La tiroides es una pequeña glándula en forma de mariposa que se encuentra en la parte frontal del cuello. Su función, de acuerdo con el Doctor Víctor Armenta Sánchez, es producir hormonas que ayudan a regular el metabolismo del cuerpo para funcionar de forma correcta.
Cuando la glándula no cumple su función, hay un exceso de hormonas, lo que provoca que muchas personas sufran de hipertiroidismo, una enfermedad que puede ser confundida incluso con la gripa.
“Cuando hablamos de hipertiroidismo, hay un incremento en la producción de la hormona que regula el metabolismo basal del cuerpo, dando como resultado que todas las funciones del organismo aumenten”.
Esto dará como síntomas taquicardia, palpitaciones, pérdida de peso, intolerancia al calor, sudoración excesiva, tránsito intestinal aumentado, irritabilidad o nerviosismo, problemas para dormir, cabello fino y quebradizo, temblor de manos, cansancio y aumento de apetito.
Para detectarla se requieren pruebas de función tiroidea y medición de auto anticuerpos “se tienen que realizar estudios de imagen como gammagrafía tiroidea, donde utilizan un marcador de yodo radioactivo para valorar estructura y funcionamiento de la glándula o un ultrasonido”.
Actualmente se cuenta con medicamento que disminuye la función tiroidea, también está la terapia con yodo radioactivo, o un procedimiento quirúrgico en el que se extirpa de la tiroides en una cirugía llamada tiroidectomía.
“El yodo radioactivo es el tratamiento que más se utiliza, y sirve para destruir una parte de la glándula y así disminuir la producción de hormonas, aunque en estos casos, la mayoría de personas deberá tomar suplementos de hormona tiroidea”.
De acuerdo con Víctor, una vez realizado el tratamiento, el paciente puede hacer sus actividades diarias de la forma más normal posible “solo requerirá de vigilancia y consultas de seguimiento”.
LA GENTE TE VE DE UNA MANERA EXTRAÑA
Astra Pillado Robles comenzó a tener síntomas desde la adolescencia, pero no les dio importancia. Taquicardias, ansiedad, intolerancia al calor, sudoración excesiva y hambre, siempre comía mucho y nunca subía de peso.
A los 21 años tuvo el momento más simbólico de la enfermedad “como una sensación de que me iba a dar gripa, sentía escalofríos y fiebre. Fui al doctor y solo me mandaron antigripales”.
Después comenzaron los temblores en la mano y la ansiedad sin ninguna razón “la gente te ve de una manera extraña y no puedes hacer cosas fáciles donde uses tus manos. El simple hecho de que me ofrecieran papas, me ponía nerviosa. No sabía cómo explicar el temblor y la gente siempre me preguntaba ¿estas nerviosa?”
Otro hecho desagradable era cuando los hombres se acercaban a platicar con ella “notaban el temblor de mis manos y se lo atribuían, y me daba mucho coraje”. Eso provocó que decidiera salir menos, para evitar estas situaciones y convivir poco con las personas.
A los 24 años, le dio una fiebre incontrolable con la cual terminó en el hospital “no me encontraban nada, incluso me dieron a entender que era una enfermedad de transmisión sexual. Hasta que un internista en cuanto me vio me dijo: tu glándula tiroides está muy pronunciada, me hizo un perfil tiroideo y resultó que mis hormonas estaban en niveles potencialmente mortales”.
A partir de ahí, Astra se sometió a un tratamiento con medicamentos que duró dos años “llegue a tomar hasta 12 pastillas al día y los efectos secundarios me hacían sentir muy mal, me daban calambres en todo el cuerpo, incluido el pecho, que no me dejaban moverme”.
Una vez que le retiraron los medicamentos, Astra quiso embarazarse, pero empezó a tener problemas “muchos ginecólogos desconocen la información sobre la tiroides pues uno de los problemas es que puedes tener abortos espontáneos y yo tuve 2”.
Fue entonces que llegó la respuesta, le recomendaron una endocrinóloga muy buena que le recomendó pasar del hipertiroidismo al hipotiroidismo, porque es mucho más fácil de tratar.
Para ello, la opción más viable era el yodo radioactivo, un procedimiento que tiene muchos mitos. Después de llevar una dieta rigurosa sin yodo y continuar con medicamentos por tres meses, solo tomó un shot de yodo radioactivo y se mantuvo alejada de la gente por 15 días.
Seis meses después del tratamiento, estaba lista para embarazarse “ahora únicamente me levantó, tomo una pastilla y hago mi vida como si nada, sin ninguna restricción. Me pude embarazar sin ningún problema y mi bebé nació perfectamente saludable”.
Astra recomienda siempre, pedir segundas opiniones “a veces creo que a los doctores se les olvida lo que hay detrás de la vida de un paciente. Las mujeres solemos aguantarnos el dolor e internamente minimizas lo que sientes. Tus emociones siempre deben de ser válidas”.