/ miércoles 13 de noviembre de 2019

Deliberativo

El buen morir


La Bioética es la rama de la ética aplicada que reflexiona, delibera y hace planteamientos normativos y de políticas públicas para regular y resolver conflictos en la vida social, especialmente en las ciencias de la vida, así como en la práctica y en la investigación médica que puedan afectar la vida en el planeta, tanto en la actualidad como en futuras generaciones. Desde este acercamiento científico nos hemos dado a la tarea de generar un marco normativo, en el que se respeten los derechos de los enfermos en fase terminal.

El pasado mes de octubre, Organizamos el “Foro Nacional de Aspectos Éticos, Legislativos, Jurídicos y Procedimentales en la defensa de los derechos de los enfermos, en fase terminal” con sede en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Querétaro. En el que especialistas tanto de las áreas de la Medicina, el Derecho y la Bioética, nos dieron un panorama actual acerca de esta situación en nuestro país, el cual fue desalentador, pues existen muchas lagunas legales para la aplicación de estos derechos en el enfermo terminal.

Uno de los principales problemas, es que, al acercarnos a estos temas de la bioética, se confunde la ética con la religión; el contexto del descubrimiento de las ideas morales (cuya raíz, en el caso de mucha gente, es la religión) con el contexto de la justificación (en el que la religión no deberá jugar ningún papel). Confundir en la argumentación moral, las cuestiones fácticas con las normativas suelen ser uno de los principales errores.

En palabras del Dr. Jaime Rebolledo Mota “El estado terminal es el deterioro progresivo y generalizado del organismo y sus funciones, así como la disociación psicoafectiva del individuo consigo mismo y con el entorno; y cuyo pronóstico es que fallecerá en cualquier momento a partir de que se establece el diagnostico, en un periodo no mayor a cuatro meses”.

De igual manera, nos establece que cuando realmente pensamos en nuestro morir, a todos nos gustaría que fuese un “buen morir”, lo cual muchas veces se confunde con la eutanasia, pretendiendo que sea lo más rápido posible. Lo cual es otro de los errores principales al tocar estos temas, pues al final del día el trabajo de morir es necesario para estos pacientes, por lo que se debe usar todas las alternativas a nuestro alcance para conservar la dignidad humana de la persona, hasta el último momento.

Sin duda queda mucho trabajo por realizar, pero debemos reconocer que quien es responsable ante su vida, pude ser responsable ante su muerte. Es por eso la importancia de reconocer el estado terminal de la persona en el proceso de la muerte y crear el marco normativo para defender la dignidad humana, hasta el último momento.

El buen morir


La Bioética es la rama de la ética aplicada que reflexiona, delibera y hace planteamientos normativos y de políticas públicas para regular y resolver conflictos en la vida social, especialmente en las ciencias de la vida, así como en la práctica y en la investigación médica que puedan afectar la vida en el planeta, tanto en la actualidad como en futuras generaciones. Desde este acercamiento científico nos hemos dado a la tarea de generar un marco normativo, en el que se respeten los derechos de los enfermos en fase terminal.

El pasado mes de octubre, Organizamos el “Foro Nacional de Aspectos Éticos, Legislativos, Jurídicos y Procedimentales en la defensa de los derechos de los enfermos, en fase terminal” con sede en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Querétaro. En el que especialistas tanto de las áreas de la Medicina, el Derecho y la Bioética, nos dieron un panorama actual acerca de esta situación en nuestro país, el cual fue desalentador, pues existen muchas lagunas legales para la aplicación de estos derechos en el enfermo terminal.

Uno de los principales problemas, es que, al acercarnos a estos temas de la bioética, se confunde la ética con la religión; el contexto del descubrimiento de las ideas morales (cuya raíz, en el caso de mucha gente, es la religión) con el contexto de la justificación (en el que la religión no deberá jugar ningún papel). Confundir en la argumentación moral, las cuestiones fácticas con las normativas suelen ser uno de los principales errores.

En palabras del Dr. Jaime Rebolledo Mota “El estado terminal es el deterioro progresivo y generalizado del organismo y sus funciones, así como la disociación psicoafectiva del individuo consigo mismo y con el entorno; y cuyo pronóstico es que fallecerá en cualquier momento a partir de que se establece el diagnostico, en un periodo no mayor a cuatro meses”.

De igual manera, nos establece que cuando realmente pensamos en nuestro morir, a todos nos gustaría que fuese un “buen morir”, lo cual muchas veces se confunde con la eutanasia, pretendiendo que sea lo más rápido posible. Lo cual es otro de los errores principales al tocar estos temas, pues al final del día el trabajo de morir es necesario para estos pacientes, por lo que se debe usar todas las alternativas a nuestro alcance para conservar la dignidad humana de la persona, hasta el último momento.

Sin duda queda mucho trabajo por realizar, pero debemos reconocer que quien es responsable ante su vida, pude ser responsable ante su muerte. Es por eso la importancia de reconocer el estado terminal de la persona en el proceso de la muerte y crear el marco normativo para defender la dignidad humana, hasta el último momento.