/ jueves 10 de mayo de 2018

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. SALVOCONDUCTO POLÍTICO PARA DELINQUIR. Comentando la cuestión de la eliminación del fuero con un abogado inteligente que ha vivido intensamente la política, mi querido tío Arturo Proal, coincidíamos en lo negativo que han resultado tanto la obsesión por sacarle jugo electoral de todos los actores políticos, como el desenfrenado maniqueísmo con el que se ha abordado esta figura de serias consecuencias jurídico-políticas y con profundas implicaciones republicanas. Primero, no todo lo que brilla es oro como no todo lo que apesta es mierda. Existen diversos tipos de inmunidades o fueros que reconoce nuestra Carta Magna y es un error englobarlos a todos como si fueran lo mismo. Tenemos el que podríamos denominar fuero parlamentario y que consiste en la inviolabilidad de los legisladores por las opiniones que manifiesten en el ejercicio de su representación. Esta garantía constitucional de los parlamentarios, sin duda, abona a la salud republicana. Sin ella sería fácil intimidar a cualquier representante popular opositor. Debe existir. Al igual que la protección constitucional a los recintos legislativos. El nudo gordiano viene con el que podríamos calificar como fuero procesal. ¿Qué es esto? Actualmente para proceder penalmente contra ciertos servidores públicos, debe obtenerse previamente una declaración de procedencia del Legislativo. Incluso en casos de flagrancia. Lo que resulta absurdo ya que la finalidad de esta norma es evitar el uso político de las instancias de procuración e impartición de justicia, y no que ciertos políticos se vuelvan intocables. Como lamentablemente ha sucedido. Al haber permitido que se convirtiera en un salvoconducto político para delinquir, deformamos la intención del fuero. Esto se enmarca en conductas que pueden constituir delitos.

SEGUNDO ACTO. ¿RESPONSABILIDAD POLÍTICA? Otro problema es el de la vaguedad e inaplicabilidad en la actualidad de la responsabilidad política. El juicio político procede por “actos u omisiones que redunden en perjuicio de los intereses públicos fundamentales o de su buen despacho”. ¿Qué es eso? ¿Cuáles serían los intereses públicos? ¿De qué depende que sean o no fundamentales? Y ni que decir del concepto “buen despacho”. Es evidente que las razones del juicio político devienen anacrónicas en un sistema plural y democrático. Pero como eliminarlo no vende - inclusive podría restar - electoreramente hablando, nadie dice nada. La cosa es que nuestro mexicanísimo estilo nos hace, como dice El Príncipe de la Canción, rodar de acá para allá. Y, entonces, la mentada propuesta de eliminación del fuero festinada por los diputados pero congelada por los senadores, era un viraje de 180 grados ya que se transitaba de esa mal entendida super-protección hasta en flagrancia hacia un espacio de absoluta vulnerabilidad al permitir que cualquier juez de cualquier nivel de gobierno y, consecuentemente, también cualquier fiscal, pudiera imponer “medidas cautelares” con motivo de un proceso criminal a cualquier funcionario, incluido el Presidente de la República. Así, por poner un ejemplo más que real, un fiscal en Chihuahua podría sujetar a proceso al mismísimo primer mandatario, tal y como ha ocurrido con el priísta Alejandro Gutiérrez, siendo público y notorio que se trata de una venganza política del gobernador panista Javier Corral. De ahí que el reto sea encontrar un punto de equilibrio respecto del fuero que brinde seguridad republicana a los altos funcionarios y legisladores, pero sin que se constituya en una licencia para cometer delitos. Equilibrio pues. Lo que nos falta en México en casi todos los ámbitos.

TERCER ACTO. FRACASO. ¿De verdad alguien considera que la llegada de René Juárez al CEN del PRI relanzará la campaña de Meade o recuperará el ilusorio voto duro del 20%? Nos parece un error estratégico, ya no para ganar sino para no seguir cayendo, el relevo en la dirigencia nacional del PRI, exhibiendo intrínsecamente el fracaso y desesperanza tricolor a tan solo 60 días de la elección. La decisión sólo es entendible en el marco de la lucha intestina por los despojos de lo que fue el partidazo. En la que los tradicionales carroñeros tricolores, como hienas, ya rondan al cadáver del partido. No obstante, en unas semanas el tema ya no será de posibilidades sino de responsabilidades y, a partir del próximo 2 de diciembre, sonarán los verdaderos tambores de guerra. Aunque en honor a la verdad se debe reconocer que José Antonio Meade, con todo y su no priismo y esa peculiar dualidad de que convence pero no emociona, era la única opción que se podía parar frente a la opinión pública y declarar que no es corrupto. Y por ello es, sin duda, la mejor opción, el mejor candidato que pudo haber fichado el PRI. Es un sueño guajiro pensar que con Osorio Chong o Beltrones se hubiera ganado o hecho un mejor papel. Si hubieran reencarnado a Benito Juárez, Francisco I. Madero o Lázaro Cárdenas y cualquiera de ellos fuera candidato del PRI, quedaría también en tercer lugar. Hoy pocos lo dicen - eventualmente todos lo harán y hasta a voz en cuello -, el problema no está en el candidato ni en la campaña, sino en una administración frívola, corrupta e ineficaz que los electores no van a perdonar sea lo que sea que se les diga o los ajustes que se hagan. La suerte fue echada hace un par de años.

TRAS BAMBALINAS. INTOLERANCIA VS LA INTOLERANCIA. El periodista Ricardo Alemán no es amigo nuestro, ni tenemos ninguna clase de relación con él. Reconocemos que es un excelentemente bien informado comunicador, quien ha librado muchas batallas en ese dificilísimo frente del periodismo mexicano. Sin embargo y pese a su amplia experiencia, fue torpe y desafortunado, por decirlo elegantemente, el meme de los fans asesinos que subió a las redes. No obstante, resulta estúpidamente intolerante que por eso lo hayan corrido de los medios de comunicación en los que colaboraba. La intolerancia jamás será solución para nada… ni siquiera para la propia intolerancia.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. SALVOCONDUCTO POLÍTICO PARA DELINQUIR. Comentando la cuestión de la eliminación del fuero con un abogado inteligente que ha vivido intensamente la política, mi querido tío Arturo Proal, coincidíamos en lo negativo que han resultado tanto la obsesión por sacarle jugo electoral de todos los actores políticos, como el desenfrenado maniqueísmo con el que se ha abordado esta figura de serias consecuencias jurídico-políticas y con profundas implicaciones republicanas. Primero, no todo lo que brilla es oro como no todo lo que apesta es mierda. Existen diversos tipos de inmunidades o fueros que reconoce nuestra Carta Magna y es un error englobarlos a todos como si fueran lo mismo. Tenemos el que podríamos denominar fuero parlamentario y que consiste en la inviolabilidad de los legisladores por las opiniones que manifiesten en el ejercicio de su representación. Esta garantía constitucional de los parlamentarios, sin duda, abona a la salud republicana. Sin ella sería fácil intimidar a cualquier representante popular opositor. Debe existir. Al igual que la protección constitucional a los recintos legislativos. El nudo gordiano viene con el que podríamos calificar como fuero procesal. ¿Qué es esto? Actualmente para proceder penalmente contra ciertos servidores públicos, debe obtenerse previamente una declaración de procedencia del Legislativo. Incluso en casos de flagrancia. Lo que resulta absurdo ya que la finalidad de esta norma es evitar el uso político de las instancias de procuración e impartición de justicia, y no que ciertos políticos se vuelvan intocables. Como lamentablemente ha sucedido. Al haber permitido que se convirtiera en un salvoconducto político para delinquir, deformamos la intención del fuero. Esto se enmarca en conductas que pueden constituir delitos.

SEGUNDO ACTO. ¿RESPONSABILIDAD POLÍTICA? Otro problema es el de la vaguedad e inaplicabilidad en la actualidad de la responsabilidad política. El juicio político procede por “actos u omisiones que redunden en perjuicio de los intereses públicos fundamentales o de su buen despacho”. ¿Qué es eso? ¿Cuáles serían los intereses públicos? ¿De qué depende que sean o no fundamentales? Y ni que decir del concepto “buen despacho”. Es evidente que las razones del juicio político devienen anacrónicas en un sistema plural y democrático. Pero como eliminarlo no vende - inclusive podría restar - electoreramente hablando, nadie dice nada. La cosa es que nuestro mexicanísimo estilo nos hace, como dice El Príncipe de la Canción, rodar de acá para allá. Y, entonces, la mentada propuesta de eliminación del fuero festinada por los diputados pero congelada por los senadores, era un viraje de 180 grados ya que se transitaba de esa mal entendida super-protección hasta en flagrancia hacia un espacio de absoluta vulnerabilidad al permitir que cualquier juez de cualquier nivel de gobierno y, consecuentemente, también cualquier fiscal, pudiera imponer “medidas cautelares” con motivo de un proceso criminal a cualquier funcionario, incluido el Presidente de la República. Así, por poner un ejemplo más que real, un fiscal en Chihuahua podría sujetar a proceso al mismísimo primer mandatario, tal y como ha ocurrido con el priísta Alejandro Gutiérrez, siendo público y notorio que se trata de una venganza política del gobernador panista Javier Corral. De ahí que el reto sea encontrar un punto de equilibrio respecto del fuero que brinde seguridad republicana a los altos funcionarios y legisladores, pero sin que se constituya en una licencia para cometer delitos. Equilibrio pues. Lo que nos falta en México en casi todos los ámbitos.

TERCER ACTO. FRACASO. ¿De verdad alguien considera que la llegada de René Juárez al CEN del PRI relanzará la campaña de Meade o recuperará el ilusorio voto duro del 20%? Nos parece un error estratégico, ya no para ganar sino para no seguir cayendo, el relevo en la dirigencia nacional del PRI, exhibiendo intrínsecamente el fracaso y desesperanza tricolor a tan solo 60 días de la elección. La decisión sólo es entendible en el marco de la lucha intestina por los despojos de lo que fue el partidazo. En la que los tradicionales carroñeros tricolores, como hienas, ya rondan al cadáver del partido. No obstante, en unas semanas el tema ya no será de posibilidades sino de responsabilidades y, a partir del próximo 2 de diciembre, sonarán los verdaderos tambores de guerra. Aunque en honor a la verdad se debe reconocer que José Antonio Meade, con todo y su no priismo y esa peculiar dualidad de que convence pero no emociona, era la única opción que se podía parar frente a la opinión pública y declarar que no es corrupto. Y por ello es, sin duda, la mejor opción, el mejor candidato que pudo haber fichado el PRI. Es un sueño guajiro pensar que con Osorio Chong o Beltrones se hubiera ganado o hecho un mejor papel. Si hubieran reencarnado a Benito Juárez, Francisco I. Madero o Lázaro Cárdenas y cualquiera de ellos fuera candidato del PRI, quedaría también en tercer lugar. Hoy pocos lo dicen - eventualmente todos lo harán y hasta a voz en cuello -, el problema no está en el candidato ni en la campaña, sino en una administración frívola, corrupta e ineficaz que los electores no van a perdonar sea lo que sea que se les diga o los ajustes que se hagan. La suerte fue echada hace un par de años.

TRAS BAMBALINAS. INTOLERANCIA VS LA INTOLERANCIA. El periodista Ricardo Alemán no es amigo nuestro, ni tenemos ninguna clase de relación con él. Reconocemos que es un excelentemente bien informado comunicador, quien ha librado muchas batallas en ese dificilísimo frente del periodismo mexicano. Sin embargo y pese a su amplia experiencia, fue torpe y desafortunado, por decirlo elegantemente, el meme de los fans asesinos que subió a las redes. No obstante, resulta estúpidamente intolerante que por eso lo hayan corrido de los medios de comunicación en los que colaboraba. La intolerancia jamás será solución para nada… ni siquiera para la propia intolerancia.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com