El año va avanzando y cada una de las etapas y momentos que nos brinda en sus 365 días son oportunidades de vivir y disfrutar al máximo, por que si, es cierto que el tiempo pasa volando y cuando volteamos la vista atrás corremos el riesgo de descubrir que no disfrutamos tanto como pudimos y no valoramos tanto lo que tuvimos.
Y así llegamos a la ansiada primavera, el símbolo por excelencia de los nuevos comienzos, es el momento de renacer y experimentar nuevas posibilidades y una imperdible oportunidad de sembrar lo que queremos cosechar en las diferentes áreas de nuestra vida.
Debo confesar que la primavera es una de mis estaciones favoritas por el colorido, por las flores, por el sol brillante, por el canto de las aves y sobre todo por el impacto de descubrir que ese árbol seco, casi sin vida, sin hojas ni frutos, de repente comienza a reverdecer mostrando imponente su capacidad de reinventarse y de erigirse de nuevo fuerte y lleno de vitalidad confirmando que siempre hay un principio después del final.
La naturaleza año con año nos brinda espectáculos invaluables en este sentido por ejemplo: las jacarandas estos arboles que adornan parques, calles y bosques y que en la mayor parte del año lucen grises sin gran chiste pero que al llegar el mes de marzo nos deleitan con sus hermosas flores y llegan a su máximo esplendor cuando tiñen las ciudades de color púrpura violáceo.
Sin duda alguna, primavera es un nombre de mujer, y la historia de la misma de acuerdo a la mitolgía griega, narra como Perséfone hija de Démeter diosa de la Agricutura despierta el amor en su tío Hades, dios del inframundo, quien aprovechando que ella sale a recoger flores, hace que se abra la tierra a sus pies y de esta manera la rapta llevándosela a vivir al mundo de los muertos, cabe resaltar que ella se enamoró de el en una especie de lo que ahora conoceríamos como síndrome de Estocolmo y ambos gobernaban ese oscuro lugar en igualdad de poder, sin embargo la lucha de su madre por recuperar a su hija los lleva a acordar que durante 6 meses del año ella viviría con su esposo y los siguientes 6 meses Perséfone regresaba a los brazos de su madre, con esta historia se explica el ciclo de la vida y las estaciones ya que mientras ella regresaba a la superficie iniciaba la primavera y en esos meses en casa de su madre germinaban los frutos y florecía la vida (primavera y verano) y mientras ella se encontraba con su esposo Hades, en el inframundo y la oscuridad (otoño e invierno) el suelo quedaba estéril, sin frutos y yermo.
La primavera ha sido motivo de inspiración en las bellas artes, así que es mucho lo que podemos admirar en torno a ella, por ejemplo en la música tenemos Canción de primavera de Mendelssohn, La Consagración de la Primavera de Igor Stravinsky y claro “La Primavera de las Cuatro Estaciones” de Antonio Vivaldi.
En la literatura tenemos las “Poesías Castellanas Completas” de Garcilaso de la Vega ya que su poesía renacentista es netamente primaveral.
Y por supuesto en la pintura lugar muy especial ocupa “La Primavera” de Botticelli, el pintor italiano renacentista que por encargo de Lorenzo de Medici, plasma en este que es uno de los cuadros más bellos y que se encuentra en Florencia en la galería Uffizi, de manera magistral, el origen de la fiesta de Flora o Floralia que tenía lugar en Roma durante el mes de mayo y en él vemos como Céfiro dios del viento que se enamoró perdidamente de la ninfa Cloris la obliga a casarse con él y después arrepentido de su comportamiento al haberle arrebatado su libertad y felicidad la convierte en Flora y le regala un jardín donde siempre sería primavera, resaltan también varios personajes; al centro la figura de Venus, su hijo Cupido desde el cielo y las “Tres Gracias”, todos ellos en un escenario donde aparecen más de 200 especies de flores distintas.
Es pues la llegada de la primavera el momento idóneo para renacer, para dejar atrás la hibernación personal y vivir apasionados sin importar nuestra edad, la mejor etapa de nuestra vida.
Bienvenida ¡Bendita Primavera!
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