifica a partir de los parámetros de la blanquitud, negando una y otra vez la posibilidad de lo extraordinario y lo mágico de nuestras existencias. En nuestros cuerpos negros, prietos, indígenas, maricas, y travestis puede habitar la sabiduría y el espíritu de deidades, ancestrxs y pueblos enteros.

Si nos matan regresaremos en muchas formas.


@lechedevirgen @maleficiocultural



***Maleficio Cultural

Columna de crítica cultural antipatriarcal, anticolonial y antirracista: arte, género, disidencia sexual, salaciones, amarres, hechizos, talismanes, entierros, lecturas de mano y embrujos filosóficos.


Créditos de fotos:


1 Johan Mijail, Museo de Antioquia, Medellin, 2013 / Cortesía Lechedevirgen

2 La Virgen de las Guacas, Giuseppe Campuzano, 2007 / Cortesía Lechedevirgen

3



“Soy altar, no sacrifico” – Jovana, Bruja Prietx, DJ, productora y artista multidisciplinaria.


En primera instancia, el travestismo es una práctica de desobediencia a la CIS-Heteronormatividad del sistema moderno colonial del género, un desacato a sus expectativas y determinismos que buscan incansablemente leer y entender a las corporalidades y subjetividades en patrones binarios de “hombre y mujer”, masculino y femenino. Pero el travestismo es mucho más complejo que eso.

El travestismo también es una tecnología, una forma de construcción de saberes y un espacio de enunciación político-identitario. El travestismo es una herramienta conceptual encarnada, cuyas potencialidades no se detienen en el espectro del género o en lo corporal, sino que también abrazan y atraviesan los límites de la escritura, el territorio, la memoria, la cultura, el arte y la espiritualidad.

Travestismo Cultural

Para Giuseppe Campuzano, filosofo, escritor y artista travesti de Lima, Perú, el travestismo es un acto de impostura, de usurpación, de ilusionismo, siempre entendido como el acto subversivo de “robar” o “engañar” a la colonialidad de la mirada de un sistema-mundo sostenido por la blanquitud y el dominio de la CIS-generidad y la heterosexualidad obligatoria. Sin embargo, este acto de usurpación también interpelaba la forma en la que las identidades culturales se construían, entendidas como palimpsestos, los rasgos culturales se escriben unos sobre otros, fenómeno reconocible con mayor fuerza en los territorios que han sido colonizados. Para Giuseppe “toda peruanidad era un travestismo” y así podríamos extender dicho aforismo travesti a toda Abya Yala (mal nombrada Latinoamérica) al entender que la “identidad cultural latinoamericana” no es otra cosa más que el resultado de procesos de dominación y resistencia histórica frente la colonialidad.

Giuseppe hablaba de la travesti como una figura transfronteriza capaz de habitar la “contradicción” que implica a travesar las dicotomías (hombre, mujer / masculino, femenino) posiblemente inspirado en el papel del berdache, término antropológico utilizado para definir los roles de “género alternativo” en las sociedades americanas nativas, quienes se dice que poseían una autoridad espiritual y a quienes también se les atribuía la capacidad de viajar entre dicotomías y binarismos: transitar el mundo de los vivos y los muertos, lo onírico y la vigilia, atribuyéndoles intervenciones sobrenaturales bajo la forma de visiones o sueños.

Giuseppe decía “Yo veo el travestismo como un ritual, como el sacerdote que realiza una liturgia o como el chamán en las culturas originarias”, el travestismo no es únicamente una cuestión concerniente a la expresión y performatividad de género, sino que se conecta con lo chamánico y lo ritualístico.

Travestismo Espiritual

Defino como travestismo espiritual a las prácticas de canalización psíquica/energética/espiritual a partir de la corporización/encarnación/invocación travesti, en las cuales el travestismo, entendido como un campo de acción subversivo y como una tecnología antipatriarcal, anticolonial y antirracista, es el elemento clave para hacer posible la intervención de entidades espirituales a través del cuerpo del médium.

En el contexto latinoamericano existen prácticas de canalización presentes en lo que la antropología, desde su posición colonial, ha nombrado como el “culto a santos populares”. En el norte de México, particularmente en Espinazo, Nuevo León, se encuentra el culto al Niño Fidencio, José Fidencio Constantino Síntora, curandero intersex y taumaturgo de los desiertos conocido a mediados de los años treinta, en plena guerra cristera, por sus métodos de curación únicos y los milagros de sanación que fue capaz de realizar, incluso el entonces presidente Plutarco Elías Calles le visitó buscando sus dones. Aunque el mismo Niño Fidencio era católico y la iglesia católica se ha negado a su reconocimiento. Actualmente, dentro del fidencismo, existen las “cajitas”, personas que desempeñan el papel de médiums usando su cuerpo como un envase para canalizar a diferentes espíritus, siendo el mismo espíritu del Niño Fidencio la canalización más común, sin embargo, también se pueden encontrar “cajitas” de Pancho Villa, Tomasito Herrera o de la Niña Aurorita.

Las “cajitas” que canalizan el milagroso espíritu de la Niña Aurorita (Aurora Prado Quintanilla, quien murió a los 10 años debido a que su madre la dejó sola en casa a cuándo accidentalmente se produjo un incendio) experimentan una serie de cambios corporales y performativos que transforman los movimientos de cuerpo, el comportamiento e incluso el tono de voz de los médiums, quienes tienden a hablar con una voz mucho más aguda que su voz original. El comportamiento y el lenguaje cambia radicalmente, las frases, diálogos y curaciones son dirigidos por el espíritu de Aurorita. Como parte del proceso, sus “cajitas”, independientemente de su género, se visten como ella: largos vestidos de color pastel con crinolina, sombreros rancheros y canastas llenas de dulces. Bailan y juegan con los enfermos para llevar acabo la curación espiritual causante de sus males físicos. Así mismo ocurre con las “cajitas” que emulan la vestimenta del santo que buscan canalizar. La indumentaria es clave para lograr la canalización.

Sin embargo, me interesa delimitar el concepto de travestismo espiritual a aquellas prácticas que no sólo están conectadas con el uso de indumentaria ritual o con la performatividad, sino que justamente el componente travesti inherente a ello relacionado a la disidencia sexual, le otorga una dimensión política contestataria que desafía las formas dominantes de espiritualidad y con ello sus sistemas de creencia, mismos que han funcionado como pilares de violencias sistemáticas como el racismo, la misoginia, la transfobia, por mencionar sólo algunos.

El travestismo espiritual es una poderosa herramienta subversiva característica de grupos históricamente subalternizados, un compendio de saberes y prácticas (así como de intuiciones y manifestaciones) a las que sólo pueden/podemos acceder las travestis racializadas que nos hemos fugado de la plantación del sistema moderno colonial del género y de los designios del CIS-sexismo y la nación heterosexual, pero más importante aún para este caso: aquellas quienes nos hemos resistido a la colonización espiritual y la extirpación de idolatrías por parte del canon hegemónico ortodoxo del cristianismo/catolicismo obligatorio, construyendo nuestros propios sistemas simbólicos basados en la santería, la magia caos, la brujería latinoamericana, la ocultura (occulture), etc.

Me gustaría centrarme en aquellas propuestas artísticas que son realizadas por travestis del sur, particularmente en República Dominicana y México, pues es allí dónde la crítica antirracista cobra mayor sentido y peso. Johan Mijail es una escritora y performer dominicana, autora del Manifiesto Antirracista, Santo Domingo is Burning y Chapeo, obras imprescindibles para pensar la intersección entre disidencia sexual, migración y antirracismo, y actualmente se encuentra en la construcción de su próxima publicación sobre la Epistemología Travesti del Sentir_Estando. Tanto su escritura como sus performances y toda ella misma, se encuentran atravesadas por los Misterios, los gagas, los bateyes y el café, el tabaco y el ron de los altares de la santería.

En su novela Chapeo la Johan describe múltiples pasajes místicos entre cruising, chapeo y borracheras con dembow, canalizaciones que ocurren de pronto: camino al Museo del Hombre Dominicano se le sube el Misterio de Santa Anaísa, la mami, San Elías el Barón se le trepa justo al entrar en el cementerio, Santa Marta la Dominadora en la embajada estadounidense, quién la rebautiza como Filomena y le manda comprar café, malta y huevos al supermercado, San Miguel, Belié Belcán, se le mete estando en casa, se le manifiesta dándole incontrolables ganas de orinar, entonces llama a Orulá, Candelo y Oggún para que vengan en su ayuda, San Miguel es el misterio más violento, quiere cortar cabezas y brazos. Oshún deja una estela luminosa camino al mercado, Obatalá, Elegguá, Shangó y Yemayá también aparecen en su escritura. Dice Mijail, que “hay una relación directa entre las divinidades yorubas, los Misterios, y el chapeo”.

A Johan Mijail la conocí en persona en el 2022 en el Festival Poesía en Voz Alta en la Casa del Lago en Chapultepec, Ciudad de México. En una habitación de hotel a altas horas de la noche, en medio de tragos clandestinos de brandy, me contó que los Misterios le susurran números, imágenes de vevés y símbolos del vudú, así como poderosas acciones performativas. Justamente presentó en el festival el performance Santa Marta y sus vueltas: Santería para un travestismo cultural, entonces la vi ser poseída y transformarse en la Dominadora de los hombres, con cuatro machetes cardinales y vevés de harina, incluso probé la crema chantillí del filo de uno de sus machetes, crema batida que había usado como parte del ritual, en medio de árboles y pasto mojado.

A Federicx Tello, artista multidisciplinar cuya practica combina el teatro, danza, arte del cuerpo, performance y travestismo, le conocí en Cholula, Puebla en medio de la pandemia. Su propuesta bebe de la santería debido a un viaje personal que comenzó en la cama de un hospital tras despertar de tres días en coma y dos meses de internamiento, y que le llevó a Santa Clara, Cuba para aprender la danza en ofrenda a lemanjá, la Madre de todxs los Orixás, la diosa africana del mar, y posteriormente a Salvador, Bahía en Brasil, territorio sagrado Candomblé, culto a los orishas de origen totémico y familiar, como parte de la lucha de resistencia de las comunidades afro y el cimarronaje. Allí aprendió de Mãe Zil su mentor el arte de la incorporación e invocación, le vio ser canal de múltiples presencias muy contundentes que le saludaban, conversaban y comunicaban verdades, con el tiempo incluso le reconocían. En palabras de Fede, le vio “dar entrada a la Yabá, Iansá, después el Boyadero un indio Caboclo, con su puro de tabaco en la boca, era una Pomba Gira, espíritu femenino de la calle que adoraba el vino y luego era el marinero ebrio en cerveza con las palabras barridas”.

Estos saberes y experiencias se fundieron con su trabajo artístico, como ocurre con su más reciente obra performática “La Sacerdotisa” una pieza en el que entran y salen de su cuerpo diferentes personas, como solemos denominarlas en el arte de performance contrario a la idea teatral tradicional y ficcional del personaje, en el que su cuerpo se transforma desde una diosa hasta un clown junkie llamado Garcín, que invoca a todxs lxs poetas suicidas y al pájaro azul de Rubén Darío. Juega con máscaras, velos, vestidos, plataformas y poesías: “ no es la misma la que se sube a los tacones que la que danza con los pies descalzos o el que se coloca la nariz roja”.

Fede menciona la importancia de preparar el cuerpo física y espiritualmente y las posibilidades de la incorporación como una técnica de travestismo espiritual que permite la manifestación de otrxs a través de un mismo cuerpo, hecho que desafía el binarismo de género y otras dicotomías derivadas de la colonialidad como la diferencia entre cultura y naturaleza, civilizado y privitimo: “trabajé con la idea del cuerpx como un médium, un canal capaz de sostener, amplificar y albergar energías ajenas, presencias, textos poéticos y dramáticos, hasta memorias de otras vidas (…) un hombre puede incorporar a la reina Oyá, una mujer joven incorpora a Pai Xangô y luego Mãe Oxum o María Mulambo, prostituta y espíritu sabio de la calle. Lo sacro y lo mundano danzando en la misma habitación y los observantes recibiendo cura y bendición”

La misma Giuseppe se travistió espiritualmente de la Virgen de las Guacas, la virgen de los andes, la virgen travesi con sus oficios travestis. Por mi parte he llegado a travestirme espiritualmente de multiplicidades, incluyendo a la Niña Aurorita, el Señor de Veneno, del espíritu de una puma chimuela llamada Concha, un árbol de sangre, y un largo etc. Todo mi trabajo artístico está lleno de travestismos, al igual de Johan y Fede, creo en la figura del artista, y la figura de la travesti, artista travesti, como un medium, un canal, un puente, un portal.

Para las travestis rebeldes, el arte del performance consiste en la invención y actualización de ritualidades, un tipo de magia que se aleja por completo de la obsesión minimalista del performance hegemónico creado en las esferas del reconocimiento y legitimación del arte en el norte global, despolitizado y cargado meramente a la búsqueda conceptual, estética y espectacular.

La escritora y activista brasileña, Sueli Carneiro menciona en su ensayo El poder femenino en el Culto a los Orishas que la vida de las mujeres inciadas en la santería cambia radicalmente a partir de la incorporación/canalización: “el contacto inmediato con las entidades supone un cambio significativo en la experiencia de estas mujeres. Ante el trance de la interrelación persona-entidad, adquieren una nueva actitud ante el mundo”, este cambio es visible también en las prácticas de travestismo espiritual en el arte, pues aquellos performances relacionados con ello son parteaguas significativos en la vida de quienes los llevamos acabo.

➡️ Únete al canal de Diario de Querétaro en WhatsApp para no perderte la información más importante

La Giu también dijo que la travesti es mucho más que un cuerpo: “el cuerpo muchas veces no deja hablar al travesti (…) el cuerpo ocupa todo el espacio y que el discurso está en segundo plano (hay que) romper esta convención en que el travesti es sólo esta materialidad corporal. Es eso, pero también más. Es una elaboración discursiva” yo agregaría que las travestis también somos una elaboración espiritualidad.

El travestismo espiritual es una práctica que mezcla la mediumnidad y la disidencia sexual, como parte de un cimarronaje místico que permite la invocación de la memoria histórica y las genealogías de rebeldías políticas a través de encarnación de múltiples entidades, deidades y fuerzas cuyo poder y presencia implica no sólo una amenaza al CIS-Heteropatriarcado colonial y racista y sus sistemas de creencias, sino una disputa constante frente al imperio de la razón ilustrada y positivista que continua siendo a la fecha el motor de la producción de conocimiento científico y por consiguiente el sostenimiento del sistema-mundo construido a partir de la reiteración de una única forma de lectura del mundo, universalizante y homogénea, que lo taxonomiza y clasifica a partir de los parámetros de la blanquitud, negando una y otra vez la posibilidad de lo extraordinario y lo mágico de nuestras existencias. En nuestros cuerpos negros, prietos, indígenas, maricas, y travestis puede habitar la sabiduría y el espíritu de deidades, ancestrxs y pueblos enteros.

Si nos matan regresaremos en muchas formas.


@lechedevirgen @maleficiocultural



***Maleficio Cultural

Columna de crítica cultural antipatriarcal, anticolonial y antirracista: arte, género, disidencia sexual, salaciones, amarres, hechizos, talismanes, entierros, lecturas de mano y embrujos filosóficos.


Créditos de fotos:


1 Johan Mijail, Museo de Antioquia, Medellin, 2013 / Cortesía Lechedevirgen

2 La Virgen de las Guacas, Giuseppe Campuzano, 2007 / Cortesía Lechedevirgen

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