/ lunes 11 de diciembre de 2023

Pedro y los lobos | ¿El frustrado milagro de las gelatinas?


Desde Palacio Nacional el presidente Andrés Manuel López Obrador consolidó la candidatura de Claudia Sheinbaum. Estaba decidido. Era su jefe de campaña, hace 16 meses.

La disputa en las precampañas y las otras ‘corcholatas’, fueron una simulación. “Espantapájaros” en el desierto.

Todo el aparato del gobierno federal y los 22 gobernadores, operaban en favor de Claudia. Marcelo Ebrad, lo intentó, pero lo aplastó el mismo monstruo, que alimentó.

En 2018 López Obrador ganó con 30 millones de votos. El 53% de los mexicanos votaron por él. El abstencionismo fue del 36.5%.

El padrón era de 89 millones de ciudadanos, pero 32 millones no fueron a las urnas.

En la intermedia de 2021, había crecido el padrón unos 3 millones de ciudadanos, pero no votaron el 48% (45 millones).

Los candidatos de Morena, aunque perdieron (sin el presidente en la boleta) 19% de los votos obtenidos en 2018 (13.3 millones), le volvieron a ganar al PAN y al PRI 2 a 1.

Las nuevas cifras electorales y las malas políticas públicas de la 4T en seguridad, salud, educación, calculaban cientos de miles mexicanos a disgusto, y hacían que los opositores acariciaban una nueva ilusión de triunfo. Había momentum.

Xóchitl Gálvez construyó, desde el Senado, una sólida carrera para competir por el gobierno de la Ciudad de México. Las encuestas le daban una ventaja considerable.

Andrés Manuel le acusó de amenazar con cerrar los programas de ayudas sociales a la población. Ella se defendió. Disruptiva, natural y certera; se le fue a parar a las puertas de Palacio Nacional, exigiendo su derecho a réplica.

AMLO le cerró las puertas de Palacio, e intencionadamente o no, le abrió el camino a la candidatura presidencial.

Súbitamente (en 60 días), se convirtió en esa figura esperanzadora que no tenía la oposición. Sacudió a la sociedad, e ilusionó corazones.

Sin muchos ciudadanos participando dentro, ciñéndose a las costumbres de la partidocracia, logró la candidatura.

Mantenía la esperanza.

Pero un rosario de errores, no le sumaron a esa historia de una niña que vendió gelatinas en Tepatepec, Hidalgo.

Que salió del pueblo, la pobreza y la violencia familiar que la acosaban, para recibirse de ingeniera en la UNAM, llegar al gabinete del presidente Vicente Fox y edificar una empresa modelo internacional en tecnología.

Pero no prende. Los intereses de los líderes del PRIAN y el PRD, la aprietan o la sueltan a placer y conveniencia.

El impresentable “Alito” Moreno le agandalló las posiciones en las candidaturas y va en primera-pluri a la Cámara de Diputados; y el viernes pasado el panista Marko Cortés se colocó en la posición “uno” pluri, para el Senado. Otra vez no habrá ciudadanos, en las élites del ejercicio del poder.

La “Señora X”, tiene muchas posibilidades de no llegar. “Alito” y Marko, ya fregaron.

El frente “Fuerza y Corazón por México” podría meter unos 7 candidatos pluris al Senado. En esas posiciones estarán los mismos, que han disfrutado las mieles del poder, los últimos 20 años.

Hoy en ninguna encuesta ganaría Galvéz. La última de Reforma, no sólo la coloca 21 puntos debajo de Sheinbaum, sino que la sitúa con 7% más negativos que la morenista. Además 3 de cada 10 encuestados, no la conocen.

Las ocurrencias, el folklore y las maledicencias no han construído un arranque de campaña firme. Su narrativa no atrae, porque no tiene nada nuevo. Su discurso está estancado en el pasado; no nos dice cómo enderezará el país. ¿Por qué tendrían que votar por ella? Es una respuesta básica, que no se da.

Hoy el milagro de las gelatinas, no cuaja.


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Desde Palacio Nacional el presidente Andrés Manuel López Obrador consolidó la candidatura de Claudia Sheinbaum. Estaba decidido. Era su jefe de campaña, hace 16 meses.

La disputa en las precampañas y las otras ‘corcholatas’, fueron una simulación. “Espantapájaros” en el desierto.

Todo el aparato del gobierno federal y los 22 gobernadores, operaban en favor de Claudia. Marcelo Ebrad, lo intentó, pero lo aplastó el mismo monstruo, que alimentó.

En 2018 López Obrador ganó con 30 millones de votos. El 53% de los mexicanos votaron por él. El abstencionismo fue del 36.5%.

El padrón era de 89 millones de ciudadanos, pero 32 millones no fueron a las urnas.

En la intermedia de 2021, había crecido el padrón unos 3 millones de ciudadanos, pero no votaron el 48% (45 millones).

Los candidatos de Morena, aunque perdieron (sin el presidente en la boleta) 19% de los votos obtenidos en 2018 (13.3 millones), le volvieron a ganar al PAN y al PRI 2 a 1.

Las nuevas cifras electorales y las malas políticas públicas de la 4T en seguridad, salud, educación, calculaban cientos de miles mexicanos a disgusto, y hacían que los opositores acariciaban una nueva ilusión de triunfo. Había momentum.

Xóchitl Gálvez construyó, desde el Senado, una sólida carrera para competir por el gobierno de la Ciudad de México. Las encuestas le daban una ventaja considerable.

Andrés Manuel le acusó de amenazar con cerrar los programas de ayudas sociales a la población. Ella se defendió. Disruptiva, natural y certera; se le fue a parar a las puertas de Palacio Nacional, exigiendo su derecho a réplica.

AMLO le cerró las puertas de Palacio, e intencionadamente o no, le abrió el camino a la candidatura presidencial.

Súbitamente (en 60 días), se convirtió en esa figura esperanzadora que no tenía la oposición. Sacudió a la sociedad, e ilusionó corazones.

Sin muchos ciudadanos participando dentro, ciñéndose a las costumbres de la partidocracia, logró la candidatura.

Mantenía la esperanza.

Pero un rosario de errores, no le sumaron a esa historia de una niña que vendió gelatinas en Tepatepec, Hidalgo.

Que salió del pueblo, la pobreza y la violencia familiar que la acosaban, para recibirse de ingeniera en la UNAM, llegar al gabinete del presidente Vicente Fox y edificar una empresa modelo internacional en tecnología.

Pero no prende. Los intereses de los líderes del PRIAN y el PRD, la aprietan o la sueltan a placer y conveniencia.

El impresentable “Alito” Moreno le agandalló las posiciones en las candidaturas y va en primera-pluri a la Cámara de Diputados; y el viernes pasado el panista Marko Cortés se colocó en la posición “uno” pluri, para el Senado. Otra vez no habrá ciudadanos, en las élites del ejercicio del poder.

La “Señora X”, tiene muchas posibilidades de no llegar. “Alito” y Marko, ya fregaron.

El frente “Fuerza y Corazón por México” podría meter unos 7 candidatos pluris al Senado. En esas posiciones estarán los mismos, que han disfrutado las mieles del poder, los últimos 20 años.

Hoy en ninguna encuesta ganaría Galvéz. La última de Reforma, no sólo la coloca 21 puntos debajo de Sheinbaum, sino que la sitúa con 7% más negativos que la morenista. Además 3 de cada 10 encuestados, no la conocen.

Las ocurrencias, el folklore y las maledicencias no han construído un arranque de campaña firme. Su narrativa no atrae, porque no tiene nada nuevo. Su discurso está estancado en el pasado; no nos dice cómo enderezará el país. ¿Por qué tendrían que votar por ella? Es una respuesta básica, que no se da.

Hoy el milagro de las gelatinas, no cuaja.


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