/ jueves 31 de mayo de 2018

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. ELECCIONES Y GOBIERNO. El país se encuentra expectante a unas cuantas semanas de que los electores acudamos a las urnas para elegir a quien será el titular del poder ejecutivo federal desde el 1º de diciembre de este año hasta el 30 de noviembre de 2024. Y más allá de las encuestas, momios y demás referencias estadísticas que sirven para inferir el resultado de una contienda, lo cierto es que el comportamiento del votante siempre será un factor variable y consecuentemente incierto. Pronósticos, opiniones, sentencias y presagios, van y viene de y en todas direcciones. Y si bien Andrés Manuel López Obrador parece haber consolidado una cómoda ventaja para muchos analistas prácticamente irreversible, la incertidumbre siempre será el principal ingrediente de todo ejercicio democrático. Así las cosas, es innegable la importancia que reviste la elección del Ejecutivo federal en nuestro anacrónico régimen presidencialista, que ni la sacudida producto de la alternancia que operó en el 2000 luego de más de 70 años de hegemonía tricolor pudo modificar. Vicente Fox logró lo que parecía imposible: ganar la elección; pero, dilapidó la histórica oportunidad de construir un nuevo modelo político para México. En nuestra opinión, le faltaron visión y vocación de estadista, así como equipo para hacerlo. El hecho es que no quiso, no supo o no pudo tejer un acuerdo político nacional que diera lugar a un nuevo andamiaje del poder público donde se superara el presidencialismo exacerbado que tenemos y la toma de decisiones se abrieran a la pluralidad representada fundamentalmente en las cámaras. En palabras sencillas, no entendió que sin un tránsito al parlamentarismo seguiríamos sumergidos, como lamentablemente estamos, en la legal pero ilegitima imposición y la permanente confrontación. Por ello, algo de esperanza brinda el apreciar que a lo largo de este prolongado e intenso proceso electoral, tanto las fuerzas políticas como los propios candidatos y la opinión pública nacional han venido reconociendo en forma creciente la importancia de la composición de las cámaras que integran el Congreso de la Unión. Es deseable que con el tiempo la elección de los legisladores genere un interés igual al de la elección de presidente de la República.

SEGUNDO ACTO. LAS COSAS NO ESTÁN BIEN. Sin maniqueísmos o pasiones, debemos reconocer que si bien ha habido avances, como los hay en todos los gobiernos, las cosas no están bien en México. Los históricos jinetes del apocalipsis que nos someten siguen ahí y no se ve ni a corto ni a mediano plazo cómo podamos detener a la pobreza, inseguridad y corrupción. De ahí que el reto después del 1º de julio será crear las condiciones para ello. El anhelo es edificar un sistema satisfactoriamente honesto y eficiente dotado de suficiente legalidad y legitimidad que abone al justo equilibrio y desarrollo social. La realidad política del país ha cambiado y los instrumentos y procesos políticos que tenemos ya no dan servicio. Son muchos y diversos los abismos que desarticulan a México; los hay sociales, económicos, culturales, ideológicos, geográficos, morales y hasta programáticos. Pero el más perverso es aquel en el que unos cuantos tienen acceso a muchas oportunidades mientras que muchos no ven en su vida casi ninguna. Este despeñadero de ilusiones es obscenamente injusto. El país está fraccionado. Más allá del útil discurso de la “unidad nacional”, que sin duda es válido con relación a ciertos valores colectivos que van desde el nacionalismo hasta el concepto de la mexicanidad, es un hecho que en México conviven variadas maneras de apreciar el pasado, ver el presente y aspirar al futuro. Por ello, en nuestra opinión el objetivo político más importante del país se resume en lograr construir una estructura institucional, legal y, sobre todo, axiológica, que permita la coexistencia de todas estas visiones en armonía.

TERCER ACTO. ELECCIONES COMPETIDAS EXIGEN GOBIERNOS COMPARTIDOS. Por todo esto, a unas cuantas semanas de la esperada elección federal y aún sin la confrontación de las visiones de vencedores y vencidos, debemos reflexionar sobre el momento y, especialmente, sobre cómo debe ser el próximo gobierno. En principio, es menester recordar que las elecciones se realizan para integrar los gobiernos. Aunque a lo largo de este proceso electoral algunos han querido hacer ver al ejercicio democrático como un acontecimiento autónomo, la verdad es que una elección es el principio de un gobierno y no un fin en sí misma. De ahí que no se pueda disociar una cosa de la otra y, en consecuencia, que resulte cuando menos igual de importante alcanzar un sistema político funcional que lograr elecciones verdaderamente equitativas. En este sentido, atendiendo a la urgencia de la legitimidad, se requiere la instauración de la segunda vuelta electoral. No es ni sano ni lógico que se acceda al gobierno con aproximadamente una tercera parte de los votos emitidos. También es impostergable el tránsito hacia un parlamentarismo moderno y productivo. Un sistema que permita que la integración de los gobiernos responda a la voluntad ciudadana expresada a través del voto. Ya no podemos continuar con un régimen del cual resulta un ganador de las elecciones a quien se le entrega el país en una bandeja para que se lo coma a su antojo. Como se dijo, debemos tener presente que las elecciones sirven para conformar gobiernos. La pluralidad electoral exige pluralidad administrativa. Las elecciones competidas deben llevar a gobiernos compartidos, de lo contrario se está violentando la verdadera voluntad popular.

TRAS BAMBALINAS. CARLOS ELIZONDO. Gracias a la invitación de Javier Montes y Manuel Gaya, amigos de Actinver y espléndidos asesores financieros, hace un par de días tuvimos oportunidad de escuchar las disertaciones del analista Carlos Elizondo sobre el proceso electoral. Contundentemente pero sin radicalismos el prestigiado periodista expuso las circunstancias y logró sensibilizar al auditorio sobre los peligros de los fundamentalismos… pero de los electores. Según sus estimaciones que no deseos - como en varias oportunidades precisó - aún con una segunda vuelta electoral en esta elección el ganador sería AMLO.

PÚBLICO CONOCEDOR. DESTELLO DE ESTUPIDEZ. Dado el catastrófico pronóstico que arrojan las encuetas internas para el PRI en Querétaro, fue llamada a rendir cuentas al CEN la notoriamente inoperante y displicente dirigencia estatal. Y para curarse en salud la única defensa que se les ocurrió esgrimir, ante la evidencia del inminente apocalipsis tricolor derivado de la ausencia de liderazgo, necedades y caprichosa imposición de pésimos dirigentes y candidatos - con sus honrosas excepciones como en todo -, fue culpar a quienes no fueron candidatos del fracaso de las campañas en Querétaro. Si, leyó usted bien, la culpa es de los excluidos. Cuando se fueron y se le pasó la risa a quien fue receptáculo de semejante destello de estupidez, la pregunta obvia fue: si los no candidatos tienen tanta influencia y arrastre social, ¿por qué no fueron ellos los candidatos? Solo recuerden que el que decide… responde.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. ELECCIONES Y GOBIERNO. El país se encuentra expectante a unas cuantas semanas de que los electores acudamos a las urnas para elegir a quien será el titular del poder ejecutivo federal desde el 1º de diciembre de este año hasta el 30 de noviembre de 2024. Y más allá de las encuestas, momios y demás referencias estadísticas que sirven para inferir el resultado de una contienda, lo cierto es que el comportamiento del votante siempre será un factor variable y consecuentemente incierto. Pronósticos, opiniones, sentencias y presagios, van y viene de y en todas direcciones. Y si bien Andrés Manuel López Obrador parece haber consolidado una cómoda ventaja para muchos analistas prácticamente irreversible, la incertidumbre siempre será el principal ingrediente de todo ejercicio democrático. Así las cosas, es innegable la importancia que reviste la elección del Ejecutivo federal en nuestro anacrónico régimen presidencialista, que ni la sacudida producto de la alternancia que operó en el 2000 luego de más de 70 años de hegemonía tricolor pudo modificar. Vicente Fox logró lo que parecía imposible: ganar la elección; pero, dilapidó la histórica oportunidad de construir un nuevo modelo político para México. En nuestra opinión, le faltaron visión y vocación de estadista, así como equipo para hacerlo. El hecho es que no quiso, no supo o no pudo tejer un acuerdo político nacional que diera lugar a un nuevo andamiaje del poder público donde se superara el presidencialismo exacerbado que tenemos y la toma de decisiones se abrieran a la pluralidad representada fundamentalmente en las cámaras. En palabras sencillas, no entendió que sin un tránsito al parlamentarismo seguiríamos sumergidos, como lamentablemente estamos, en la legal pero ilegitima imposición y la permanente confrontación. Por ello, algo de esperanza brinda el apreciar que a lo largo de este prolongado e intenso proceso electoral, tanto las fuerzas políticas como los propios candidatos y la opinión pública nacional han venido reconociendo en forma creciente la importancia de la composición de las cámaras que integran el Congreso de la Unión. Es deseable que con el tiempo la elección de los legisladores genere un interés igual al de la elección de presidente de la República.

SEGUNDO ACTO. LAS COSAS NO ESTÁN BIEN. Sin maniqueísmos o pasiones, debemos reconocer que si bien ha habido avances, como los hay en todos los gobiernos, las cosas no están bien en México. Los históricos jinetes del apocalipsis que nos someten siguen ahí y no se ve ni a corto ni a mediano plazo cómo podamos detener a la pobreza, inseguridad y corrupción. De ahí que el reto después del 1º de julio será crear las condiciones para ello. El anhelo es edificar un sistema satisfactoriamente honesto y eficiente dotado de suficiente legalidad y legitimidad que abone al justo equilibrio y desarrollo social. La realidad política del país ha cambiado y los instrumentos y procesos políticos que tenemos ya no dan servicio. Son muchos y diversos los abismos que desarticulan a México; los hay sociales, económicos, culturales, ideológicos, geográficos, morales y hasta programáticos. Pero el más perverso es aquel en el que unos cuantos tienen acceso a muchas oportunidades mientras que muchos no ven en su vida casi ninguna. Este despeñadero de ilusiones es obscenamente injusto. El país está fraccionado. Más allá del útil discurso de la “unidad nacional”, que sin duda es válido con relación a ciertos valores colectivos que van desde el nacionalismo hasta el concepto de la mexicanidad, es un hecho que en México conviven variadas maneras de apreciar el pasado, ver el presente y aspirar al futuro. Por ello, en nuestra opinión el objetivo político más importante del país se resume en lograr construir una estructura institucional, legal y, sobre todo, axiológica, que permita la coexistencia de todas estas visiones en armonía.

TERCER ACTO. ELECCIONES COMPETIDAS EXIGEN GOBIERNOS COMPARTIDOS. Por todo esto, a unas cuantas semanas de la esperada elección federal y aún sin la confrontación de las visiones de vencedores y vencidos, debemos reflexionar sobre el momento y, especialmente, sobre cómo debe ser el próximo gobierno. En principio, es menester recordar que las elecciones se realizan para integrar los gobiernos. Aunque a lo largo de este proceso electoral algunos han querido hacer ver al ejercicio democrático como un acontecimiento autónomo, la verdad es que una elección es el principio de un gobierno y no un fin en sí misma. De ahí que no se pueda disociar una cosa de la otra y, en consecuencia, que resulte cuando menos igual de importante alcanzar un sistema político funcional que lograr elecciones verdaderamente equitativas. En este sentido, atendiendo a la urgencia de la legitimidad, se requiere la instauración de la segunda vuelta electoral. No es ni sano ni lógico que se acceda al gobierno con aproximadamente una tercera parte de los votos emitidos. También es impostergable el tránsito hacia un parlamentarismo moderno y productivo. Un sistema que permita que la integración de los gobiernos responda a la voluntad ciudadana expresada a través del voto. Ya no podemos continuar con un régimen del cual resulta un ganador de las elecciones a quien se le entrega el país en una bandeja para que se lo coma a su antojo. Como se dijo, debemos tener presente que las elecciones sirven para conformar gobiernos. La pluralidad electoral exige pluralidad administrativa. Las elecciones competidas deben llevar a gobiernos compartidos, de lo contrario se está violentando la verdadera voluntad popular.

TRAS BAMBALINAS. CARLOS ELIZONDO. Gracias a la invitación de Javier Montes y Manuel Gaya, amigos de Actinver y espléndidos asesores financieros, hace un par de días tuvimos oportunidad de escuchar las disertaciones del analista Carlos Elizondo sobre el proceso electoral. Contundentemente pero sin radicalismos el prestigiado periodista expuso las circunstancias y logró sensibilizar al auditorio sobre los peligros de los fundamentalismos… pero de los electores. Según sus estimaciones que no deseos - como en varias oportunidades precisó - aún con una segunda vuelta electoral en esta elección el ganador sería AMLO.

PÚBLICO CONOCEDOR. DESTELLO DE ESTUPIDEZ. Dado el catastrófico pronóstico que arrojan las encuetas internas para el PRI en Querétaro, fue llamada a rendir cuentas al CEN la notoriamente inoperante y displicente dirigencia estatal. Y para curarse en salud la única defensa que se les ocurrió esgrimir, ante la evidencia del inminente apocalipsis tricolor derivado de la ausencia de liderazgo, necedades y caprichosa imposición de pésimos dirigentes y candidatos - con sus honrosas excepciones como en todo -, fue culpar a quienes no fueron candidatos del fracaso de las campañas en Querétaro. Si, leyó usted bien, la culpa es de los excluidos. Cuando se fueron y se le pasó la risa a quien fue receptáculo de semejante destello de estupidez, la pregunta obvia fue: si los no candidatos tienen tanta influencia y arrastre social, ¿por qué no fueron ellos los candidatos? Solo recuerden que el que decide… responde.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com