/ sábado 30 de diciembre de 2023

Ansiedad social, ¿timidez o trastorno?

Se manifiesta un temor intenso y persistente a ser observado y juzgado de manera negativa


Relacionarse con los demás es y ha sido una tarea difícil para Mauricio desde que va a la secundaria. Cuenta que sus habilidades sociales no son del todo buenas, pues se le dificulta interactuar y entablar conversación con personas que no se encuentran dentro de su círculo más cercano. Dice que algunas personas lo han calificado como antipático o amargado, otras como tímido, pero a él, le gusta definirse como serio.

Mauricio es un joven de 24 años de edad, recién egresó de la universidad y es de los pocos afortunados que consiguió empleo al poco tiempo de salir de la escuela. Para él, la vida va bien, o al menos eso afirma. Señala que cuenta con buenos amigos, tiene pareja y la relación con sus padres y hermanos es buena.

El problema, dice, radica cuando se enfrenta a escenarios nuevos y en donde hay que construir relaciones sociales desde cero. Menciona que generar una interacción o entablar una conversación con personas que acaba de conocer es de las tareas más difíciles que se le puedan presentar, pues antes de cruzar palabra con alguien lo invade un miedo y la ansiedad.

Relata que luego se llegaron otras etapas en su vida como la preparatoria o la universidad, donde recurrentemente era invitado a fiestas. Cuenta que aceptaba ir a ellas, pero una vez en el lugar prefería permanecer sentado con su trago en la mano que relacionarse con nuevos muchachos o salir a la pista de baile. Puntualiza que esto lo hacía, pues no quería ser juzgado negativamente por los demás, ya que ese es uno de sus mayores temores.

“Sinceramente, no me gusta ir a lugares donde hay mucha gente. Por ejemplo, en fiestas de la uni o inclusive de algún familiar, prefiero permanecer sentado antes de que ir a empezar a socializar. Por esto mismo me han dicho que soy un amargado, pero la realidad es que muy en el fondo siento un miedo enorme a ser juzgado de mala manera por los demás. No sé, me da terror saber que la gente me está viendo y me juzga”, narra.

Ahora, en su nuevo trabajo, Mauricio dice que solo tiene comunicación con su jefe directo y los compañeros cercanos. No es mucha, solo la necesaria para sacar a flote las tareas. Asegura que está consciente de que lo que le sucede es un problema y tal vez tenga razón, pues algunos especialistas lo nombran como trastorno de ansiedad social.

Prefiere aislarse que convivir. Foto: Mario Luna | El Sol de San Juan del Río

Más allá de la timidez

Según el Instituto Nacional de Salud Mental de Estado Unidos, la ansiedad social es un trastorno en el que se manifiesta un temor intenso y persistente a ser observado y juzgado de manera negativa por los demás. Indica que este miedo irracional puede afectar el trabajo, la escuela y otras actividades diarias.

“Una persona con trastorno de ansiedad social siente síntomas de ansiedad o temor en situaciones en las que otros pueden estar analizándolos, evaluándolos o juzgándolos (…). Hacer cosas rutinarias, como comer o beber frente a otras personas o usar un baño público, también le puede causar ansiedad o temor debido a la preocupación de ser humillado, juzgado o rechazado”, señala.

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Destaca que algunas señales o síntomas de este trastorno son enrojecerse, sudar o temblar; sentirse inseguras de sí mismas frente a otras personas; tener dificultad para hacer contacto visual, estar o hablar con personas que no conocen en situaciones sociales por más que quisieran hacerlo, así como evitar los lugares donde hay otras personas.

Refiere que si bien no existen causas específicas que detonen este trastorno, es frecuente que se presente desde la adolescencia, añadiendo que el estrés y los factores ambientales pueden dar pie para que aparezca.

Busca estar en lugares sin personas. Foto: Mario Luna | El Sol de San Juan del Río


Relacionarse con los demás es y ha sido una tarea difícil para Mauricio desde que va a la secundaria. Cuenta que sus habilidades sociales no son del todo buenas, pues se le dificulta interactuar y entablar conversación con personas que no se encuentran dentro de su círculo más cercano. Dice que algunas personas lo han calificado como antipático o amargado, otras como tímido, pero a él, le gusta definirse como serio.

Mauricio es un joven de 24 años de edad, recién egresó de la universidad y es de los pocos afortunados que consiguió empleo al poco tiempo de salir de la escuela. Para él, la vida va bien, o al menos eso afirma. Señala que cuenta con buenos amigos, tiene pareja y la relación con sus padres y hermanos es buena.

El problema, dice, radica cuando se enfrenta a escenarios nuevos y en donde hay que construir relaciones sociales desde cero. Menciona que generar una interacción o entablar una conversación con personas que acaba de conocer es de las tareas más difíciles que se le puedan presentar, pues antes de cruzar palabra con alguien lo invade un miedo y la ansiedad.

Relata que luego se llegaron otras etapas en su vida como la preparatoria o la universidad, donde recurrentemente era invitado a fiestas. Cuenta que aceptaba ir a ellas, pero una vez en el lugar prefería permanecer sentado con su trago en la mano que relacionarse con nuevos muchachos o salir a la pista de baile. Puntualiza que esto lo hacía, pues no quería ser juzgado negativamente por los demás, ya que ese es uno de sus mayores temores.

“Sinceramente, no me gusta ir a lugares donde hay mucha gente. Por ejemplo, en fiestas de la uni o inclusive de algún familiar, prefiero permanecer sentado antes de que ir a empezar a socializar. Por esto mismo me han dicho que soy un amargado, pero la realidad es que muy en el fondo siento un miedo enorme a ser juzgado de mala manera por los demás. No sé, me da terror saber que la gente me está viendo y me juzga”, narra.

Ahora, en su nuevo trabajo, Mauricio dice que solo tiene comunicación con su jefe directo y los compañeros cercanos. No es mucha, solo la necesaria para sacar a flote las tareas. Asegura que está consciente de que lo que le sucede es un problema y tal vez tenga razón, pues algunos especialistas lo nombran como trastorno de ansiedad social.

Prefiere aislarse que convivir. Foto: Mario Luna | El Sol de San Juan del Río

Más allá de la timidez

Según el Instituto Nacional de Salud Mental de Estado Unidos, la ansiedad social es un trastorno en el que se manifiesta un temor intenso y persistente a ser observado y juzgado de manera negativa por los demás. Indica que este miedo irracional puede afectar el trabajo, la escuela y otras actividades diarias.

“Una persona con trastorno de ansiedad social siente síntomas de ansiedad o temor en situaciones en las que otros pueden estar analizándolos, evaluándolos o juzgándolos (…). Hacer cosas rutinarias, como comer o beber frente a otras personas o usar un baño público, también le puede causar ansiedad o temor debido a la preocupación de ser humillado, juzgado o rechazado”, señala.

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Destaca que algunas señales o síntomas de este trastorno son enrojecerse, sudar o temblar; sentirse inseguras de sí mismas frente a otras personas; tener dificultad para hacer contacto visual, estar o hablar con personas que no conocen en situaciones sociales por más que quisieran hacerlo, así como evitar los lugares donde hay otras personas.

Refiere que si bien no existen causas específicas que detonen este trastorno, es frecuente que se presente desde la adolescencia, añadiendo que el estrés y los factores ambientales pueden dar pie para que aparezca.

Busca estar en lugares sin personas. Foto: Mario Luna | El Sol de San Juan del Río

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