/ domingo 8 de marzo de 2020

El Cronista Sanjuanense

Sara Pérez Romero


Fue la esposa del líder de la Revolución y a breve plazo presidente mexicano Francisco Ignacio Madero. Igual que Francisco, Sara nació en el seno de una familia acaudalada.

Sarita, como cariñosamente le llamaba Madero a su esposa, nació en San Juan del Río, Querétaro, el 19 de junio del año 1872. Hija de doña Velina Romero y don Macario Pérez, éste último por muchos años administrador de la hacienda Arroyo Zarco, por lo tanto poseedores de una posición socialmente acomodada y de mejores proyectos.

La infancia de Sara Pérez se desarrolló entre Arroyo Zarco, San Juan del Río y la Ciudad de México, pues contaban con casa en estas ciudades. Sarita nació en la casa de San Juan del Río, marcada con el número 15 de la antigua calle de la Estación, actual Vicente Guerrero. Recibió educación de maestros particulares en su casa. Fue formada por su ma­dre en recato, respeto y devoción, características en los últimos años del siglo XIX.

Menudita, muy ordenada, de finos y elegantes modales, y de contagiosa ale­gría, disfrutó de estas tierras hasta que fue enviada al Colegio Notre Dame, en San Francisco (California), al inicio del año 1893. Ahí tuvo como condiscípulas a Mercedes y Magdalena Madero, hermanas de Francisco, con quienes surgió una amistad muy íntima. Pasaron muchas vacaciones juntas en Arroyo Zarco, a veces en San Pedro de las Colonias (Coahuila), y así fue como Francisco y Sarita se conocieron y fueron novios desde 1897.

Durante cinco años Sarita y Madero se comunicaron y mantuvieron su relación por cartas, pues mientras ella continuaba sus estudios en California, él permaneció en Europa para terminar sus estudios en asuntos comerciales. Finalmente el 28 de enero de 1903 contrajeron matrimonio en la capilla del Arzobispado en la Ciudad de México. Junto con él sostendría a huérfanos, becaría a estudiantes, crearía escuelas elementales y comerciales, instituciones de caridad, hospitales y comedores populares.

Iniciada la Revolución mexicana, Sarita acompañó a su esposo en su gira pre­sidencial. Cuando Madero estuvo preso en Monterrey, doña Sara vivió con él en la prisión. Lo acompañaba a todas partes, lo mismo a los cam­pamentos de soldados que a los mítines políticos; en viajes por caminos difíciles, que en los discursos y las negociaciones. Por el hecho de usar siempre su nombre como “Sara P. de Madero”, así como porque se le veía siempre al lado de su esposo, popularmente se le comenzó a lla­mar “El Sarape de Madero”, porque el presidente la “llevaba a todos lados”.

En febrero de 1913 se efectuó un golpe de Estado en contra del régimen de Francisco I. Madero, a éste episodio se le llamó La Decena Trágica, evento que ter­minó con el asesinato del entonces presidente de México, en 1913. Después de este hecho, Cuba le otorgó asilo político a Sarita. Vivió después en Nueva York antes de regresar a México para 1921. Una vez instalada en México, residió en una casa situada en la Colonia Roma de la capital del país, sosteniéndose con una pensión vitalicia que le otorgó Venustiano Carranza. Ahí permanecería sobrellevando largos años de viudez, manteniéndose con una pensión del gobierno. Mientras vivió llevó flores a la tumba de su esposo, al igual que las mujeres que habían formado el Club de Lealtad a Madero. No tuvo hijos.

Sarita, fallece el 31 de julio de 1952 a la edad de 82 años. A su muerte los diarios de la época la llamaron Primera Dama de la Revolución. Fue sepultada en el Panteón Francés de la Piedad, en la Ciudad de México, en la misma tumba donde des­cansaban los restos de su marido. El féretro de doña Sara estaba cubierto por la bandera de la Cruz Blanca que ella fundó en 1911. Tenía la inscripción: Por la Humanidad.

La sanjuanense Sara Pérez Romero, sin duda una ejemplar mujer que jugó un papel clave en la historia de México y que bien vale el recordarla hoy que se conmemora el Día Internacional de la Mujer.

Sara Pérez Romero


Fue la esposa del líder de la Revolución y a breve plazo presidente mexicano Francisco Ignacio Madero. Igual que Francisco, Sara nació en el seno de una familia acaudalada.

Sarita, como cariñosamente le llamaba Madero a su esposa, nació en San Juan del Río, Querétaro, el 19 de junio del año 1872. Hija de doña Velina Romero y don Macario Pérez, éste último por muchos años administrador de la hacienda Arroyo Zarco, por lo tanto poseedores de una posición socialmente acomodada y de mejores proyectos.

La infancia de Sara Pérez se desarrolló entre Arroyo Zarco, San Juan del Río y la Ciudad de México, pues contaban con casa en estas ciudades. Sarita nació en la casa de San Juan del Río, marcada con el número 15 de la antigua calle de la Estación, actual Vicente Guerrero. Recibió educación de maestros particulares en su casa. Fue formada por su ma­dre en recato, respeto y devoción, características en los últimos años del siglo XIX.

Menudita, muy ordenada, de finos y elegantes modales, y de contagiosa ale­gría, disfrutó de estas tierras hasta que fue enviada al Colegio Notre Dame, en San Francisco (California), al inicio del año 1893. Ahí tuvo como condiscípulas a Mercedes y Magdalena Madero, hermanas de Francisco, con quienes surgió una amistad muy íntima. Pasaron muchas vacaciones juntas en Arroyo Zarco, a veces en San Pedro de las Colonias (Coahuila), y así fue como Francisco y Sarita se conocieron y fueron novios desde 1897.

Durante cinco años Sarita y Madero se comunicaron y mantuvieron su relación por cartas, pues mientras ella continuaba sus estudios en California, él permaneció en Europa para terminar sus estudios en asuntos comerciales. Finalmente el 28 de enero de 1903 contrajeron matrimonio en la capilla del Arzobispado en la Ciudad de México. Junto con él sostendría a huérfanos, becaría a estudiantes, crearía escuelas elementales y comerciales, instituciones de caridad, hospitales y comedores populares.

Iniciada la Revolución mexicana, Sarita acompañó a su esposo en su gira pre­sidencial. Cuando Madero estuvo preso en Monterrey, doña Sara vivió con él en la prisión. Lo acompañaba a todas partes, lo mismo a los cam­pamentos de soldados que a los mítines políticos; en viajes por caminos difíciles, que en los discursos y las negociaciones. Por el hecho de usar siempre su nombre como “Sara P. de Madero”, así como porque se le veía siempre al lado de su esposo, popularmente se le comenzó a lla­mar “El Sarape de Madero”, porque el presidente la “llevaba a todos lados”.

En febrero de 1913 se efectuó un golpe de Estado en contra del régimen de Francisco I. Madero, a éste episodio se le llamó La Decena Trágica, evento que ter­minó con el asesinato del entonces presidente de México, en 1913. Después de este hecho, Cuba le otorgó asilo político a Sarita. Vivió después en Nueva York antes de regresar a México para 1921. Una vez instalada en México, residió en una casa situada en la Colonia Roma de la capital del país, sosteniéndose con una pensión vitalicia que le otorgó Venustiano Carranza. Ahí permanecería sobrellevando largos años de viudez, manteniéndose con una pensión del gobierno. Mientras vivió llevó flores a la tumba de su esposo, al igual que las mujeres que habían formado el Club de Lealtad a Madero. No tuvo hijos.

Sarita, fallece el 31 de julio de 1952 a la edad de 82 años. A su muerte los diarios de la época la llamaron Primera Dama de la Revolución. Fue sepultada en el Panteón Francés de la Piedad, en la Ciudad de México, en la misma tumba donde des­cansaban los restos de su marido. El féretro de doña Sara estaba cubierto por la bandera de la Cruz Blanca que ella fundó en 1911. Tenía la inscripción: Por la Humanidad.

La sanjuanense Sara Pérez Romero, sin duda una ejemplar mujer que jugó un papel clave en la historia de México y que bien vale el recordarla hoy que se conmemora el Día Internacional de la Mujer.