/ viernes 14 de diciembre de 2018

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. COMPARTIR EXPERIENCIAS. Dada la agotadora intensidad de la política nacional de los últimos meses, ya estamos “up to the mother” de tales temas, por lo que advertimos que esta colaboración versará sobre apreciaciones personales de la vida que para algunos rayaran en lo cursi y, probablemente, les darán la más ovípara fiaca a los aficionados teóricos y prácticos a la actividad extrema de la grilla; de ahí la advertencia para que quienes sufran este padecimiento, dejen de leer y se cambien oportunamente de columna. Pues ahí vamos. Desde niños tuvimos el privilegio de que vivieran mascotas en casa. Perros. Y a la fecha seguimos acompañados de estos hermosos animales. Y después de tenerlos durante tantos años, sin más argumentos que la mera convivencia, podemos afirmar que son seres inteligentes y sensibles. A veces notoriamente más inteligentes y bondadosos que los seres humanos. Entonces, ¿qué es lo que verdaderamente nos distingue de ellos? En nuestro modesto concepto, las personas tenemos la capacidad de entender la relación causal entre los acontecimientos y sus efectos, en base a ella, generar conocimiento y, lo que es fundamental, transmitirlo. Los seres humanos conocemos, entendemos, decidimos y transmitimos nuestras experiencias. Dicha ventaja evolutiva, se traduce de manera sencilla en estar dotados de inteligencia y voluntad, lo que nos distingue - como dijimos, lamentablemente en ocasiones no a todos - de otros seres. Y si bien se ha estimado que la transmisión de esa experiencia en el campo científico es el cimiento de la evolución humana, esto es, aquello que ya se demostró; sin pretender cuestionarlo en forma alguna, lo cierto es que a nosotros lo que más nos ha nutrido son las experiencias de vida de las personas que admiramos.

SEGUNDO ACTO. ESPIRITUAL. En este sentido, tenemos un queridísimo amigo a quien guardamos especial estima y admiración. Hace unos meses le fue detectado un grave padecimiento cardiaco y tuvo que ser intervenido casi de emergencia - la operación duró 10 horas -. Afortunadamente para él, su familia y las muchas personas que lo apreciamos, la intervención fue un éxito y después de una larga y difícil recuperación ya lo tenemos plenamente de regreso. Nuestro amigo no es practicante de ninguna religión, pero es una de las personas más espirituales que conozco. Ha construido una sólida relación de confianza y esperanza con su personalísimo concepto de un poder superior, con su Dios como lo concibe. De hecho, estamos tan convencidos de la bonhomía de Dios, que por eso se presenta de miles de formas a través de múltiples religiones, programas de vida y concepciones, para que cada uno lo reciba como mejor le parezca si es que le parece.

TERCER ACTO. AUTODIÁGNOSTICO. En fin, siguiendo con el amigo, nos cuenta que poco antes de entrar a cirugía, consciente de la posibilidad de morir, le dijo a su poder superior que si era su decisión que ahí terminara su viaje, le quería agradecer por la vida que había recibido - su familia, amigos, profesión y experiencias -, pero que si le preguntaban, él quería seguir viviendo, ver a sus hijos crecer, estar con su mujer, conocer a sus nietos, etc. Esta experiencia compartida nos hizo reflexionar sobre la bendición de estar satisfecho con lo vivido. Con la sensación de no deberle ni que nos deba nada la vida hoy. Y es pues un ejercicio de autodiagnóstico el poder determinar si en este momento concluimos en esta realidad, dimensión, vida o como cada quien guste llamarle, si nos podríamos ir agradecidos, pero con todas las ganas de quedarnos.

TRAS BAMBALINAS. ¡FELICIDADES MAMÁ! Cuando dedicamos nuestra tesis de licenciatura allá por 1994, escribíamos nuestra gratitud a nuestro padre por habernos inculcado el valor del Derecho, y a nuestra adorada madre, Susana Proal de la Isla, por habernos enseñado con su ejemplo el amor por la justicia. Mi madre cumple 70 años. Y no tenemos palabras para agradecerle su amor, entrega y ejemplo. No seriamos quienes somos sin ella. Y no hablamos del invaluable regalo de la vida, sino más bien del aún más valioso regalo de su vida. Mi madre es una mujer excepcional. Sensible y arrebatadamente generosa. Forjada como todos en las durezas del fuego y las suavidades del agua. No le cambiaríamos nada. Como ha sido y es se trata para nosotros de la mejor mamá del universo. Solo agradecemos y le agradecemos su permanente y siempre generosa y tolerante presencia. Tenemos mucha mamá. Te queremos. ¡Felicidades!

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. COMPARTIR EXPERIENCIAS. Dada la agotadora intensidad de la política nacional de los últimos meses, ya estamos “up to the mother” de tales temas, por lo que advertimos que esta colaboración versará sobre apreciaciones personales de la vida que para algunos rayaran en lo cursi y, probablemente, les darán la más ovípara fiaca a los aficionados teóricos y prácticos a la actividad extrema de la grilla; de ahí la advertencia para que quienes sufran este padecimiento, dejen de leer y se cambien oportunamente de columna. Pues ahí vamos. Desde niños tuvimos el privilegio de que vivieran mascotas en casa. Perros. Y a la fecha seguimos acompañados de estos hermosos animales. Y después de tenerlos durante tantos años, sin más argumentos que la mera convivencia, podemos afirmar que son seres inteligentes y sensibles. A veces notoriamente más inteligentes y bondadosos que los seres humanos. Entonces, ¿qué es lo que verdaderamente nos distingue de ellos? En nuestro modesto concepto, las personas tenemos la capacidad de entender la relación causal entre los acontecimientos y sus efectos, en base a ella, generar conocimiento y, lo que es fundamental, transmitirlo. Los seres humanos conocemos, entendemos, decidimos y transmitimos nuestras experiencias. Dicha ventaja evolutiva, se traduce de manera sencilla en estar dotados de inteligencia y voluntad, lo que nos distingue - como dijimos, lamentablemente en ocasiones no a todos - de otros seres. Y si bien se ha estimado que la transmisión de esa experiencia en el campo científico es el cimiento de la evolución humana, esto es, aquello que ya se demostró; sin pretender cuestionarlo en forma alguna, lo cierto es que a nosotros lo que más nos ha nutrido son las experiencias de vida de las personas que admiramos.

SEGUNDO ACTO. ESPIRITUAL. En este sentido, tenemos un queridísimo amigo a quien guardamos especial estima y admiración. Hace unos meses le fue detectado un grave padecimiento cardiaco y tuvo que ser intervenido casi de emergencia - la operación duró 10 horas -. Afortunadamente para él, su familia y las muchas personas que lo apreciamos, la intervención fue un éxito y después de una larga y difícil recuperación ya lo tenemos plenamente de regreso. Nuestro amigo no es practicante de ninguna religión, pero es una de las personas más espirituales que conozco. Ha construido una sólida relación de confianza y esperanza con su personalísimo concepto de un poder superior, con su Dios como lo concibe. De hecho, estamos tan convencidos de la bonhomía de Dios, que por eso se presenta de miles de formas a través de múltiples religiones, programas de vida y concepciones, para que cada uno lo reciba como mejor le parezca si es que le parece.

TERCER ACTO. AUTODIÁGNOSTICO. En fin, siguiendo con el amigo, nos cuenta que poco antes de entrar a cirugía, consciente de la posibilidad de morir, le dijo a su poder superior que si era su decisión que ahí terminara su viaje, le quería agradecer por la vida que había recibido - su familia, amigos, profesión y experiencias -, pero que si le preguntaban, él quería seguir viviendo, ver a sus hijos crecer, estar con su mujer, conocer a sus nietos, etc. Esta experiencia compartida nos hizo reflexionar sobre la bendición de estar satisfecho con lo vivido. Con la sensación de no deberle ni que nos deba nada la vida hoy. Y es pues un ejercicio de autodiagnóstico el poder determinar si en este momento concluimos en esta realidad, dimensión, vida o como cada quien guste llamarle, si nos podríamos ir agradecidos, pero con todas las ganas de quedarnos.

TRAS BAMBALINAS. ¡FELICIDADES MAMÁ! Cuando dedicamos nuestra tesis de licenciatura allá por 1994, escribíamos nuestra gratitud a nuestro padre por habernos inculcado el valor del Derecho, y a nuestra adorada madre, Susana Proal de la Isla, por habernos enseñado con su ejemplo el amor por la justicia. Mi madre cumple 70 años. Y no tenemos palabras para agradecerle su amor, entrega y ejemplo. No seriamos quienes somos sin ella. Y no hablamos del invaluable regalo de la vida, sino más bien del aún más valioso regalo de su vida. Mi madre es una mujer excepcional. Sensible y arrebatadamente generosa. Forjada como todos en las durezas del fuego y las suavidades del agua. No le cambiaríamos nada. Como ha sido y es se trata para nosotros de la mejor mamá del universo. Solo agradecemos y le agradecemos su permanente y siempre generosa y tolerante presencia. Tenemos mucha mamá. Te queremos. ¡Felicidades!

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com