/ domingo 29 de diciembre de 2019

El Cronista Sanjuanense

El Cazadero


Para el año 1540 la mayoría de las tierras de la entonces provincia de Xilotepec - que incluía a San Juan del Río- estaban en paz y comenzaban a prosperar. Sucedió que cuando el primer virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza, visitaba en ese año esta provincia que era poblada por indios otomíes, le ofrecieron realizar una cacería al modo y manera de como la hacían los indios en su antigüedad. El virrey aceptó la invitación por dos motivos: para ver si era cierto la cantidad de animales que los indios le contaron se juntaban de manera impresionante y, en segundo, para sentir el placer del cazador al tener tantos animales para tirar a su gusto.

Señaló el día, y para que pudiera gozar del espectáculo que presentaba la cacería, se acordó que fuera en unos llanos que estaban entre los pueblos de Xilotepec y San Juan del Río. En estos llanos levantaron un aposento para el virrey y cerca otros para sus criados y personas de servicio que traía, además de otras más que venían en su sequito.

El día de la cacería, salieron los indios muy de mañana y circundaron más de cinco leguas de monte. Se dice que eran más de quince mil los indios quienes, batiendo sus manos y sus arcos, se fueron recogiendo y apiñando. Aquellos hombres se apegaron hasta estar unidos hombro con hombro, encerrando inmensa cantidad de venados, conejos, liebres y coyotes; era cosa increíble. El virrey, impresionado, ordenó abrir el cerco humano por dos o tres partes para que por ellas salieran las grandes manadas de estos animales, volviendo a cerrar la valla que formaban los indios, volviéndose a juntar, dejando un cerco de más de media legua cuadrada. Para ese momento, los indios permanecían estaban doblados y colocados de tres en tres, uno tras el otro, porque en el cerco que habían dejado reducido no cabían todos.

Comenzó la cacería antes del medio día, sirviendo de corral y cerca para los animales los indios flecheros muy diestros que los habían conseguido. Dentro del cerco andaban jinetes con lanzas matando animales y otros con arcabuces y ballestas, tirando y matando lo que querían. Se contaron poco más de cien perros cazadores, muy entendidos en la revuelta. Tanto los de adentro como los de afuera no se daban abasto para coger tanto la caza viva como la que tenían muerta. Los criados, andaban a vueltas llevando los animales a los cocineros, no dándose lugar para asar tal cantidad.

Las crónicas cuentan que la cacería fue sorprendente, pues los que la hacían descansaban un rato para volver de nueva cuenta a seguir cazando. Esta caza duró todo el día, hasta ya metido el sol. Se dice que mataron seiscientos venados, chicos y grandes, de los cuales había algunos como los ciervos de Castilla; mas de cien coyotes, además de zorrillos, liebres y conejos en gran cantidad.

Cayó la noche y el cansancio, todos se fue a descansar. La caza fue muy hermosa y esplendida, y, engolosinado el virrey, ordenó la próxima cacería para el año siguiente. Es seguro que no se haya llevado a efecto porque el virrey Mendoza, en 1541, estuvo en la Nueva Galicia (Jalisco) en la guerra del Mixton, que fue una serie de enfrentamientos bélicos entre varias tribus indígenas caxcanes y chichimecas pertenecientes a la audiencia de Nueva Galicia que se sublevaron contra el ejército virreinal. De forma personal los enfrentó y derrotó. Permaneció allí hasta febrero de 1542. Fue virrey hasta noviembre de 1550.

Desde el año de 1540 que fue la cacería, se le han llamado a estas tierras: llanos de El Cazadero, nombre que hasta la fecha subsiste. Allí se construyó posteriormente la que se conoce como hacienda de El Cazadero, que se sabe se extendía hasta la hoy comunidad de Paso de Mata, llamada así por un hombre llamado Justo Mata que se dedicaba a asaltar las diligencias que transitaban por el antiguo Camino Real de Tierra Adentro, que pasaba por estas tierras. El Cazadero, es una de las 79 comunidades del municipio de San Juan del Río, se localiza en su parte oriente y colinda con el estado de Hidalgo.

El Cazadero


Para el año 1540 la mayoría de las tierras de la entonces provincia de Xilotepec - que incluía a San Juan del Río- estaban en paz y comenzaban a prosperar. Sucedió que cuando el primer virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza, visitaba en ese año esta provincia que era poblada por indios otomíes, le ofrecieron realizar una cacería al modo y manera de como la hacían los indios en su antigüedad. El virrey aceptó la invitación por dos motivos: para ver si era cierto la cantidad de animales que los indios le contaron se juntaban de manera impresionante y, en segundo, para sentir el placer del cazador al tener tantos animales para tirar a su gusto.

Señaló el día, y para que pudiera gozar del espectáculo que presentaba la cacería, se acordó que fuera en unos llanos que estaban entre los pueblos de Xilotepec y San Juan del Río. En estos llanos levantaron un aposento para el virrey y cerca otros para sus criados y personas de servicio que traía, además de otras más que venían en su sequito.

El día de la cacería, salieron los indios muy de mañana y circundaron más de cinco leguas de monte. Se dice que eran más de quince mil los indios quienes, batiendo sus manos y sus arcos, se fueron recogiendo y apiñando. Aquellos hombres se apegaron hasta estar unidos hombro con hombro, encerrando inmensa cantidad de venados, conejos, liebres y coyotes; era cosa increíble. El virrey, impresionado, ordenó abrir el cerco humano por dos o tres partes para que por ellas salieran las grandes manadas de estos animales, volviendo a cerrar la valla que formaban los indios, volviéndose a juntar, dejando un cerco de más de media legua cuadrada. Para ese momento, los indios permanecían estaban doblados y colocados de tres en tres, uno tras el otro, porque en el cerco que habían dejado reducido no cabían todos.

Comenzó la cacería antes del medio día, sirviendo de corral y cerca para los animales los indios flecheros muy diestros que los habían conseguido. Dentro del cerco andaban jinetes con lanzas matando animales y otros con arcabuces y ballestas, tirando y matando lo que querían. Se contaron poco más de cien perros cazadores, muy entendidos en la revuelta. Tanto los de adentro como los de afuera no se daban abasto para coger tanto la caza viva como la que tenían muerta. Los criados, andaban a vueltas llevando los animales a los cocineros, no dándose lugar para asar tal cantidad.

Las crónicas cuentan que la cacería fue sorprendente, pues los que la hacían descansaban un rato para volver de nueva cuenta a seguir cazando. Esta caza duró todo el día, hasta ya metido el sol. Se dice que mataron seiscientos venados, chicos y grandes, de los cuales había algunos como los ciervos de Castilla; mas de cien coyotes, además de zorrillos, liebres y conejos en gran cantidad.

Cayó la noche y el cansancio, todos se fue a descansar. La caza fue muy hermosa y esplendida, y, engolosinado el virrey, ordenó la próxima cacería para el año siguiente. Es seguro que no se haya llevado a efecto porque el virrey Mendoza, en 1541, estuvo en la Nueva Galicia (Jalisco) en la guerra del Mixton, que fue una serie de enfrentamientos bélicos entre varias tribus indígenas caxcanes y chichimecas pertenecientes a la audiencia de Nueva Galicia que se sublevaron contra el ejército virreinal. De forma personal los enfrentó y derrotó. Permaneció allí hasta febrero de 1542. Fue virrey hasta noviembre de 1550.

Desde el año de 1540 que fue la cacería, se le han llamado a estas tierras: llanos de El Cazadero, nombre que hasta la fecha subsiste. Allí se construyó posteriormente la que se conoce como hacienda de El Cazadero, que se sabe se extendía hasta la hoy comunidad de Paso de Mata, llamada así por un hombre llamado Justo Mata que se dedicaba a asaltar las diligencias que transitaban por el antiguo Camino Real de Tierra Adentro, que pasaba por estas tierras. El Cazadero, es una de las 79 comunidades del municipio de San Juan del Río, se localiza en su parte oriente y colinda con el estado de Hidalgo.