/ domingo 22 de diciembre de 2019

El Cronista Sanjuanense

Poinsett en San Juan y la Nochebuena


“Parece haber más viajeros en este camino, que en el de México a Veracruz. Nos hemos cruzado con cuatro diligencias, una manada de mulas y un número enorme de burros cargados. El uso de este animal es mucho más general en este país, que el de la mula. Dimos una vuelta por la población esta de San Juan del Río y encontramos que es limpia y bastante bien construida. Corre a través de ella una corriente de agua y frente a nuestro mesón hay un cerro de roca basáltica, coronada con una capilla y su torre. Desde este punto el panorama abarca el valle entero, que es el más fértil y mejor cultivado que hasta aquí hemos visto [...] a las siete de la mañana del día siguiente cruzamos el río San Juan, sobre un hermoso puente de cinco arcos de piedra. En estos momentos no es más que un arroyuelo insignificante, pero en la temporada de lluvias, no obstante la gran anchura del cauce del río, a menudo se desborda por encima de sus márgenes, e inunda grandes extensiones de la planicie. La elevación de esta villa es de seis mil cuatrocientos ochenta y nueve pies sobre el nivel del mar. No hay nada que pueda sobrepasar la belleza y feracidad de la campiña que la circunda.”

Esto fue lo que el primer Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Estados Unidos en México, Joel Roberts Poinsett, escribió sobre su visita a San Juan del Río el 15 de noviembre de 1822. Poinsett ostentó ese cargo especial entre 1822 y 1823. A pesar de que Estados Unidos ya había designado agentes para el Virreinato de la Nueva España, Poinsett sería el primer agente especial designado a México como nación independiente por parte del gobierno de Estados Unidos. Fue miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de 1821 a 1826. Fue el primero en ser nombrado Ministro Estadounidense en México en 1825 (no se nombró un embajador hasta 1896).

“…una caminata de una hora nos puso a la vista de la población de San Juan del Río, y del rico y bien cultivado valle en el que se localiza. Entramos con todo y coche al patio de un mesón nuevo, el más cómodo que he visto hasta ahora. En los Estados Unidos estamos acostumbrados a ver que en las ciudades se construyen edificios buscando la economía máxima de espacio; pero aquí hasta las casas particulares son amplias y espaciosas y forman un cuadro con patio en medio y la fachada misma ocupa mucho frente. La escalera de una buena casa en México necesita casi tanto lugar como la fachada de una morada respetable de Philadelphia o New York. El mesón de San Juan del Río solo consta de un piso, pero el patio es un cuadro de unos 40 pies de lado, con piezas que dan a los corredores. Estos mesones generalmente pertenecen a algún hacendado opulento y se encuentran asentados frente a su finca, en el campo o cerca de ella en las ciudades. El precio de una pieza por una noche es solo de una peseta y la comida no es excesivamente cara. Sus ganancias las derivan de la fácil salida para su rastrojo, su cebada y su maíz, que expenden a los viajeros a precios muy elevados. Dimos una vuelta por la población y la encontramos limpia y bien construida...”

Joel Roberts fue botánico y estadista. En su recorrido por el interior de nuestro país llegó a Taxco de Alarcón (Guerrero) y “encontró” la flor de Nochebuena, la cual llevó a Estados Unidos, presentó como magnífica y, en su honor, esta planta mexicana fue nombrada como “Poinsettia”, la cual asociaron con la Navidad.

El origen de la flor de Nochebuena se remonta a los pueblos originarios de nuestro país. Los mexicas se referían a esta planta, que tiñe sus hojas de rojo en invierno, como cuetlaxochitl (flor que se marchita) y simbolizaba para ellos la pureza y la nueva vida que obtenían los guerreros muertos en batalla; se creía que regresaban a la tierra a libar de la miel de esta planta, por eso se colocaba en los altares dedicados a los guerreros muertos en cumplimiento de su deber. La diversidad y belleza de plantas como la Nochebuena impresionó a los conquistadores castizos, quienes advirtieron los múltiples usos que los indígenas les daban: ornamental, medicinal, como alimento y para ceremonias rituales. La cuetlaxochitl se empleaba en varias celebraciones rituales del amplio calendario festivo, sobre todo en la llamada Tlaxochimaco, del noveno mes, dedicada a Huitzilopochtli, Dios de la Guerra, asociado al Sol. Estos atributos rituales fueron retomados por los frailes evangelizadores al colocar la flor de Nochebuena en los Nacimientos, previo a la celebración de la Navidad.

Poinsett en San Juan y la Nochebuena


“Parece haber más viajeros en este camino, que en el de México a Veracruz. Nos hemos cruzado con cuatro diligencias, una manada de mulas y un número enorme de burros cargados. El uso de este animal es mucho más general en este país, que el de la mula. Dimos una vuelta por la población esta de San Juan del Río y encontramos que es limpia y bastante bien construida. Corre a través de ella una corriente de agua y frente a nuestro mesón hay un cerro de roca basáltica, coronada con una capilla y su torre. Desde este punto el panorama abarca el valle entero, que es el más fértil y mejor cultivado que hasta aquí hemos visto [...] a las siete de la mañana del día siguiente cruzamos el río San Juan, sobre un hermoso puente de cinco arcos de piedra. En estos momentos no es más que un arroyuelo insignificante, pero en la temporada de lluvias, no obstante la gran anchura del cauce del río, a menudo se desborda por encima de sus márgenes, e inunda grandes extensiones de la planicie. La elevación de esta villa es de seis mil cuatrocientos ochenta y nueve pies sobre el nivel del mar. No hay nada que pueda sobrepasar la belleza y feracidad de la campiña que la circunda.”

Esto fue lo que el primer Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Estados Unidos en México, Joel Roberts Poinsett, escribió sobre su visita a San Juan del Río el 15 de noviembre de 1822. Poinsett ostentó ese cargo especial entre 1822 y 1823. A pesar de que Estados Unidos ya había designado agentes para el Virreinato de la Nueva España, Poinsett sería el primer agente especial designado a México como nación independiente por parte del gobierno de Estados Unidos. Fue miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de 1821 a 1826. Fue el primero en ser nombrado Ministro Estadounidense en México en 1825 (no se nombró un embajador hasta 1896).

“…una caminata de una hora nos puso a la vista de la población de San Juan del Río, y del rico y bien cultivado valle en el que se localiza. Entramos con todo y coche al patio de un mesón nuevo, el más cómodo que he visto hasta ahora. En los Estados Unidos estamos acostumbrados a ver que en las ciudades se construyen edificios buscando la economía máxima de espacio; pero aquí hasta las casas particulares son amplias y espaciosas y forman un cuadro con patio en medio y la fachada misma ocupa mucho frente. La escalera de una buena casa en México necesita casi tanto lugar como la fachada de una morada respetable de Philadelphia o New York. El mesón de San Juan del Río solo consta de un piso, pero el patio es un cuadro de unos 40 pies de lado, con piezas que dan a los corredores. Estos mesones generalmente pertenecen a algún hacendado opulento y se encuentran asentados frente a su finca, en el campo o cerca de ella en las ciudades. El precio de una pieza por una noche es solo de una peseta y la comida no es excesivamente cara. Sus ganancias las derivan de la fácil salida para su rastrojo, su cebada y su maíz, que expenden a los viajeros a precios muy elevados. Dimos una vuelta por la población y la encontramos limpia y bien construida...”

Joel Roberts fue botánico y estadista. En su recorrido por el interior de nuestro país llegó a Taxco de Alarcón (Guerrero) y “encontró” la flor de Nochebuena, la cual llevó a Estados Unidos, presentó como magnífica y, en su honor, esta planta mexicana fue nombrada como “Poinsettia”, la cual asociaron con la Navidad.

El origen de la flor de Nochebuena se remonta a los pueblos originarios de nuestro país. Los mexicas se referían a esta planta, que tiñe sus hojas de rojo en invierno, como cuetlaxochitl (flor que se marchita) y simbolizaba para ellos la pureza y la nueva vida que obtenían los guerreros muertos en batalla; se creía que regresaban a la tierra a libar de la miel de esta planta, por eso se colocaba en los altares dedicados a los guerreros muertos en cumplimiento de su deber. La diversidad y belleza de plantas como la Nochebuena impresionó a los conquistadores castizos, quienes advirtieron los múltiples usos que los indígenas les daban: ornamental, medicinal, como alimento y para ceremonias rituales. La cuetlaxochitl se empleaba en varias celebraciones rituales del amplio calendario festivo, sobre todo en la llamada Tlaxochimaco, del noveno mes, dedicada a Huitzilopochtli, Dios de la Guerra, asociado al Sol. Estos atributos rituales fueron retomados por los frailes evangelizadores al colocar la flor de Nochebuena en los Nacimientos, previo a la celebración de la Navidad.